56

1.3K 138 25
                                    

MAR'I.

—Siento que me estoy aprovechando de ti.

Río y volteo sobre mi hombro para ver a Celia. Ella tiene una bolsa en cada mano, parece ser menos atlética de lo que se ve porque llevábamos tres pisos y sus piernas flanquean como si acabara de hacer una maratón.

—No es nada, me gusta ayudar —sonrío, volviendo a concentrarme en subir las escaleras—. Además, suelen decirme que tengo mucha fuerza, así que estoy bien —vuelvo a sonreír y volteo a verla nuevamente cuando llego al sexto piso, solo que me quedo apenada al verla luchar quince escalones más abajo—. Pero quien me preocupa eres tú —se detiene un escalón más abajo que yo y se apoya contra el barandal respirando sonoramente, soltando una corta risa al escucharme—. Deberíamos tomar el ascensor...

—¡No! —me grita, saliendo de su crisis pulmonar y me quedo igual de atónita que ella al notar que lo gritó. Se aclara la garganta avergonzada y dice:—. Quiero decir... Un entrenamiento de piernas no va nada mal por la mañana —sonríe tensa.

—Yo mejor le diría calentamiento —miro de reojo el cartel que señalaba el quinto piso.

Ella exhala con fuerza y vuelvo a verla, se ve impactada ante mis palabras.

—¿C-calentamiento...? 

Oh... No pensé lo que dije.

—Quiero decir, acabo de hacer mi cardio matutino así que no me duelen las piernas por eso —lo digo tan rápido como puedo.

Celia permanece en silencio por unos instantes y después hace una mueca.

—Tienes una gran físico —asiente, mirando mis piernas y alzo las cejas ante su comentario, lo que la hace sobresaltarse nuevamente—. Es que... Tienes unas... Tú sabes... Ugh, olvídalo. Deberías convertirte en mi personal trainer  —bromea, subiendo el ultimo escalón y poniéndose a mi par, solo que ella era unos centímetros mas bajita.

—Si quieres —le sonrío, pero escucho su corazón golpear contra sus costillas con un golpe muy duro, lo que me hace abrir los ojos con preocupación—. En serio, deberíamos tomar el ascensor...

—¡NO! —me toma del brazo con ambas manos cuando intento caminar hacia las puertas de metal, la miro sobre mi hombro confundida—. Puedo resistir dos pisos más.

—Cinco.

—¡¿QUÉ?! —sus ojos casi salen de su orbita al escucharme.

—Faltan cinco más.

Suelta una risita histérica y retrocede hasta apoyarse contra el barandal, comienza a inhalar y exhalar muy fuerte.

» ¿Me dirás por qué tantas ganas de subir por las escaleras cuando tu cuerpo claramente no quiere hacerlo, y dudo mucho que tú también lo quieras? —me paro frente a ella, con las asas de las bolsas en los antebrazos mientras los cruzo.

 Suspira y mira hacia otro lado, luego parece reflexionar sabiamente y dice:

—Vamos al ascensor —se rinde.

Soy la primera en caminar hacia las puertas de metal y ella me sigue con pasos pesados y lentos, pero dudo demasiado que solo sea porque estaba cansada de subir por las escaleras. Está actuando de una manera rara. 

Cuando toco el botón noto que mira las puertas con la cara pálida, la mirada perdida y un visible temblor en el cuerpo.

Volvía de entregar unos papeles en la universidad, después de mi entrenamiento en el parque, y la encontré en el estacionamiento bajando unas bolsas, por más que estuviéramos algo distanciadas no dudé en ofrecerle mi ayuda solo que ella se puso nerviosa cuando sugerí que subiéramos por el ascensor, o cuando se negó a que la ayudara y yo sola iba a subir. Un mal presentimiento se alojó en mi estomago, pero seguía sin entender por qué.

✓ METANOIA | DAMIAN WAYNE [2]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora