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MAR'I.

Eran las ocho de la mañana cuando me desperté para comenzar mi rutina, todo fue normal: me di un baño, cambié mi pijama por ropa de deporte y bajé para desayunar junto a Algodón, pero no esperé encontrar a papá en la cocina preparando el desayuno para dos.

Me detuve en la entrada y dejé a la gata blanca en el suelo, viendo con sorpresa el plato con panqueques sobre la mesa y las dos tazas con café, luego miré a papá pero él me daba la espalda mientras estaba concentrado en el sartén.

—¿Papá?

Él siguió concentrado en lo suyo mientras daba vuelta un panqueque.

—Buen día, Starshine —saluda, girando su cabeza sobre su hombro para regalarme una sonrisa, mas solo logró sorprenderme más. Se había afeitado la barba y el bigote que tuvo durante tanto tiempo, su cara estaba casi irreconocible para mí.

—¿No deberías estar en el trabajo?

Algodón se escurre entre mis piernas y camina hacia su plato, el cual ya estaba lleno con su comida y con agua.

Papá apaga la hornalla eléctrica y voltea con el sartén para dejar el último panqueque sobre el plato en la mesa, y me mira con una sonrisa.

—Pedí vacaciones —responde, apartándose para volver a dejar el sartén sobre la hornalla y volvió a la mesa, sentándose en la silla a su lado—. ¿No estás feliz de que esté aquí?

—No es eso.

—Bien —asiente, luego extiende una mano y me señala la silla frente a él—. Toma asiento, hay que desayunar.

—Sí —murmuré, obedeciendo pero sin quitarle la mirada de encima. Él solo comenzó a desayunar con tranquilidad.

Hay algo raro en todo esto. Papá se esmeraba tanto en su trabajo que nunca había pedido vacaciones, era la primera vez que lo hacía y no sé por qué, pero sentía algo raro.

Comienzo a desayunar, quitando la vista de él y tratando de centrarme en que estaríamos más tiempo juntos.

—¿Ibas a algún lugar? —siento su mirada sobre mí.

Alejo la taza de mi boca y lo miro alzando las cejas por la sorpresa. Normalmente no me preguntaba cosas así, pero que estuviera aquí tampoco era normal.

—Salgo a correr todas las mañanas —explico, aclarando la garganta y dejando la taza sobre la mesa—. ¿Por qué?

Él apoya los codos sobre la tabla de madera, a los lados de su desayuno y entrelaza los dedos de sus manos frente a su boca, mirándome fijamente.

Está actuando muy raro.

—Es solo que, ya no volviste a hablarme del chico con el que saliste la semana pasada.

—No creí que te importara.

La palma de su mano cae fuertemente sobre la taza frente de él y la mesa tiembla ante su acción, lo miro confundida, sus dedos rodean con fuerza el rededor de la taza evitando el asa.

—Claro que me importa.

Reitero: muy raro.

—Ah, yo... —desvié la mirada a otro lado antes de volver a verlo—. Solo fue una cita normal.

—¿Normal? —ahora que ya no tiene el vello puedo notar la vena en su cuello hincharse a tal punto que pienso que va a estallar—. ¿No hizo nada... raro?

Tú estás siendo raro justo ahora.

—¿A qué te refieres con raro?

Alza la taza con su mano y le da un trago al café sin dejar de verme, alzando sus hombros y fingiendo despreocupación.

✓ METANOIA | DAMIAN WAYNE [2]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora