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EN ALGUNA PARTE DEL TIEMPO.

X.

Mis dedos tiemblan, siento que estoy ansioso, los médicos dicen que es normal, que es porque soy demasiado fuerte para mantenerme en un cuerpo humano.

Arranco los parches de mi tórax y salto fuera de la camilla para escabullirme por el cuarto hacia el corredor. Termino de abrochar mi bata y corro por los pasillos blancos, cuidando de no cruzarme con alguno de los androides, yendo directamente al ala norte.

Debo verla, quiero verla.

Corro sintiendo mis piernas acalambradas pero decido seguir, cuando estoy a unos pasos de la sección restringida me detengo y me oculto detrás de una pared a esperar que los investigadores salgan de la sala. Cuando los dos pasan caminando tranquilamente frente a mí, salgo de mi escondite y corro hacia la sala, pasando por la abertura hasta detenerme frente a aquél gran cubo negro.

Me acerco hasta donde puedo, viendo las sombras formando las paredes del cubo, apoyo las manos contra una de ellas y concentro mi habilidad para retirarlas a un lado, abriéndome paso dentro de las sombras. La oscuridad solo dura un parpadeo hasta que la luz artificial del sol me da en el rostro e intento taparla con mis manos, a lo lejos veo una figura dándome la espalda, sumamente quieta como de costumbre. Cuando me acostumbro a la luz, miro al frente, el cubo formaba por dentro un balcón de piedra, un paisaje artificial con dos enormes soles en el cielo, el cielo naranja, árboles dorados y frente a todo estaba ella; el vestido de hoy es violeta, cae holgado por sobre sus piernas mientras su largo cabello tapa la abertura en su espalda.

—¡Madre! —Doy un paso al frente emocionado, tropezando con la cadena que conecta con los grilletes en sus tobillos.

Bajo la mirada a la cadena y mis pasos se detienen.

—¿Qué haces aquí? —su voz suena vacía, pero noto preocupación.

—Quería verte, madre —mis dedos se retuercen con nerviosismo mientras sus manos se aprietan en puños y escucho su corazón acelerarse.

—Debes irte, ahora —ordena.

—¿Por qué no vienes conmigo?

—No puedo, vete ya —dice desesperada, sin siquiera voltear a verme—. ¡AHORA!

Me tambaleo hacia atrás sorprendido por su grito, pero escucho un castañeo y la veo temblar. Volteo a ver las paredes y estas vibran, las sombras danzan con fuerza por todas las paredes hasta moverse hacia el paisaje artificial y volver el cielo de un tono sin vida, ni luz.

¿Qué hace el niño aquí? —Una voz grave y retorcida se escucha por todas partes. Por más que giro hacia todos lados no lo encuentro.

—¡No le hagas nada! —exclama, madre.

Rompió las reglas, cruzó la línea, se interpuso y ahora intenta persuadirte —la voz vino detrás de mí pero al voltear solo vi la pared de sombras, luego la voz se arrastró hacia la pared a mi izquierda—. Debo matarlo, es inservible.

¡No! —ella voltea hacia mí y retrocedo asustado al ver su rostro, donde deberían estar sus ojos solo hay dos agujeros—. ¡Déjalo en paz!

—Madre...

Escucho una risa, y esta vez viene de mi derecha. Solo hay oscuridad.

El niño no parece entender las reglas. Hazle entender o lo mataré.

El susurro hostil se esfuma y el silencio penetra el interior del cubo.

—Debes irte —dice, con su cabeza alzada y sus agujeros fijos en la pared—. Vete.

—¿Madre?

—¡LARGO! —ruge y retrocedo rápidamente, siendo atrapado por las sombras de la pared y lanzado fuera del cubo.

Mi respiración permanece agitada. Veo a las sombras comenzar a tejer la pared nuevamente, viendo a mi madre perderse tras las sombras.

» Perdóname...

*

Buenop, ya les dije: van a terminar cayéndose si no prestan atención a las pistas jijiji

Buenop, ya les dije: van a terminar cayéndose si no prestan atención a las pistas jijiji

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✓ METANOIA | DAMIAN WAYNE [2]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora