Cenaron entre risas y coqueteos. Cuando terminaron de cenar, Sofía tomó la mano de Fer y lo llevó al cuarto. Grande fue su sorpresa al ver la cama con pétalos de rosas blanco y rojos, también había encendido unas velas que le daban a la habitación un toque de romanticismo e intimidad.
Fer miró a su mujer y la vio tan distinta a las mujeres que había conocido. Ella era suya, completamente suya, pero por amor, por amor del bueno, del verdadero, de ese que sale del alma y te cambia por completo. La abrazó, la besó con pasión y la dejó en la cama. Él no podía resistirse a ella. La acarició con ternura y pasión, la desnudó lento mientras la besaba y la acariciaba. Besó su cuerpo de terciopelo. Besó sus labios seductores, miró esos ojos color miel que lo enloquecían, ya no había en ellos esa tristeza que vio la primera vez. Era feliz y él era feliz al verla a ella así.
―Te amo, eres tan linda, preciosa, y me encanta tenerte así entre mis brazos y recordar esa primera vez que te vi en la playa, me dieron ganas de abrazarte y besarte. Sentí algo que nunca había sentido antes y después esa voz por el teléfono, terminó por enamorarme. Te amo tanto, preciosa.
―Y yo a ti, mi amor y también recuerdo esa primera vez y las veces que fui a la playa para verte otra vez y nunca más te vi. Para mí el hombre de los ojos verdes y el Fer del teléfono, eran el mismo. Fue extraño todo, pero desde ese día te amé desde el alma.
―Sí, mi amor, nos amamos desde el alma, nunca dudes del amor que siento por ti.
―No, mi amor, sé que me amas como yo a ti.
Se acariciaban con locura, Sofía conocía ese cuerpo fuerte y sediento de placer y lo hacía gemir de pasión con sus manos que lo recorrían entero y Fer había aprendido a conocerla y a darle el placer que a ella la volvía loca. Se conocían sexualmente.
Hicieron el amor con una pasión desbordada, con su vida entera.
Siguieron los días sin problemas, ellos se amaban con el alma y eso era lo que importaba.
Fer llegó esa tarde de viernes y le dijo a Sofía que fueran a la playa. Hacía frío, pero no les importaba, Sofía se abrigó con parka y jeans negros y un gorro y bufanda de color turquesa, se veía linda. Caminaron por la playa tomados de la mano, se sentaron donde se vieron la primera vez y recordaron.
―Allí estabas cuando te vi, Vania te llamó y así supe que te llamabas Sofía, entraste en mi corazón en ese instante, pero yo me iba a Nueva york, ya no te vería. Me fui rápido porque me dio miedo lo que sentí, pensé que eras una veraneante más y que te irías. Cuando te volví a ver, no lo podía creer y a la vez, hablaba por teléfono con la prima de mi amigo, y eso fue lo extraño, que para mí eran una, sin saberlo con certeza.
―A mí me pasó lo mismo cuando hablaba contigo, me recordabas al hombre de los ojos verdes que me mataron y cuando te veía, pensaba en Fer. De verdad fue muy extraño.
―Extraño, sí, pero fue un amor que nació desde el alma, sin siquiera tener un contacto físico, por eso ahora que estás aquí, a mi lado, te voy a cuidar siempre, para que nunca quieras dejarme.
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Desde el alma
RomanceSofía es una chica de veinte años universitaria, que se dedica solo a estudiar hasta que un día le descubren una terrible enfermedad y entonces se da cuenta de que su vida ha transcurrido entre estudios y libros y no ha vivido la vida de verdad. Pas...