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MAR'I.

El regreso a casa fue más tranquilo de lo que esperaba, papá estuvo reproduciendo una playlist de los 80's mientras descansaba en el asiento del copiloto y cantaba disfrutando de la brisa que entraba por las ventanas abiertas. Siempre que estaba con él terminábamos escuchando este tipo de canciones.

—He estado pensando —habló después de que la canción de Elvis Presley acaba y le bajo un poco el volumen al reproductor del auto—. Que sería bueno si empezáramos a pensar en la posibilidad de que, no sé, ¿me mude?

Él voltea su cabeza sobre el respaldo del asiento, con los brazos cruzados y me observa unos segundos en silencio.

—¿Quieres un departamento?

—Tengo diecinueve, papá. No es la gran edad, pero sí, quiero un departamento para mí —asiento lentamente, sin apartar la mirada de la carretera—. Estoy pensando en asistir presencial a la universidad el año entrante.

—Puedo pagarte uno —lo veo asentir de reojo.

—No quiero que lo pagues, estuve ahorrando estos años y me da tiempo para buscar un trabajo mientras pago dos meses de renta —le explico, y vuelvo a sentir su mirada sobre mí.

—Mi hija es muy madura —murmura y sonrío—. Estoy orgulloso de ti —suelta un suspiro y aparta la mirada—. Te ayudaré en todo lo que quieras.

—Gracias, papá —sonreí complacida.

—De hecho, hay dos regalos esperándote en casa.

Volteo a verlo confundida.

—¿Regalos?

—Un pequeño regalo —se encoje de hombros y aparta la mirada.






[...]





¿Eso es un pequeño regalo?

Eso no es un regalo pequeño.

Me quedo quieta frente al pórtico de casa, viendo un auto blanco estacionado frente a nosotros y él me tiende unas llaves que miro en shock.

—No es mi cumpleaños —murmuro, sin agarrar las llaves.

Él sonríe divertido y pasa un brazo por mis hombros para animarme a acercarme al auto.

—Ya sé. Quería darte algo como disculpa por haberte hecho sentir mal —deja las llaves sobre mi mano y yo sigo sin poder mover mi cuerpo pero lo observo en silencio—. Le pregunté a ella qué era lo que querías para tu cumpleaños y dijo que siempre quisiste un auto, ¿por qué nunca me dijiste que querías uno?

—¿Ella? —mi ceño se frunce.

Él señala un auto rojo que acababa de estacionarse frente al mío. Aún sin verla bajar supe de quién se trataba, pero no me esperé que la puerta del copiloto también se abriera.

—Después de pasar tanto tiempo en una mansión solitaria, creí que necesitarías a tus amigas —dice papá.

Ni siquiera tuvo tiempo de decir nada más, Milagro fue la primera en gritar y correr hacia mí, mientras yo me adelantaba y abría los brazos para recibirla, Lian llego con una sonrisa detrás de ella y se unió al abrazo.

—Sí, yo... las espero adentro —escucho a papá hablar, y se aleja de nosotras, tal vez aturdido por los gritos.

—Las extrañé tanto —casi olvidaba cómo se sentía tener a mis amigas a mi lado.

—Yo también —murmuró Milagro, apoyando su cabeza sobre mi hombro.

—Sí, bueno, yo estuve tranquila —dice Lian, alejándose de nosotras y volteamos a verla mientras nos separábamos.

✓ METANOIA | DAMIAN WAYNE [2]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora