✓ METANOIA | DAMIAN WAYNE [2]

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DAMIAN.

Me da igual lo que Colin pensara, no iba a quedarme sólo para acompañarlo a un bar repleto de mujeres que le darían alivio carnal. Tenía que regresar a Metrópolis, buscar a Mar'i y decirle la noticia.

Inconscientemente curvé levemente las comisuras de los labios hacia arriba, mientras conducía por la ciudad brillante.

Un enorme candado había caído y se había llevado una cadena con él, me sentía mucho más liviano. Más... ¿feliz? No lo sé, es extraño. Solo que sabía que ella lo estaría, no tenía dudas de eso y mucho menos de lo que significaría esta noticia para nosotros.

Borro la sonrisa cuando estaciono dentro del aparcamiento del edificio, paso una mano por mi rostro y rechisto, enojado conmigo mismo por estar perdidamente fuera de mi zona de confort. Era ella, era culpable de que viniera hasta aquí, de que sintiera alivio, esperanzas, compasión, anhelo, dulce y amor. Sentía muchas cosas que jamás pensé sentir antes, no de la manera en la que las siento ahora, pero el verla sonreír, oír su voz o simplemente observarla calentaban ese pozo vacío que era complementado con su corazón.

Salgo del auto, sacando el bolso negro conmigo, y emprendo el camino hacia el ascensor. Era viernes por la noche, ni siquiera me costó convencer a padre de que vendría el fin de semana a Metrópolis y que dejaría las patrullas en Gotham esos días, todo lo contrario, creo que incluso me echó con una sonrisa.

Me detengo al ver a una niñita con su madre entrar al ascensor, me hago a un lado y por más que intento devolver el saludo de ellas solo sale una mueca. La niña suelta una risa y se pone a mi lado, entonces reafirmo la mueca de disgusto.

—¿Cómo te llamas? —habla la mocosa con coletas.

—Lili, deja en paz al chico —dice la mujer, apretando el botón a la vez que las puertas se cerraban frente a nosotros.

Pero tengo la mirada sobre la mocosa que no deja de mirarme con curiosidad.

—Soy Lili Flora Morris —hace caso omiso a lo que le dice su madre y me tiende la mano con una sonrisa—. Dime Lili, ¿tú cómo te llamas?

—Se supone que no debes hablar con extraños. —hablo, dando un paso al costado para alejarme de ella.

—¿Tienes novia?

¿A caso no se calla?

—¡Lili! Basta —la reta su madre—. Deja al pobre chico en paz.

¿Pobre?

—Porque tengo una vecina muy bonita, se parece a una de mis muñecas, creo que te gustaría...

—Lili, basta —su madre la toma de la mano y la aleja de mí, enviándome una mirada apenada—. Perdón, es muy bocazas —luego baja la mirada a su hija—. No puedes ir por ahí emparejando a las personas.

—¿Por qué no?

—Porque es de mala educación.

La mocosa se cruza de brazos con malhumor.

—Como Hada del Amor es mi deber juntar a las personas para crear más amor —explica, como si fuera una tarea para su escuela.

¿Qué?

—Déjale eso a Cupido y tranquilízate —la señala.

—Pero Mary es bonita —se descruza los brazos, dejándolos caer a los lados, y hace un puchero—. Un chico bonito como él sería perfecto —me señala.

—¿Mary? —bajo la mirada a la mocosa.

Ella salta de la emoción al escucharme, junta sus manos y me mira con esperanzas en los ojos.