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PREFERENCIAS

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DAMIAN.

Nos abrimos paso entre algunas personas, pasamos junto al bar y Colin se detiene viendo hacia la derecha, así que hago lo mismo. Había un escenario iluminado por luces rosadas, sobre él bailaban tres chicas rodeadas de hombres que le daban dinero y las piropeaban.

La chica del medio, la rubia, se movió frente a un grupo de hombres moviendo sus caderas y agachándose, pasando sus manos por su cabello. Su mirada se levanta hasta chocar con la mía y me ofrece una sonrisa mientras se pasa las manos por los pechos.

—¿Ya te llamó la atención alguna? —pregunta Colin, observando hacia el escenario—. Ten —me ofrece un boleto dorado y le doy una mirada confusa sin agarrarlo—. Ve a uno de los camarotes privados, una de las chicas te dará un show privado.

—¿Vienes aquí a diario? —agarro el boleto.

—A veces.

Frunzo mi seño y hago una mueca con asco antes de alejarme de él e ir hacia las cortinas que me señaló, no sin antes recibir una palmada en el hombro y un "disfruta" de su parte.

Llego frente a la mujer que está junto a las cortinas y le entrego el boleto sin decir nada. Ella me mira masticando su chicle, sus ojos oscuros me observan con curiosidad y sus cejas se alzan con sorpresa e interés.

—Buenas noches —saluda ella.

—Buenas noches.

Agarra el boleto sin dejar de darme esa mirada curiosa.

—¿Tiene un gusto en particular, joven?

Reprimo la presión que crece en uno de mis ojos cuando sigue masticando su chicle con ese ruido irritante.

—La rubia del escenario. —es todo lo que digo.

Ella mira hacia el escenario y observa a la chica que minutos atrás estaba bailando frente al grupo de hombres.

—Es una de nuestras mejores mercancías...

Saco de mi bolsillo un rollo de billetes y los pongo sobre su mano. Ella suelta una exclamación de sorpresa.

—Es urgente. —suelto, ella alza su mirada y yo le doy una mirada amenazante.

—En seguida —asiente rápidamente, luego se hace a un lado y corre las cortinas invitándome a pasar—. El compartimento número seis está libre.

Solo le doy un asentamiento y cruzo las cortinas. El lugar estaba oscuro, pequeñas luces rojas pegadas al techo iluminaban el largo pasillo, la voz de The Weeknd sonaba por todo el lugar, cortinas oscuras dividían habitaciones que estaban una al lado de la otra. Seguí caminando, escuchando voces salir de algunas habitaciones, observé los números colocados en la pared sobre las cortinas. Llegué frente al número seis y entré.

Un suspiro perezoso salió se mí al ver el lugar. Era una habitación pequeña, algo oscura ya que luces rosadas iluminaban el lugar, había un sofá largo y semi-circular de color negro, frente a él estaba una pequeña mesa de madera, sobre él un plato con caramelos y malvaviscos. En una esquina habia un pequeño bar con una heladera pequeña.

Caminé hacia el bar agarré una de las botellas de alcohol, lo destapé y lo olí, intentando descifrar si le pusieron alguna sustancia extraña. Decido no tomar ni comer nada de aquí, así que me siento en el sofá y espero.

Hasta que las cortinas oscuras se corren y la chica rubia con vestido rojo se apoya contra el marco de la entrada.

—Reconocería ese rostro donde fuera —dice, mirándome de abajo hacia arriba y conectar con mis ojos—. Me alegra ser de su preferencia —muerde su labio inferior y sus ojos celestes me envían una mirada seductora—. Le serviré como guste, señor Wayne.

✓ METANOIA | DAMIAN WAYNE [2]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora