—Un hombre tiene que cumplir su palabra.—dijo Pietro en voz alta, aunque más que compartirlo con su esposa e hija, se lo decía a él mismo. Le pesaba lo que estaba a punto de hacer. Amaba a sus dos hijas con el mismo amor, sin importar qué... Pero con Anastasia sentía un orgullo diferente. Un orgullo secreto.
Siempre recordaba el día en que la conoció, sus mejillas sonrojadas y ojos saltones quedarían para siempre grabados en su memoria.
Jamás se imaginó que esa pequeña bebé dormida que un día pusieron en sus brazos, se convertiría en su respiro de frescura para su existencia.
Era su pequeña, aunque no se lo dijera.
Mientras que Elora necesitaba atención constante y elogios costosos, Anastasia se conformaba con cualquier libro o revista de negocios que le brindara nuevos conocimientos... Era su pequeña obediente, que no daba quebraderos de cabeza y la única hija que lamentablemente no llevaba su sangre.
—Tu hermana se ha ido, Anastasia. Nos dejó porque se negaba a casarse.—soltó Pietro, decidido a hacer lo correcto y cumplir con su palabra.
—¿Qué harás ahora, papá?—preguntó ella, acercándose más a ellos.
—Vas a suplantar a tu hermana. —le dijo, mirándola a los ojos.
Anastasia no podía creer lo que su padre le estaba diciendo.
—¡Eres nuestra única esperanza, Anastasia! ¡Si no sustituyes a tu hermana en esto nos iremos a la ruina en más de un sentido!— exclamó Pietro iracundo. Por dentro bullían las emociones encontradas por lo que estaba viviendo.
Las acciones en la empresa, que eran su orgullo y mayor logro estaban siendo amenazadas por una mala jugada, una mala inversión que no sólo lo afectaba a él, sino también a las acciones de los Vasileiou y de los Tsartsaris.
La única esperanza era un matrimonio que uniera a las dos familias, tal como se lo había dicho Bemus Vasileiou y él lo entendía, pero el problema era que su única hija elegible se había escapado y él no tenía tiempo qué perder buscándola por los rincones.
Por suerte nadie sabía que su hija menor no era una Makris legítima.
Pietro sabía que era peligroso lo que estaba haciendo.
Estaría engañando a los Vasileiou en su propia cara, y lo último que él necesitaba era otro problema con ellos... Pero no tenía otra opción.
—¡Pero quizá exista otra salida, papá!... ¡¿Y si ellos también cometieron un error y podemos pasar ambos errores en blanco, bajo mutuo acuerdo?!—preguntó ella desesperada, porque sabía lo que ocurría cuando una esposa se entregaba como virgen y resultaba ser mentira.
Eso era traición y se pagaba con creces... Además, no quería traer deshonra a sus padres.
¡Por Dios, ella ni siquiera era la novia que habían ofrecido en matrimonio en primer lugar!
—¿No crees que ya lo intenté todo? ¡Es la única forma y no tomaré otro rumbo!— exclamó su papá alterado, sacándola de su diatriba mental. Tomó aire profundamente y luego suspiró. —Llegué a un acuerdo con Vasileiou, Ana. Tiene un nieto ilegítimo y quiere salvar la reputación de la familia consiguiéndole una esposa de buena familia, una esposa de sangre griega y buen apellido. —explicó.
—¡Es tan fácil cambiar una hija por dinero!—susurró ella dolida, en medio del llanto.
—He llegado a un acuerdo con Bemus Vasileiou y no pienso ser yo quien dé el paso atrás, así que ve a cambiarte. Nos vamos ya mismo a organizar con ellos lo concerniente a la fiesta de compromiso.— dijo su padre con decisión y ella sólo pudo llorar en silencio, aterrada de que se descubriera su secreto.
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ESPOSA SUSTITUTA (Saga Vasileiou I)
RomanceAna nunca ha sido el primer lugar... Pero, después de tanto tiempo sumida en una vida solitaria, por fin la vida le da la oportunidad de hacer algo diferente. Ella finalmente podrá ser alguien en la sociedad griega y, al mismo tiempo, salvará a su...