De nuevo, Anastasia estaba sola en la habitación.
Podía escuchar el sonido de algunas aves cantando fuera de las paredes de la habitación. Estaba segura de que se encontraban en un área bastante apartada de la ciudad, porque muy pocas veces había escuchado sonidos de autos o alguna clase de sonido que hiciera referencia el tráfico de la ciudad.
Anastasia trató de recordar cómo fue el camino cuando Zacarías la secuestró, pero ella realmente tuvo que haberse quedado totalmente inconsciente en ese momento, porque no recordaba absolutamente nada y eso la frustraba. Jamás en su vida pensó que en algún momento iba a estar secuestrada sin tener la menor idea de dónde demonios se encontraba.
Pensó con decisión, que si salía de ahí con vida; una de las cosas de las que se iba a encargar, era que sus hijos estudiaran alguna clase de curso de autodefensa cuando los tuviera.
Era algo muy necesario.
Mientras Anastasia pensaba todo eso, fue interrumpida por la puerta de la habitación al abrirse.
Ni siquiera tuvo chance de pensar mucho, pues cuando vio a la mujer que entró, no pudo hacer más que quedarse de piedra.
Sintió que estaba pasmada del susto.
Si la chica que la visitó antes se parecía a ella, el parecido con esta mujer era espeluznante. Anastasia estaba segura de que así iba a lucir ella cuando tuviera algunos años más, sólo que era castaña en lugar de rubia.
—Hola. —saludó la mujer en un tono de voz seco, que rápidamente hizo que Anastasia pensara que esa mujer era muy autoritaria.
—Hola. —respondió.
Anastasia no podía creer lo que estaba viendo, su mente comenzó a asumir cosas. Siempre había notado que no era muy parecida físicamente a Elora, ni a su madre, pero creyó que la forma redondeada de su rostro venía de su padre... Ahora no estaba tan segura de eso.
¡Qué ilusa había sido al siempre intentar en encontrar parecidos con su familia!
La mujer frente a ella no la estaba buscando por cualquier cosa, entendió Anastasia.
Si la razón por la que la buscaba era que tenían lazos de sangre, pues ella no iba a ser tan estúpida como para negarlos; no cuando con sólo ver a la mujer sabía que de algo así se trataba.
Ya habían dos personas que se parecían mucho ella físicamente, eso no podía ser coincidencia.
El problema era que su familia le había mentido.
Ella no era una Makris, y no solo eso, sino que ahora se encontraba ahí sin poder comunicarse con sus padres, ni preguntar a su familia qué era lo que estaba sucediendo.
—¿Te han tratado bien en tu estadía aquí? —preguntó Victoria.
—Sí, gracias. —respondió Ana en un tono de voz cortés.
—¡Qué bueno! Me contenta que todos se estén portando a la altura contigo... Eres una de las princesas de este lugar y deben tratarte como tal. —indicó sonriendo de una manera que le parecía muy plástica a Anastasia.
—¿Quién es usted? —preguntó Anastasia, sin estar dispuesta a seguir perdiendo el tiempo dando vueltas.
—Mi nombre es Victoria Tholos, y ahora mismo te encuentras en la mansión Tholos. —informó y Anastasia luchó por mantener su rostro apacible.
¡Joderrrr! Necesitaba fingir que no estaba temblando por dentro la escuchar esas palabras.
—Imagino que usted ya conoce mi nombre; si no, yo no estaría aquí. —dijo Anastasia intentando cambiar de tema.
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ESPOSA SUSTITUTA (Saga Vasileiou I)
RomanceAna nunca ha sido el primer lugar... Pero, después de tanto tiempo sumida en una vida solitaria, por fin la vida le da la oportunidad de hacer algo diferente. Ella finalmente podrá ser alguien en la sociedad griega y, al mismo tiempo, salvará a su...