CAPÍTULO 35

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Sentía que estaba controlándola demasiado y ya eso le estaba incomodando, pero decidió guardarse su reclamo para otro momento pues le parecía que ya habían hecho el ridículo bastante en esa clínica.

—Tomamos la decisión de mantenerlo de forma confidencial... Mientras tanto no es nada de qué preocuparse, pero la verdad nos gustaría hacerlo de una manera bastante prudente. Esperamos a que ustedes nos indiquen que están de acuerdo para tomar la muestra y practicar el examen. —indicó el doctor.

Ante esa información, Anastasia y Keelan se miraron fijamente durante un par de segundos. Fue algo extraño, algún tipo de conexión que jamás les había sucedido pero que, en lugar de sentirse incómoda, parecía que era un punto de inflexión entre ambos.

Un punto de inflexión en el que con sólo una mirada podían llegar a ponerse de acuerdo sobre algo. Ambos se sorprendieron de lo bien que se sentía eso, lo bien que se sentía tomar una decisión juntos.

—Ella va a hacerlo, doctor. —dijo Keelan y Anastasia asintió, dejando claro que estaba de acuerdo con su esposo.

—¡Qué suerte que vine preparado! —dijo el doctor sacando una jeringa y enroscándole la aguja en la punta.

Keelan pudo ver cómo Anastasia se tensó un poco pero fingió no estar nerviosa y valientemente extendió el brazo y se aclaró la garganta.

—Estoy lista, puede tomar la muestra. —ofreció ella y él asintió. Limpió la piel de Anastasia e introdujo la aguja en su piel.

Keelan vio cómo la jeringa se llenaba del líquido carmesí y humedeció sus labios cuando Anastasia soltó un siseo. Se sentía incómodo de verla cerrar los ojos con fuerza.

Él sabía que tomar una muestra de sangre no dolía demasiado, pero de igual forma se sentía tenso e incapaz de evitarle eso a ella. Pensó en que últimamente estaba prestándole atención a cosas muy estúpidas y simplemente miro en otra dirección, intentando ignorar lo que estaba presenciando y la forma en la que se sentía.

El doctor terminó de tomar la muestra y una vez que la tuvo en sus manos, les sonrió.

—En unos minutos espero obtener los resultados... Pediré que le den prioridad sobre otras pruebas, espero que me la entreguen más rápido, pues no es una prueba que normalmente esté lista en menos de un par de horas. —les informó.

—Está bien, doctor. —respondió Keelan y estrechó la mano con el hombre. El doctor salió de la habitación y una vez que quedaron solos, el espacio se sumió en un silencio abrumador.

Ninguno de los dos quería dirigirle la palabra al otro. Ambos estaban molestos.

Anastasia estaba indignada de que Keelan quisiera meterse en su vida después de haberla dejado tanto tiempo sola y a él le parecía que ella estaba siendo caprichosa y terca sobre negar su matrimonio.

Bueno, eso y el hecho de qué era su mujer, le gustara o no.

Cada uno estaba perdido en sus pensamientos, por lo que no se dieron cuenta de lo rápido que pasó el tiempo.

Los resultados se tardaron mucho tiempo, más de lo esperado.

Cuando había pasado más o menos una hora y media, Keelan comenzó a pensar en que debía ir a buscar al doctor y exigirle que finalmente les entregaran los resultados del examen o le diera una respuesta sobre lo que estaba sufriendo su esposa. Pero justo cuando él comenzó a pensar en ello, Basil regresó a la habitación.

En esa ocasión regresó solo y Anastasia rápidamente se extrañó ante eso.

—¿Dónde están los niños? —preguntó ella cuando lo vio cerrar la puerta luego de entrar a la habitación.

—Conseguí una niñera de urgencia, pues creo que no era lo mejor tenerlos aquí en el hospital. Además de que evito que ellos estén presentes en situaciones o ambientes hostiles. —indicó lanzando la puya a Keelan, quien fingió no haberlo escuchado.

Anastasia abrió la boca para responderle algo gracioso, sintiéndose divertida de qué alguien más se sumará en su campaña contra su esposo, pero sus palabras no articuladas se vieron interrumpidas por la entrada abrupta del doctor.

A ella se le ocurrió que parecía ser el momento de reunión en el lugar.

—¡El interno que dio la idea no se equivocó! —informó el doctor emocionado, en cuanto entró a la habitación, blandía una hoja de papel en su mano.

—¿A qué se refiere, doc? ¿Qué resultado dio la prueba? —preguntó su esposo rápidamente, poniéndose de pie al tiempo que ella se sentaba recta sobre la camilla.

—Lo único que nos faltaba por hacer era una prueba de embarazo. —soltó el doctor y Anastasia soltó un bufido.

—Sí, pues si nos hubiese informado de qué tipo de prueba estaba hablando y le hubiésemos dicho que iba perder el tiempo, doctor. —dijo ella y Basil se mantuvo expectante, ante el giro de la conversación.

—Pues me gustaría saber de dónde usted saca que perdí el tiempo. —respondió el doctor con suspicacia. Tal parecía qué no le gustaba que le llevaran la contraria.

—Fuimos a consulta hace un día, casi dos. —respondió Keelan.

—Y claramente nos dijo la doctora que no estaba embarazada a pesar de qué yo había estado sintiendo como que sí. —dijo Anastasia terminando de complementar las palabras anteriores de Keelan.

—¡Oh! ¿sí? —exclamó el doctor entre asombrado y divertido. —Pues permítanme decirles que esa doctora parece haber obtenido su título en una caja de cereales. —agregó y todos en habitación se quedaron en silencio, mirándolo atentos. —Según esta prueba usted está embarazada, Sra. Vasileiou.—soltó.

—¿Qué?—preguntó Basil sin podérselo creer.

—Lo que dije. —le respondió el profesional mirándolo por encima de los lentes. —¡Felicitaciones! —agregó, mirando de Anastasia a Keelan y de regreso.

—No puedo creerlo. —soltó Anastasia intentando procesar lo que había sucedido en esos últimos cinco minutos.

Keelan seguía como congelado, luchando por entender las palabras del doctor.

—Usted está embarazada, Sra. Vasileiou. —repitió el doctor y Basil no se pudo contener. Soltó un jadeo.

—Sí, bueno... Es típico de un matrimonio poco convencional, ¿no? —gruñó y miró a Anastasia con enojo.

Sentía que ella le había mentido en su cara.

Él, sin esperar más tiempo, salió de la habitación dando un portazo.

Con eso dejó claro que efectivamente la noticia le había sentado muy mal.

Anastasia (quién en ese momento ni siquiera podía pensar en la reacción de Basil) se veía pálida; tan blanca como una hoja de papel.

Las palabras del doctor sonaban una y otra vez en su mente.

Ella observó a Keelan en silencio y él, asombrado, lo único que hizo fue sentarse de nuevo.

—¿Esos exámenes son cien por ciento confiables? —logró preguntar, consiguiendo de nuevo su voz. El doctor asintió rápidamente.

—Se tardó un poco más de lo esperado, pero su complejidad es exactamente lo que nos asegura que no hay casos en los que este examen se equivoque en su resultado. Siempre es confiable. —explicó y ambos asintieron.

—Gracias, doctor. —dijo Anastasia.

—A continuación, le vamos a referir hacia un buen ginecobstetra; para que pueda disfrutar de un embarazo saludable y controlarse, pues necesita estar al pendiente del crecimiento de su pequeño dentro del vientre. —le dijo el doctor con dulzura, acercándose a la camilla al tiempo que le tendía un pequeño folleto.

Era sobre maternidad y la simple portada le hizo sentir el corazón arrugadito.

¡Su instinto no se había equivocado!

¡Iba a ser madre!

El destino les había jugado una mala pasada, pero las cartas ya estaban sobre la mesa y el primer turno del juego apenas estaba comenzando.

ESPOSA SUSTITUTA (Saga Vasileiou I)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora