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DAMIAN.

Paso una mano por mi cabello húmedo y me acerco a las computadoras para ver el archivo que acaba de cargar.

"Carta de S.T.A.R. Labs, para Bruce Wayne".

La fecha era de hace nueve años, un poco más de nueve, pero era el tiempo en el que Grayson se había separado por completo de mi padre. Estuve toda la tarde viendo y analizando archivos respecto a ese tiempo, y el único que había sido enviado a la papelera entre otros era este, al parecer olvidaron borrarlo.

Abrí la carta y el texto se regeneró frente a mí.

Señor Wayne:

Lamentamos informarle que la quinta muestra ha sido rechazada. Sentimos su pesar, hemos hecho lo posible pero nada es compatible con su tipo de sangre.

La carta no se sigue regenerando, queda a la mitad y solo termina por aparecer el logo de los laboratorios.

¿Su sangre no es compatible? ¿Qué significa esto?

—Por la enfermedad de Kory —la voz de mi padre me saca de mi burbuja, lo había escuchado acercarse pero no iba a fingir nada, quería obtener respuestas y la única forma más rápida era enfrentándolo. Volteé la silla para verlo y me di cuenta que su mirada estaba perdida en la pantalla que estuve viendo—. Intenté salvarla, pero no había ninguna cura y empeoró muy rápido, tenía una enfermedad que contrajo en otro planeta, y no pude encontrar una cura.

Me crucé de brazos y una de mis piernas sobre la otra, analizando sus palabras con cuidado.

—¿Por eso está enojado contigo? ¿Por qué no pudiste salvar a su esposa?

Él suspira y mete las manos dentro de los bolsillos de su pantalón.

—Porque se lo prometí, le prometí que encontraría una cura y él confío en mí, después de todos esos años en los que desconfió, había vuelto a confiar y se sintió como en los viejos tiempos por unos pocos días —su mirada cayó en mí —. Luego Kory murió, él me culpó de eso y toda esperanza de volver a reconstruir nuestra relación se fue con ella.

Lo miré en silencio, sintiéndome extraño de solo imaginar como tuvo que sentirse Grayson, como tuvo que sentirse al poner todas sus últimas esperanzas en las manos del hombre que no confiaba, y terminó defraudándolo como siempre.

Pero padre había intentado, tal vez Grayson lo culpaba porque no sabía cuánto lo había intentado, y al verlo como el hombre que lo podía todo, creyó que no salvó a su esposa porque no quería.

—¿Sabe sobre las cartas?

—No.

—Deberías mostrárselas.

—¿Para qué? Han pasado nueve años, Damian. Recordarle la muerte de su esposa solo empeoraría todo.

—Quiero que soluciones las cosas con él. —apoyo la cabeza en la palma de mi mano.

Él alza una ceja y sus ojos azules me miran con un brillo que no logro comprender.

—¿Por qué querrías eso?

—¿Por qué no?

—Damian...

—Padre —lo interrumpo—. Quiero que solucionen las cosas, eso es todo.

—¿Y no tiene nada que ver con Mar'i?

—¿Por qué tendría que ver con ella?

Veo su mirada escanearme con seriedad.

—Dime algo, Damian. ¿Tú y ella tienen algo?

Maldita sea, claro que él iba a indagar sobre mi vida amorosa, tenía a un puto detective de padre.

—¿A qué viene esa pregunta?

Combate fuego contra fuego.

—Los vi muy cercanos, y estuviste raro estos días. ¿Por qué no podría preguntar?

—¿Y por qué quieres preguntar?

—¿Debe haber un motivo para que me preocupe por la vida de mi hijo?

—¿Desde cuándo te preocupas por la vida de tu hijo?

—¿Desde cuándo crees que no me importa?

Esto no está llevándonos a ningún lado.

—¿Por qué crees que pensaría que te preocupas por mí?

—¿No he hecho algo para que pienses que me preocupo por ti?

—¿Crees que dejarme vivir bajo tu techo es suficiente? —suelto con sorna.

—¿Crees que no es suficiente?

Ambos nos quedamos en silencio, mirándonos fijamente esperando a que uno suelte lo que el otro está ocultando, pero ninguno aparta la mirada.

Ninguno quiere perder.

Pennyworth llega a la habitación con las manos entrelazadas en su espalda y se detiene al vernos discutir en silencio, tan quietos como estatuas.

Él se aclara la garganta llamando nuestra atención, pero ninguno voltea a verlo.

—Amo Bruce, Maestro Damian —nos llama—. Me temo que no pueden leer mentes, así que los invito a subir a cenar y conversar como una familia normal lo haría —dice calmado.

—No tengo nada de qué hablar. —bufo, apartando la mirada de la de mi padre y me levanto se la silla.

Lo veo alzar las cejas con curiosidad y sé que sigue intrigado.

—Pues yo sí —dice, deteniéndome a mitad de camino hacia las escaleras.

—¿Qué? —pronunciamos Pennyworth y yo a la vez, mirándolo sorprendidos.

—Tengamos una cena de padre e hijo —pero lo que más me perturbó de todo fue la sonrisa que apareció en su rostro—. Como familia.

¿Qué le picó?

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Bruce anda modo detective, lo amo.

✓ METANOIA | DAMIAN WAYNE [2]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora