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THOMAS.

"Thomas"

"Ayúdanos"

Siento una presión sobre mi cara, el sudor bajando por mi espalda y cuando trato de abrir los ojos solo veo oscuridad. Me sacudo alarmado y es cuando la bola de pelos sobre mí se baja, veo asustado hacia todos lados y noto a Titus mirándome fijamente.

—Me asustaste —suelto, sintiendo el sudor bajar por mi cara. Él solo ladra y me sigue mirando fijamente—. Vuelve a hacerlo y no vuelves a dormir en mi habitación —le advierto.

Salgo de la cama pero un destello en el suelo me detiene, cuando lo veo no hay nada. Aunque juraría que vi un brillo en mis pies. ¿Qué carajos?

Me froto la cabeza con los dedos y busco el despertador junto a mi cama, son las tres de la madrugada. Otra vez me despierto a la misma hora. Volteo a ver a Titus y el inclina la cabeza inocentemente, luego salta sobre mi cama y se recuesta para dormir.

Claro, me despierta y luego él duerme tranquilo.

Necesito un vaso de agua fría, muy fría. La temperatura se siente demasiado pesada. Abro la puerta y evito ponerme las pantuflas para no hacer ruido, el abuelo, mamá y Korina deben estar durmiendo, dudo que papá esté en casa cuando es bastante obvio lo que debe estar haciendo allá afuera. Jamás creí ver a papá con malos ojos hasta que llegamos aquí hace dos años y empezó a desaparecer hasta altas horas de la noche.

El pasillo está totalmente oscuro, paso delante de unas cuantas gárgolas decorativas y unos muebles antiguos hasta llegar a las escaleras. Me detengo al sentir una presión en mi pecho, es tan fuerte que el aire en mis pulmones se siente pesado y ¿caliente? Me pica la piel. Inhalo y exhalo para calmarme, debo calmarme, es otro de esos ataques de pánico. Toco mi pecho y siento un calor irradiar por él.

Cálmate.

"¡Thomas!"

Abro los ojos y volteo rápidamente hacia el pasillo. Acabo de escuchar el grito de una mujer, no, es el grito de mamá.

Corrí por el pasillo y me apresuré a llegar al final para empujar las puertas tan fuerte que se estrellaron contra las paredes, la bebé empieza a llorar pero solo busco a mamá con la mirada y la veo levantarse de la cama preocupada.

—¿Qué...? ¿Thomas? —me mira entre preocupada y sorprendida.

—¡Mamá! ¿Estás bien? —corro hacia ella y me subo a la cama para inspeccionar su rostro, me mira confundida y deja un beso en mi frente antes de levantarse para ir a alzar a Korina.

—Estoy bien, pero no puedes entrar así a la habitación, asustas a tu hermana —dice, balanceándola entre sus brazos para calmarla—. ¿Tuviste una pesadilla? —se acerca a acariciar mi rostro.

Esto es extraño. Fue su voz, ¿cierto? Era su voz gritándome por ayuda.

—Yo... Creo que sí.

¿Me quedé dormido mientras iba a las escaleras y tuve otra pesadilla?

—¿Quieres contarme? —los llantos de la bebé fueron aminorando hasta que se calmó, escondiendo la cara en el pecho de mamá.

—No sé qué era —digo confundido, se sintió tan real que comenzaba a sentirme un loco—. Pero se escuchaban como voces pidiendo ayuda.

—¿Voces?

—Y había una nebulosa llena de estrellas —explico, mostrándole con mis manos como era—. Eran millones de estrellas y cada una formaba un símbolo, algunas formaban letras.

—¿Y crees que es una pesadilla? Creo que es hermoso, tu mente está tan por las estrellas que incluso las sueñas —acaricia mi cabeza—. No veo lo malo en algo tan hermoso.

✓ METANOIA | DAMIAN WAYNE [2]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora