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MAR'I.

Termino de servirme más jugo de naranja con hielo y camino de regreso a mi habitación, donde están Lian y Milagro, la rubia con mi laptop mientras descansaba en una silla junto a la ventana, y la pelirroja estaba tirada en mi cama mirando una serie, lanzando insultos a la nada.

Dejo mi vaso sobre la mesa junto a la silla donde estaba Milagro y me quito la bata que traía encima de la bikini de dos piezas, dejándola sobre el perchero.

—¿Ya dije que me gusta tu trasero? —habla Milagro, apartando la mirada de la computadora y llamando mi atención.

—Que Satanás no te escuche o vendrá por ti —se burló Lian sentándose en la cama, yo la señalo amenazadora y ella alza las manos—. Era solo una broma. Ríe un poco, mandona.

Suspiro y niego con la cabeza divertida, antes de volver a agarrar mi vaso junto con el celular y un libro.

—Iré a tomar sol al balcón, avísenme si algo está por explotar o si Lian intenta romper algo —le doy una mirada a Milagro y ella sonríe divertida.

Lian arquea una ceja y yo sonrío inocentemente en su dirección antes de salir al balcón.

—¡Solo fue una vez!

—Lo que digas.

Cierro la puerta de vidrio y me siento en mi lugar favorito en toda la casa: el silla en el balcón. Solté una exhalación de alivio cuando los rayos del sol pegaban en mi cuerpo y este comenzó a absorberlos como si fuera un vaso de agua después de un año en el desierto.

Era la gloria misma.

Pero mi momento de relajación se bloqueó cuando mi celular vibró sobre mi regazo y casi suelto el vaso. Lo dejo rápidamente en el suelo y tomo la llamada sin ver el nombre.

—¿Sí?

Vuelvo a cerrar los ojos y disfrutar del sol.

Mar'i.

—Damian —los abro inmediatamente.

Puedo escuchar que algo cae en mi habitación y sé que esas dos deben estar planeando espíar.

¿Cómo estás?

—Estoy bien. Tú no te escuchas muy bien, ¿sucedió algo?

Él suspira.

Investigué sobre lo que me dijiste. —me incorporo en la silla y espero.— Necesito hablar contigo.

—¿Es muy grave?

Sí.

—Está bien —me levanto de la silla—. ¿Quieres que vaya ahora?

No es necesario. —lo escucho cerrar una puerta.— Estoy en Metrópolis.

—¿Qué tú qué?

Escuché a las chicas quejarse al otro lado de la puerta pero las ignoré.

Necesitamos hablar en persona, Mar'i.

—Podía ir yo. Sabes que no me toma mucho tiempo.

Quería venir.

Sonrío.

—¿Vendrás a casa?

Será mejor que no, por ahora. Pasaré a buscarte.

—Está bien. ¿A qué hora vendrás por mí?

¿Te parece a las seis?

—Me parece bien.

Veo de reojo dos cabezas asomándose por el vidrio de la puerta y esconderse rápidamente cuando volteo.

✓ METANOIA | DAMIAN WAYNE [2]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora