Los chicos se fueron; habían quedado de juntarse en la Playa Pucará, en el Espigón, que era un mirador con juegos, parque y lugares para comer. Algunos de los chicos ya habían llegado.
―Hola, amigos ―saludó Esteban.
Los chicos, a medida que llegaban, saludaban a Sofía, y a los chicos que ya estaban allí; se habían hecho buenos amigos de ella durante los veranos que iba a Villarrica, y se comunicaban por las Redes Sociales.
Llegó Soledad, y Esteban le presentó a Sofía.
―Hola, Sole, es un gusto conocerte.
―Hola, Sofi, para mí también lo es, Esteban me ha hablado mucho de ti.
―¿Sí? ¿Bien o mal? ―Sonrió Sofía.
―Solo cosas buenas ―respondió Soledad.
―Más te vale, primo.
Esteban la miró con una sonrisa.
Llegaron los demás chicos y caminaron por la orilla de la playa. Luego, se sentaron en la arena, tocaron guitarra y cantaron, conversaron mucho.
―¿Cómo estás, Sofi? ¿Cómo estuvo el viaje? ―preguntó Seba.
―Estoy bien, aunque un poco cansada por los exámenes y trabajos de la U, y el viaje bien, solo que no dormí mucho en la noche ya que el vuelo salía a las seis de la mañana.
―Bueno, pero así aprovecharon todo el día.
―Sí, así es, y ¿ustedes? Veo que están juntos con la Jessie ―comentó Sofía.
―Así es, Sofi, estamos pololeando ―contó ella.
―Qué bien, los felicito, me alegro mucho.
―Gracias ―dijeron ellos.
―¿Quién más está pololeando? ―se interesó Sofía.
―Nosotros ―dijo Matías, abrazando a Rocío―, también estamos pololeando.
―Así es ―acotó la chica.
―Les deseo toda la felicidad del mundo.
―Gracias, Sofi ― agradecieron ellos.
―Con Gonzalo estamos pololeando también ―contó Caro.
―¡Qué bueno! Los felicito.
―Gracias, amiga.

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Desde el alma
عاطفيةSofía es una chica de veinte años universitaria, que se dedica solo a estudiar hasta que un día le descubren una terrible enfermedad y entonces se da cuenta de que su vida ha transcurrido entre estudios y libros y no ha vivido la vida de verdad. Pas...