Capítulo 5

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Sofía de vez en cuando tosía mucho, Nalia volvió a prepararle sus agüitas, que aseguraba, le harían bien.

―Esta niñita se nos quiere agripar, pero con estas aguitas, la mantendremos bien ―aseguró Nalia.

―Ha tosido bastante ―comentó María Cristina.

―Sí, le duelen las articulaciones y está cansada ―explicó María Elena―, parece que sí se quiere agripar.

―Ojalá pase luego ―deseó María Cristina.

―Ya les dije que, con estas hierbitas, pasará ―aseveró Nalia.

María Cristina con César congeniaron muy bien con Adolfo y María Elena, sintieron como si se conocieran desde siempre y se sintieron a gusto de compartir esa comida.

Terminó la velada y se despidieron.

―Vengan a almorzar el sábado ―invitó Nalia―, los chicos irán a la playa y estaremos los cuatro solos.

―Gracias, claro que vendremos y así aprovecharemos de compartir un rato más ―aceptó María Cristina.

Pablo se quedó un rato con Claudia, y Sofía con Esteban se sentaron en unas mecedoras en la terraza.

―¿Cómo estás, Sofi? ―preguntó Esteban.

―Bien, lo pasé muy bien. Qué manera de reírme.

―Sí, pero estás pálida. ¿Te sientes bien? Has tosido bastante.

―Creo que me agriparé, espero que con las agüitas que me preparó la tía se me pase.

―¿Qué otra cosa sientes?

―Dolor de piernas y hoy después de dormir me dolían los huesos, las articulaciones, pero pasará, no voy a arruinar un finde tan lindo.

―Te ves cansada.

―Sí, también, pero te dije que pasará, estamos con muchos exámenes y trabajos, nada que no pueda solucionar un buen fin de semana con mis primos queridos y nuestros amigos.

―Mañana iremos a algún lugar y el sábado lo pasaremos muy bien.

―¿El sábado irá Soledad? ¿La conoceré?

―Sí, también irá, pero una cosa prima, no bromees con eso.

―Ah, no sé, creo que me desquitaré de muchas cosas ―exclamó, Sofía, divertida.

―Pobre de ti, mocosa.

―Oye, no me trates así. ―Sofía reía.

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