Capítulo 34

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María Elena entró a la cocina y se preparó un café. Iris estaba haciendo las cosas de la casa. "Debe ser por todo lo que está pasando", pensó, pero no dejaba de darle pena. En la tarde llegó Lucía, que no la dejaba sola.

―¿Qué pasa, María Elena? Te noto triste, más que otras veces.

―Hoy Sofía me dijo algo que me dio mucha pena.

―¿Qué te dijo?

―Que no siempre que ella vomitara tenía que estar yo con ella en el baño, que ella tenía que valerse por sí misma, que ya no era una niña y que nosotros queríamos verla siempre como nuestra bebé, que ya había crecido, que quería vivir su vida, que la acompañáramos pero que no viviéramos su vida por ella. Me dio mucha pena.

―Amiga, ella tiene razón, nosotros como padres debemos apoyarlos en todo, pero debemos darles alas, para que aprendan a volar solos. Es verdad que ya crecieron, ya no son unas niñas, aunque quisiéramos verlas siempre así.

―¿Y eso cómo se hace?

―Dejándolas que hagan ellas sus cosas, pero estando ahí cuando necesiten de un consejo o apoyo. Si se equivocan, les servirá de experiencia, por eso siempre hay que aconsejarlas, pero que ellas tomen sus decisiones. Hay que dejarlas que sean independientes, pero sin quitarles el ojo de encima, amiga, y es difícil, pero hay que hacerlo.

―Nunca me había dicho esto que me dijo ahora.

―Porque ella debe pensar en todo lo que está viviendo, amiga, sé que es duro, pero ¿no crees que ella ha pensado en que quizá pueda morir y no va a vivir su vida? ¿Que la van a vivir ustedes por ella?

―Yo me muero si ella se muere, Lucía...

―Te entiendo, Mané, porque si a la Vania le pasara esto, yo estaría como tú. Demuéstrale que confías en ella, déjala que ella viva su vida, y si necesita apoyo o un consejo, tenlo por seguro que te lo pedirá. Ahora te prepararé un café cargado para que recuperes fuerzas, quédate aquí que yo te lo traigo.

―Gracias, Lucía.

Cuando volvió Lucía con los cafés, María Elena le contó:

―El domingo llega Esteban.

―Me alegro, Mané, les hará bien estar otra vez con alguien de la familia.

―Sí, él quiere verla, no se conforma con lo que le digan.

―Por supuesto y eso está bien, así la Sofi también estará acompañada de su primo, el hermano que no tuvo dice ella.

―Así es, así lo siente y para él, ella y la Claudia son sus princesas.

―Le hará bien verlo, amiga, y a ustedes también.

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