✓ METANOIA | DAMIAN WAYNE [2]

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MAR'I.

—¿Es en serio? —Amanda agarra mis manos y se inclina sobre el mostrador con ojos vidriosos—. Comenzaba a preocuparme.

—Sí, en serio —asiento, devolviéndole el suave apretón.

Como cada sábado por la tarde, salía a la ciudad para estar productiva, comenzando con trotar por veinte calles hasta la plaza mayor y después cruzar hacia la cafetería donde trabajaba una amiga de la preparatoria, Amanda. La había extrañado tanto como al café que me preparaba todos los días después de calentamiento.

Permanecía detrás del mostrador con el delantal negro y el nombre de la cafetería firmada sobre él, con sus rizos castaños vueltos sobre su hombro y sus ojos color miel brillando de emoción.

—Eso es grandioso, le diremos a Robert que te dé un lugar aquí.

—No, quiero conseguirlo por mis propias cuentas. ¿Tienes alguna recomendación? ¿Sabes de un buen lugar?

Ella terminó de servirme el café y lo firmó con Para Mary y una estrella al lado, algo habitual que hacía siempre cuando venía a la cafetería.

—Vi en Instagram que Celia se está mudando al centro, deberías hablar con ella —deja el vaso de cartón frente a mí—. Es un hermoso departamento.

—¿Crees que me quiera ayudar después de lo que pasó en el baile hace dos años?

—Eran discusiones típicas entre compañeras, Mary. Además —volvió a inclinarse sobre el mostrador con una sonrisa— tú merecías la corona del baile, todos sabían eso.

—No me refería a la corona, me refería a él —hago una mueca, sintiendo la calidez del vaso debajo de mis dedos.

—Él fue un imbécil, no fue culpa tuya y ella debe saber eso.

—Yo prefiero decirle IDIOTA, con mayúsculas —sonrío de lado.

—Celia quería ser tu amiga —se alejó para atender a otro cliente pero siguió hablando—. Me lo confesó una vez cuando hicimos un trabajo de Historia.

—Nunca me lo dijo.

Ella suspira mientras mete tres donas dentro de una bolsa de cartón.

—¿No crees que es hora de que hablen?

Mordí mi labio inferior, bajando la mirada hacia mi vaso y sintiendo los recuerdos chocar contra mi tranquilidad como un balde de agua helada.

—Creo que sí.

Luego de conversar sobre mi estadía en Gotham y de que ella insistiera en que le contara cómo era la ciudad, me despedí y salí de la cafetería con el vaso en mi mano y una revista de departamentos que me había prestado Amanda.

Me había decidido, encontraría un departamento en el centro de la ciudad y lo más cerca de la universidad para no tener tantos problemas a la hora de encontrar un trabajo e ir a las clases.

Comencé mi caminata tranquila de regreso a casa mientras disfrutaba del café dulce y le daba un vistazo a la revista antes de cerrarla. Me detuve en la esquina de una calle, esperando para cruzar, entonces veo a una niña tomada de la mano de su madre mientras la madre mantenía su atención en la llamada que tenía en su teléfono.

—Jerry, te dije en dos días —se quejó la mujer.

No le presté atención a la llamada y decidí mantener mis sentidos en el tránsito, que estaba especialmente alborotado por la tarde.

—¿Es papá? ¡Quiero hablar con él!

Vi a la niña jalar del brazo de su madre mientras trataba de alcanzar el celular en vano.