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MAR'I.

Luego de salir del shock, él me guió hacia la mesa moviendo la silla e invitándome a tomar asiento. Lo observé sentarse frente a mí con toda la tranquilidad del mundo mientras yo tenía mil preguntas en mi cabeza.

—Esto es muy sorpresivo y hermoso a la vez —es lo que puedo decir, viendo con asombro la vista de las estrellas que había sobre nosotros—. Me siento una estúpida por no darte nada.

—No tienes que darme nada.

—Algo parecido te dije yo, y mira esto —alzo las manos señalando a nuestro al rededor—. Es la cosa más bonita que han hecho por mí —me inclino para tomar su mano—. No se lo digas a mi padre o te arrancará la cabeza.

Él sonríe de medio lado, notablemente contraído, y agarra la botella de vino mientras dice:

—No sería su única razón.

—¿Qué? —aparto la mirada de las estrellas y la bajo a él, pero solo se limita a servir nuestras copas después de asegurarse que la botella estaba cerrada y abrirla sin ningún esfuerzo.

—Después te explico. —suspira y me entrega mi copa.

Se lo agradezco y le doy un pequeño sorbo antes de volver a dejarla sobre la mesa. Después de unos minutos nos encontrábamos hablando sobre nuestro día mientras cenábamos, y él parecía muy interesado en la historia ridícula sobre cómo Wally casi hace que un chico tenga un paro cardíaco por verlo aparecer de la nada después de coquetear con Lian. Realmente me pongo muy nerviosa cuando tengo su mirada sobre mí, debía ser una de las razones por las que estaba contando eso y no sobre algo menos banal.

Su mirada recorre cada gesto que hago y eso hace que aparte más de una vez la mirada para centrarme en lo que digo y no comenzar a decir cosas sin sentido, al menos no más de las que ya decía.

Después de un tiempo, comenzamos a hablar sobre cosas personales como:

—Creo que puedo adivinar tu color favorito. —dice él, haciendo que alce mis cejas con diversión mientras bebo un trago de mi copa y lo observo.

—¿Sí? Bien, dígamelo, señor detective —sonrío, retándolo con la mirada.

Él apoya los codos en la mesa, se inclina para después entrelazar sus manos y observarme sobre ellas.

—Morado.

Suelto una risa seca.

Pfff, ¿qué? No es cierto.

Si es cierto.

—Siempre usabas esos pendientes de estrellas moradas en la mansión, también noté que te gustaba poner ese color en tus uñas y —se laja dándole un sorbo a su vino— tu ropa interior también era de ese color.

Mi boca casi cae ante la última mención y me planteo arrojarle una servilleta por su atrevimiento.

Si esto fuera Tamaran lo hubieran encarcelado por hablarle así a la princesa.

Pero en lugar de eso, río y asiento.

—Bien, sí. Ya, señor Sherlock Holmes, tiene razón.

—Siempre la tengo. —sonríe con autosuficiencia—. Era fácil.

Ahora sí, Mar'i. Arrójale la silla si quieres.

—¿Sí? Pues yo también puedo adivinar tu color favorito. Es muy fácil —sonrío de la misma manera que él.

Alza una ceja divertido y me reta a que lo diga con la mirada.

—Ilumíname.

—Negro.

✓ METANOIA | DAMIAN WAYNE [2]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora