CAPÍTULO 71

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Keelan gruñó una vez más, frustrado al ver que los agentes de la policía no le daban soluciones para su problema.

La noche anterior había ido al yate con la esperanza de encontrarla, pensó que era lo más lógico, que ella hubiese ido al yate a esperarlo para partirle los huevos por lo que había visto. Pero no, cuando llegó y revisó todo, se dio cuenta de que ella no estaba ahí... Fue justo en ese momento que la desesperación lo sobrepasó.

Fue a la policía con la esperanza de obtener ayuda, y después que les contó lo sucedido, sintió que había perdido su tiempo.

—¡Le dije que mi esposa estaba en el lugar, apareció mi ex amante y ella simplemente se fue!... Aparece en las cámaras de seguridad cuando sale de la tienda, pero luego no se ve en las grabaciones de las calles. —exclamó Keelan frustrado, subiendo la voz.

El policía lo observó con seriedad, y luego suspiró.

—Mire, no quiero decepcionarle, pero honestamente no hay pruebas de lo que sucedió con su esposa después de que salió de la tienda. Es posible que esté haciéndolo pagar por lo de su infidelidad, amigo... Así que por qué mejor no... —comenzó a explicar el agente.

—¡Que no fui infiel! —rugió Keelan cansado de que lo acusaran de ser infiel. —Desde que me casé, no he tenido tiempo más que para pensar, pelear, amar y soportar las bromas que me hace mi esposa... Ella es increíble, no me quejo, pero también es cien por ciento absorbente... ¡Es imposible que yo hubiese podido serle infiel! —se defendió Keelan, sintiendo unas inmensas ganas de llorar. Estaba cansado de explicar lo mismo, ya se había dado cuenta de que en la policía no iba a conseguir la ayuda que necesitaba.

Dejando al agente con las palabras en la boca, salió molesto de la institución. Las calles de Mykonos lo recibieron con un sol abrasador. Keelan pensó en que antes no las sintió así, ahora de pronto se sentían calurosas, desesperantes y tan desoladas que no parecían un destino turístico.

Estaba enojado, preocupado y encima se sentía totalmente culpable.

No sabía cómo hacer para resolver esa situación, además de que tenía la corazonada de que se habían llevado a Anastasia.

Él estaba seguro de que no podría haber desaparecido así por así.

No quería hablar con su abuelo, ni con su suegro; pues sabía que iban a querer investigar lo que había sucedido, pero él no estaba de humor para soportar los reproches de su abuelo... A pesar de qué sabía que el anciano tenía razón, pues ya le había advertido, antes de qué siquiera viajarán, que debía dejar las cosas claras con Ignacia para que no afectará su relación.

Pero no, él siguió de terco (Vasileiou tenía que ser) fingiendo que tenía todo bajo control cuando en realidad no era así.

Había jodido todo.

Ahora estaba sin su esposa, sin su bebé, y con un cargo de conciencia terrible.

A pesar de que él mismo sabía que desde que se había casado con Anastasia no tuvo ojos para otra mujer que no fuera su esposa.

De nuevo regresó al yate, buscó su teléfono como loco, porque necesitaba contactar a su hermano, pero nunca lo encontró.

Estaba cansado de que nada le saliera bien, nunca había sufrido de esos males. Siempre había sido controlador, vivaz y precavido, pero ahora nada le salía bien.

Sintiendo unas terribles ganas de romper cosas, regresó a un centro comercial.

Consiguió un teléfono nuevo y llamó a Kal.

ESPOSA SUSTITUTA (Saga Vasileiou I)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora