CAPÍTULO 28

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Con un suspiro, se sentó allí con Elian y Eliana.

—Ella pensó que Anastasia era tu esposa, papi. —susurró Eliana rápidamente, como si le estuviera contando un secreto a su padre.

—Creo que se equivocó, amor... No te preocupes, cuando regrese le aclaramos que está equivocada. —murmuró su padre, intentando que la pequeña no dijera algo imprudente que lo metiera en un aprieto por no aclarar que Anastasia no era su esposa.

Eliana volvió su atención al juguetito que cargaba su hermano en la mano y su padre suspiró, recostando la cabeza contra la pared mientras los veía jugar.

Ser padre soltero o madre soltera no era una tarea fácil.

Tenía demasiado tiempo siendo sólo él con sus hijos.

Sabía que lo mejor era no buscar pareja mientras ellos crecían. No quería que sus hijos se encariñaran y luego la persona desapareciera de sus vidas, como podía ocurrir, pues no era fácil que una mujer estuviera dispuesta a comenzar una relación con un padre soltero.

Mientras pensaba en eso, se dio cuenta de que se sintió extraño cuando la enfermera asumió que estaba casado con Anastasia.

Al principio pensó en aclararle la situación, pero al final se lo guardó. Al fin y al cabo, a la enfermera no le iba ni le venía el hecho de que ellos eran sólo amigos.

¿Qué necesidad tenía de aclararle las cosas, entonces?

No necesitaba aclararle a nadie que ellos no tenían ningún tipo de relación romántica.

Desconocía si era por su carácter territorial o por celos, pero la idea de aclarar que no tenía nada con Anastasia no se le antojaba. Le parecía agradable que alguien creyera que Anastasia era suya.

¿Era alguna clase de pecador sin perdón por eso?

¿Qué mal hacía dejar que la enfermera creyera que era su esposa?

¡Pues ninguno!, se dijo asimismo sonriendo, al tiempo que verificaba que Elian no se cayera de la silla mientras jugaba con su hermana.

Keelan estacionó el auto en la entrada del edificio de departamentos y bajó de él.

Activó los seguros del auto y caminó hacia la fachada del edificio.

Suspiró, contento de haber llegado al lugar en el que podía descansar y olvidarse de todo lo que le abochornaba la vida.

Cruzó el umbral de la puerta del edificio y saludo a los encargados de seguridad.

Tomó el ascensor y marcó el piso en el que estaba su departamento. Una vez que llegó a su piso, salió del ascensor y se dirigió a la única puerta que tenía todo el pasillo. Su departamento ocupaba todo el piso porque era muy grande, además el edificio era suyo, lo que era perfecto. Nadie le molestaba en ese lugar.

Era demasiado lujoso para los gustos de Keelan, pero al cabo de un tiempo logró llamarlo su hogar.

Al principio fue un regalo de parte de su abuelo, quién lo quiso agasajar cuando se graduó de la universidad... Pero para aquel entonces él estaba aún menos acostumbrado a los lujos de lo que estaba en ese momento, y ni siquiera estaba interesado en usarlo hasta que comenzó a disfrutar de la independencia que el departamento le traía a su vida.

Estaba lejos de su familia, de ellos y de las miradas de la sociedad griega, que no perdía oportunidad para recordarle a su familia que uno de los dos nietos mayores no era un hijo legítimo. Kal se había visto envuelto en los escándalos sobre su origen gracias a que su abuelo lo prefirió así, prefería que creyeran que era uno de los dos en lugar de saber cuál de ellos era y verle cargar con la cruz de ser señalado y juzgado por la sociedad en la que se habían desarrollado.

ESPOSA SUSTITUTA (Saga Vasileiou I)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora