✓ METANOIA | DAMIAN WAYNE [2]

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EXTREMADA ATENCIÓN
ESTE CAPÍTULO CONTIENE TEMAS SENSIBLES COMO INSINUACIÓN DE ABUSO SEXUAL, TORTURAS Y VIOLENCIA EXTREMA.

THOMAS.

Salto fuera del automóvil.

—No vuelvas a aquí —dijo Batman, siguiendo mi movimiento y saltando fuera del automóvil.

—Haré lo que quiera. —sentenció, caminando a zancadas hacia el bar abandonado junto a la torre de la antena.

En un solo parpadeo su mano se aferra a mi brazo y me detiene.

—Hablo en serio. Si vuelvo a verte por las calles...

Doy la vuelta arrancando mi brazo de su agarre.

—¿Qué harás? ¿Me lanzarás tras las rejas?

Los ojos de su máscara se estrechan con enojo.

—Si fuera por mí te lanzaría al río, engendro del demonio —gruñó, apartándose y dándome la espalda para caminar hacia el automóvil.

¿"Engendro del demonio"? Una sola persona me dice así y esa persona es... No me jodas.

—Oye. —Lo llamo, él se detiene mi me mira sobre su hombro, aún con notable enojo.— No te creas mi maldita niñera.

—Prefiero golpear a los criminales hasta el último de mis días antes que ser una niñera —dijo, dando un salto para entrar al automóvil negro.

Esto es extraño.

Lo veo desaparecer tras el vidrio blindado que se desliza sobre su cabeza y luego las luces rojas delanteras se encienden antes de que el auto sea expulsado en menos de dos segundos. ¿Qué tan rápido es? ¿Puede serlo aún más?

—¡Tom! —McGinnis sale del bar con su celular en alto mientras corre hacia mí—. ¡Tengo grabado momentos en primera persona con Batman! Podríamos hacernos millonarios... Bueno, tú ya lo eres, o sea, tus padres, ya sabes...

—McGinnis, dame la memoria. —tiendo la mano.

—¿Qué? —me mira confundido.

En verdad él no querría arruinarle la reputación de su hermano, quien usa el puto disfraz de Batman para salir a las calles. Le ahorraré el problema, algún día me lo agradecerá.

—Dame la memoria. —repito.

—¿Qué te pasa? Esto vale millones —dice, alzando su celular—. Batman te nombró su Robin, y lo tengo capturado en vídeo. Con esto te volverías tan famoso como él.

—No me interesa la fama, dame la maldita memoria, McGinnis. —Intento quitarle el teléfono de la mano pero él retrocede estupefacto.

—¡Ey! Estuve trabajando duro para conseguir algo así, ¿sabes?

—¿Tú trabajaste duro? —lo fulmino furioso—. ¿Fuiste tú a quien lanzaron desde una azotea, a quien intentaron descuartizar en un cementerio, al que trataron de quemar con una gasolinería? ¿A caso a ti te golpearon durante todo el maldito año?

—¡No es mi maldita culpa que no tengas el suficiente valor para enfrentarte a los idiotas que te molestan en la escuela, Tom! —estalla, metiendo la mano en el bolsillo de su abrigo—. ¿Quieres la maldita memoria? ¡Ten, agárrala! —la lanza al suelo y me agacho a tomarla con mi mano, cuando regreso a mi posición inicial él da zancadas hacia mí y su asqueroso dedo golpea mi pecho—. Una persona como tú no puede comprender a alguien como yo. ¡Carajo! Tu vida se basa en una maldita familia feliz, donde mi maldito hermano pasa más tiempo en tu mansión, que luce como un maldito castillo, mientras tú finges tener más edad de la que tienes. ¿Quieres que te diga algo, niño? Temes que el mundo caiga sobre tu cabeza, pero tarde o temprano será la realidad la que te golpeará tan fuerte que no tendrás que preocuparte por el mundo.