CAPÍTULO 12

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Ana hizo una mueca.

—En primer lugar; quiero dejar claro que no te estoy forzando, ni presionando a nada sólo porque tuvimos sexo.—comenzó a decir.

—Sexo.— repitió Keelan, interrumpiéndola.

—Sí, sexo.—

—Una palabra un poco atrevida para alguien que no me deja describir lo que hicimos.—dijo él burlón y Anastasia sintió que una sonrisa luchaba por formarse en sus labios.

Mantente seria, se dijo.

—Es diferente.—dijo ella fingiendo ser tajante. Jamás iba a reconocer que sentía cosas extrañas cuando él le hablaba así. —Como decía, no te estoy forzando a nada. Podemos anular el matrimonio hoy mismo, si quieres. O mañana... ¡Cuando te parezca! —replicó, levantando la barbilla. —Mientras no consumemos el matrimonio, eres libre de anularlo en cualquier momento.—aseguró y sus palabras surtieron el efecto correcto en su esposo.

—¿Eso es lo que quieres que haga?— preguntó él, como si no se lo pudiera creer.

–No, en realidad no. He hecho unas promesas y pienso cumplirlas, por el bienestar de mi familia. Es por eso que te hablé de un trato. Pensé en un matrimonio por contrato. Cada quién por su lado, ambas familias se benefician y nosotros también. —indicó levantando la barbilla con elegancia.

Keelan lucía estupefacto, lo cual, a éstas alturas la hacía sentir empoderada.

Había sorprendido demasiadas veces a ese hombre en un mismo día, tenía que estarlo haciendo más que sólo "bien".

—¿A qué te refieres con "cada quien por su lado"?—preguntó él.

—Tú puedes hacer con tu vida lo que quieras y yo también.— explicó.

—Imposible. Eso no podrá ser. —respondió su esposo con el ceño fruncido.

—¿Por qué? Si para mí suena como el plan perfecto.— dijo ella poniendo su mejor sonrisa dulce.

—Pues no es tan perfecto, porque si seguimos juntos se nos exigirán ciertas cosas...—

—¿Cómo qué?—preguntó ella rápidamente.

No entendía a su esposo, pero ya notaba grietas en sus determinaciones.

Anastasia sabía que tenía oportunidad. Sólo debía mantenerse firme.

—Un heredero... —dijo sin más.

—¡Ah, eso! No te preocupes, hay formas de mantenerlos tranquilos. Podemos decir que...—comenzó a decir ella.

—Estamos hablando de un hijo como propósito de éste matrimonio, Anastasia. Al igual que en cada matrimonio de familias griegas... Y, no sé si lo has pensado, pero es posible que ya lo lleves creciendo dentro de ti.—respondió Keelan.

—¿De qué estás hablando?—preguntó ella como si tuviera problemas para entender las palabras de su esposo.

No los tenía.

Había entendido perfectamente lo que él le dijo... Pero no podía asimilarlo.

La noche en que habían estado juntos ella no pensó en nada, por supuesto que olvidó la protección.

No pensó en una posibilidad de embarazo porque asumió que un hombre experimentado como él se encargaría o algo así.

Qué idiota fue.

—Es una posibilidad que estés embarazada... Lo hicimos tres veces. En ninguna usé protección... No sé tú, pero yo sé hacer cálculos.—murmuró él encogiéndose de hombros.

ESPOSA SUSTITUTA (Saga Vasileiou I)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora