CAPÍTULO 40

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Una vez más, Anastasia estaba sentada frente a la piscina.

El sol estaba radiante y apenas eran las diez de la mañana.

Con lo poco que iba de día, ya ella podía asumir que iba a ser una tarde bastante calurosa gracias a la potencia de los rayos ultravioleta.

Dejó caer otro poco de bloqueador solar en sus piernas y lo esparció a conciencia sobre su piel.

Cuando terminó, dejó el frasco a un lado y sonrió cuando su mirada cayó sobre su vientre.

Estaba feliz, se sentía dichosa.

¡Iba a tener su propio bebé!

No le importaba nada más.

Con su teléfono puso algo de música y se dejó caer en la tumbona con los ojos cerrados.

Sus pensamientos rápidamente fueron en la dirección de unos ojos verdes felinos.

Keelan había estado en su mente durante todo lo que iba de día.

Muchas cosas de las que él hacía la tenían pensativa, como por ejemplo la maleta que había dejado en la habitación principal, o sus artículos de aseo personal en el baño... Y ni hablar de el hecho de que se había quedado dos noches seguidas y dormían en la misma cama.

Su plan de hacerle sentir que no estaba interesada en él iba viento en popa. La noche anterior no le había dirigido la palabra, por más que intentó entablar una conversación ella se mantuvo firme.

Ella había notado ciertos cambios en la actitud de él, ya no usaba el mismo tono de voz con ella; al principio, cuando él le hablaba, había cierta pizca de desdén en su tono; ahora parecía estar cuidando la forma en la que le hablaba. Tampoco había vuelto a discutir con ella, aun cuando pudo hacerlo la noche anterior, se mantuvo muy pacífico y eso le encantó.

Sentía que poco a poco iba domando a la bestia; al ritmo de una vencedora, pero ella estaba segura de que sí iba a lograrlo... Sólo necesitaba conseguir la forma de que él dejara de verla como una carga y comenzara a verle como lo que era; la mejor opción en cuanto a confianza y compañía.

Pero ya habría tiempo para eso. Estaba segura de que él también estaba intentando un acercamiento... A su manera, pero lo estaba haciendo.

Así que iba a dejar que pasara. Por lo pronto, quería disfrutar del desarrollo de su bebé y embarazo. Estaba considerando seriamente el hecho de ir a la tienda que visitó un mes atrás y conseguir algunos libros sobre embarazo.

Ya se había suscrito en unos canales de youtube para madres primerizas, pero sentía que no había fuente de conocimiento más confiable que un libro, así que estaba necesitando salir de esas cuatro paredes.

Desde el incidente con el mar, ella no había vuelto a ver a Angelique y se imaginaba que Keelan tenía que ver con eso... De seguro la había despedido porque no había hecho bien su trabajo.

Ana no debería pensar mucho en eso, porque al fin y al cabo quien la había contratado era su esposo (y era él mismo quien se encargaba de pagar sus servicios), pero sí que había sentido que la mujer no actuaba mucho como una guardaespaldas.

Sí monitoreaba la mansión, pero no tenía realmente un contacto con su protegida y eso era un punto en contra de su trabajo.

Para Ana, cualquier tipo de trabajo de protección requería de confianza entre el protector y el protegido.

Pero, ¿quién era ella para juzgar?

Suspiró sentándose y mirando de nuevo hacia la playa.

Luego de un rato, pensó en que definitivamente Basil y los niños no iban a salir, así que regresó al interior de la casa.

ESPOSA SUSTITUTA (Saga Vasileiou I)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora