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DE NOCHE


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DAMIAN.

Era de noche, las nubes tapaban las estrellas y pequeñas gotas de agua caían del cielo. El pasto estaba húmedo debajo de mí, las gotas de agua viajaban desde mi nariz y se deslizaban por mi barbilla hasta mi cuello. Tenía el cabello y la ropa mojada, pero no me importaba a estas alturas.

Suelo venir al acantilado junto a la carretera de Gotham después de mi patrullaje, me acuesto en el suelo y miro el cielo nublado esperando alguna vez poder ver las estrellas. Me ayudaba a limpiar esos recuerdos dolorosos que venían a mi antes de dormir.

Mis manos estaban cubiertas de sangre y rasguños en mi cara, me dolía el estómago pero jamás se lo diría a nadie. No recuerdo la última vez que comí bien.

Tsk. Mi abuelo se reiría de mí y me daría una paliza si supiera que había recibido una golpiza brutal por haber descuidado mi entrenamiento.

Padre había decidido que era buena idea que fuera a la universidad, desde entonces no me ha quedado mucho tiempo para mi entrenamiento y tampoco he podido encontrar paz. Los recuerdos y las pesadillas volvieron desde entonces, no dejo de asfixiarme cada vez que estoy entre tantas personas.

Llevo mi mano ensangrentada a mi pecho y lo presiono, sintiendo un leve cosquilleo en mi dedo meñique. Creo que me lo fracturé.

Genial, mi abuelo no solo se reiría y me daría una golpiza si me viera, también me recordaría lo estúpido y aniñado que era.

¿Por qué sigo pensando en él?

¿Por qué me sigue atormentando?

Cerré los ojos y respiré hondo el viento fresco que se elevó por unos segundos. El latido de mi corazón comenzó a calmarse y sentí que podría llegar a descansar en este lugar.

Una imágen de una cabeza siendo arrancada de un cuerpo, los gritos de un hombre, una espada y mis manos ensangrentadas irrumpieron mi mente y abrí mis ojos con fuerza, volviendo a sentir mi corazón acelerarse bajo mi mano.

Dolía.

Solo quería descansar un poco, pero ya veo que es como una maldición. Una maldición que mi familia se había ganado.

Oigo el crujido de las hojas y me siento sobre el suelo, volteando a ver hacia el pequeño bosque que tenía detrás. Era demasiado tarde para que hubiera alguien aquí, y aún más, no era un sitio donde la gente viniera.

Una chica sale del oscuro bosque, como una luz emergiendo de la oscuridad.

Tenía el cabello largo, le llegaba hasta el final de la espalda, era oscuro pero ante la luz podía ver destellos rojos, sus ojos eran cafés, tenía una piel bronceada y unos labios rosados rellenos que brillaban con... Alto.

—Lamento si te asusté —su voz era aterciopelada, casi como una caricia—. Pero te vi desde la carretera y pensé que necesitabas ayuda. —señala sobre su hombro pero no logro ver un vehículo.

Me levanto del suelo lentamente, alerta.

—Estoy bien. —es lo único que digo, evaluandola.

Sus ojos bajan hasta mis manos y yo me apresuro a entrelazarlas detrás de mi espalda.

—Por X'h... Dios —hace una mueca rara y parece arrepentirse de algo, luego me mira a los ojos y parece preocupada—. Estás herido.

—No, estoy bien.

—Tu rostro tiene varios cortes, estás sangrando... —dice, dando dos pasos hacia mí pero se detiene cuando yo doy uno atrás.

Soy muy desconfiado, pero lo soy aún más cuando una persona ve mi faceta débil.

✓ METANOIA | DAMIAN WAYNE [2]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora