Capítulo 77

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―Es muy posible que continúe el tratamiento acá.

―Pero... ¿cómo?... ¿por qué? ¿desde cuándo que está enferma?... Sofi ―dijo yendo a sentarse junto a su prima, la abrazó.

―En octubre fuimos al médico porque ella estaba con síntomas que no sabíamos a qué se debían, le hicieron exámenes y ellos arrojaron la leucemia.

―Claudia, perdóname ―pidió Sofía con lágrimas en los ojos―, yo no quise que te contaran porque estabas a punto de casarte, no quería que sufrieran.

―¿Ustedes lo sabían? ―preguntó a su mamá y a Esteban

―No de inmediato, supimos después ―explicó Esteban―, pero no podíamos decir nada, esta princesita no quería que ustedes sufrieran.

―Pero para eso está la familia, ¿no? ―intervino Pablo―, para apoyarnos en los momentos difíciles.

―Pero no. Yo no quería que ustedes sufrieran y les pido perdón por arruinar este día.

―Nada de perdón, prima ―dijo Claudia, secándose las lágrimas que corrían por su rostro―, ahora estaremos siempre contigo, ya no tienen que fingir nada, no te dejaremos sola, ¿verdad, Pablo?

―Así es, no nos pidas que te dejemos sola, Sofía, porque no lo haremos. Todo este tiempo guardándose algo tan importante, por cuidar nuestra felicidad.

―¿Cómo habrían andado en su luna de miel? ―preguntó Sofía.

―No habríamos ido, Sofía, nos habríamos quedado con ustedes ―aseguró Pablo.

―Entonces es mejor no haberles dicho ―exclamó Sofía―, no podían perderse algo así.

―Bueno, ya todos sabemos ―intervino Nalia―, ahora estaremos todos con ustedes, mi niña. Sola no vas a estar, solos no van a estar ―corrigió.

―Ahora hay que seguir adelante, hacer todo lo que diga el doctor y no bajar los brazos― intervino Esteban.

―Así es ―afirmó Claudia―, hay que seguir al pie de la letra lo que diga el doctor y ojalá puedas seguir el tratamiento acá.

―Ojalá se pueda, no quiero viajar tanto ―dijo Sofía.

―A ver... las veces que iban a Santiago... ¿ibas a las quimios? ―preguntó Claudia, que ahora todo le calzaba.

―Así es...

―¿Cómo nunca me di cuenta?

―Porque los efectos secundarios de la quimio los pasaba en Santiago, viajábamos cuando ya se sentía mejor ―explicó Adolfo.

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