CAPÍTULO 7

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—¡Soy un pretendiente de Elora!—respondió rápidamente y a Keelan casi se le escapa una carcajada ahí mismo.

Era un pretendiente poco detallista, pensó él; pues no se había dado cuenta que la mujer que estaba a su lado en el altar era mucho más baja y curvilínea que Elora Makris... Keelan no era estúpido, jamás lo fue.

Ahora estaba más que seguro, alguien les había tendido una trampa a él y a su familia.

¡Pero se iban a enterar de quién era él!

Anastasia no podía creer su mala suerte.

Estaba a punto de firmar y justo apareció ese hombre.

Al escucharlo se tensó, pero no por las razones que pudiera pensar cualquiera, como que había sido expuesta o algo, no.

Sino porque temía que le subieran el velo y revelaran su identidad.

Estaba segura de que su futuro esposo no le perdonaría tal engaño, pues no sabía si era por su sentimiento de culpa o por otra cosa, que sentía su presencia tan pesada y autoritaria.

Lamentablemente, ella no podía ver más allá de sus pies entaconados, pero si de algo estaba segura es que eso que decía ese hombre era una gran mentira.

Oh, Anastasia conocía muy bien a su hermana.

Elora no aceptaba pretendientes así tan fácil, no.

Ella era más de cazar a su presa; jamás fue de ser cazada o reclamada por nadie.

Y honestamente, ahora que lo pensaba, debió de suponer hace mucho que su hermana

—No puedo permitir que te cases con él, Elora. —comenzó a decir el tipo y Ana entrecerró los ojos, intentando ver a través del velo, pero fue imposible.

—¿Ah, sí? ¿Quién eres tú para interrumpir la boda de un Vasileiou?—preguntó una voz y ella la identificó como la voz de Bemus Vasileiou, sólo que sonaba más autoritaria; nada qué ver con la voz que había usado con ella.

—¿Qué quién soy?... Yo, soy quien tiene pruebas de que Keelan Vasileiou estuvo siéndole infiel a la novia un par de días antes de la boda! —exclamó el hombre y se escuchó una risotada del abuelo de Keelan.

Anastasia pudo sentir cómo Keelan se tensaba a su lado y ella se sintió un poco mal.

Era posible que se casara con un hombre que ya amaba a otra, nunca pensó en eso.

Ella no tenía moral de reclamar nada, además de ser una impostora había perdido su virginidad recientemente, pero eso no quitaba que le escociera el pecho ante la obvia culpabilidad de Keelan.

—¿Te refieres a que le fue infiel a la novia... Con la chica del video?—preguntó en voz alta el mayor de los Vasileiou.

—¡Sí, eso...!—comenzó a responder el intruso, mientras ella escuchaba atenta.

De pronto, el velo que obstruía la vista de Anastasia fue levantado y pudo ver con claridad el lugar.

Sus ojos lucharon por adaptarse a la luz rápidamente.

Sorprendida, ella pudo ver que no había muchas personas, pero las pocas que estaban presentes parecían estar sincronizadas, porque dieron un jadeo colectivo al ver su rostro.

Se sentía horrible, lo que fuera que hicieran los Vasileiou en venganza, se lo merecía.

Intentó engañarlos y meterles gato por liebre.

No quería achacar la culpa a su padre, así que pensó en echársela encima.

Anastasia rápidamente buscó la expresión de Keelan y se quedó de piedra.

ESPOSA SUSTITUTA (Saga Vasileiou I)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora