Capítulo 3

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Sofía no fue en toda la semana al gimnasio, no se sentía con fuerzas y el dolor de piernas no se le pasaba.

―¿Mañana irás al gimnasio? ―preguntó Vania el viernes en la tarde.

―No, me duelen las piernas y estoy cansada.

―Sigues con eso ―intervino Paula―, deberías ir al médico, Sofi.

―No es nada, no se preocupen, el finde largo descansaré y llegaré renovada, ya lo verán.

―Pero si sigues igual deberías ir al médico, no seas porfiada, puede ser que tengas anemia por lo mal que te alimentas ―insistió Beatriz―. Hace más de una semana que estás así. ¿Le contaste a tus padres?

Si supieran que hacía tres meses que estaba así...

―Mi mamá sabe que me duelen las piernas y estoy cansada, pero si sigo así, iré al médico cuando regrese, no creo que tenga anemia, en a casa como de todo lo que mi mamá cocina, tranquilas y gracias por la preocupación.

―Nos preocupamos porque somos tus amigas y te queremos ―aseguró Paula.

―Yo también las quiero mucho ―respondió Sofía―. Bueno, yo me voy, tengo que estudiar todo este fin de semana, no voy a querer saber nada de cuadernos cuando vaya a Villarrica.

Las chicas se despidieron y se fue cada una a su casa.

Para las chicas la semana pasó tranquila, pero no así para Juan Carlos.

―¿Qué pasa, Isabel? ¿qué quieres?

―Estar contigo, eres mi pololo, ¿no?

―No, Isa, ya no quiero serlo, te dije el otro día que quiero terminar contigo, dejemos todo hasta aquí.

―¡No, Juan Carlos! ¡Te dije que no quiero terminar!

―Nos vamos a dar vuelta en lo mismo, Isa, ya basta.

―He visto cómo miras a la Vania.

―¿Qué?

―Eso, que he visto cómo la miras.

―No empieces con tus celos sin fundamento, Isa, por favor, ya no quiero escucharte.

―Pero me tendrás que oír, no quiero que hables con ella, ¿quedó claro?

―Me has visto hablando con ella? Además, yo no tengo que pedirte permiso para hablar con quien a mí se me antoje, ¿te quedó claro a ti?

Desde el almaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora