Capítulo 67

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El viaje estuvo tranquilo y llegaron bien a Santiago; el transfer que los llevaba dejó a Vania y sus padres en su casa y luego llevó a Sofía y a sus padres a la de ellos. El día pasó tranquilo, Sofía estaba un poco decaída porque no quería hacer quimio otra vez, pero era lo que tenía que hacer, sabía que no podía bajar los brazos.

Recordó al hombre de los ojos verdes. No podía sacarlo de su cabeza, añoraba verlo otra vez, pero sabía que había una posibilidad en un millón de volver a verlo.

El miércoles llegaron a la consulta del doctor Rosales.

Después de los saludos de rigor, Sofía preguntó:

―Doctor ¿Los tratamientos no están dando resultado, ¿verdad?

―Sofía, no están dando el resultado esperado, las células cancerosas siguen ahí, pero no se han multiplicado y eso es bueno, eso quiere decir que el tratamiento que te hemos administrado sí ha funcionado, pero no de la manera esperada, no estás peor que antes; ahora te pondremos otro medicamento, es más potente que los anteriores, por lo tanto, debieras andar bien.

―¿Y si no, doctor? ―preguntó Sofía.

―No nos adelantemos, chiquilla, esperemos los resultados ―pidió el doctor. Sofía recordó lo que le decía Soledad.

―Y otra vez los exámenes... lo mismo de siempre ―susurró ella―, y esos días horribles.

―Sofía, el tratamiento es así, no podemos dejarlo, no puedes bajar los brazos ahora. ¿Cómo te sientes anímicamente? ¿Crees que debieras ir a un psicólogo?

―No, doctor, tengo una amiga con la que hablo y me hace muy bien. Ella es psicóloga, pero no me está atendiendo, sé que no puede hacerlo, hablamos como amigas.

―Bueno, pero si necesitan ayuda profesional, solo me lo dicen, hay mucha gente que lo hace.

―No, Mario ―explicó Adolfo―, hemos aprendido a conversar más y a decir lo que sentimos, a apoyarnos y tenemos mucha gente que está con nosotros.

―Lo sé y eso es bueno, la red de apoyo es muy importante en estos casos, pero si lo necesitan solo tienen que pedirlo.

―Gracias ―agradeció María Elena.

―De nada, estamos para eso. Ahora irás con Cynthia, como siempre ―informó el doctor a Sofía.

La enfermera entró a la consulta y llevó a Sofía a la Sala de Procedimiento.

―Mario, dinos la verdad, por favor―pidió Adolfo―, ¿está peor nuestra hija? ¿por qué no resultan los tratamientos?

―No está peor, Adolfo ―explicó el doctor―, hemos logrado que las células no se multipliquen...

Desde el almaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora