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MAR'I.

Observo lo que acabo de escribir en la hoja, vuelvo a ver al profesor y me quedo quieta, mirando atentamente lo que acaba de señalar en el pizarrón.

—Podemos poner de ejemplo el atentado en la estación de trenes —aquello nos confunde a gran parte de los estudiantes, lo observamos confundidos y esperamos a que explique:—. Más de la mitad de aquí se ve sorprendido, no se sientan ignorantes, es un caso que no están divulgando y quieren ocultarlo. 

Una de mis compañeras del frente alza la mano y espera a que le de el permiso para hablar:

—Mi padre era parte de la investigación y terminó por abandonarla después de que algunos pensaran que tiene algo que ver con el gobierno —explicó con voz temblorosa—. Dicen que eran ex convictos que una vez fueron parte del ejército de los Estados Unidos.

—¿De qué ex convictos hablas? —uno de mis compañeros se ve muy confundido.

—Encontraron dieciocho cadáveres decapitados en la estación de trenes —suelta ella—. Todo apunta a que fue un "limpieza del Estado", porque ni siquiera Superman se ha entrometido.

Aprieto tan fuerte el bolígrafo que termino rompiéndolo a la mitad.

No me había enterado de nada, papá tampoco me informó de algo como eso. Cosas como esta no pasan en Metrópolis, tal vez en Gotham o en Blüdhaven, pero no en la ciudad donde vive la luz y perdura la paz. Creí que si sucedía algo así sería informada, tal vez por papá o por alguno de los equipos.

¿En verdad era algo en lo que no nos podíamos entrometer?

Después de mi última clase, salgo del salón acompañada de mi compañera de banco, con quien tuve una buena conexión desde el primer día que empezamos las clases presenciales en la universidad.

—¡Mary! —me detengo al escuchar el llamado de alguien.

—Nos vemos el lunes —se despide mi compañera con una sonrisa.

—Claro, adiós —sonrío, y espero a que se aleje un poco antes de voltear a verlo.

Un chico castaño se acerca a mí con una sonrisa, sus ojos azules me observan con un brillo extraño, tomándome por sorpresa en cuanto se detiene frente a mí y termina por responder mi pregunta interna.

Creí que no me hablaba a mí.

—¿Eres Mary, no? —me señala y yo hago una mueca sin saber cómo responder—. ¿Grayson?

—Ah, ¿sí? —asiento, aún confundida—. ¿Te puedo ayudar en algo?

—Soy Joe —me tiende su mano y la observo por unos segundos antes de agarrarla—. Bueno, Joseph, pero me llaman Joe.

Él parece notar que sigo sin poder comprender lo que está pasando y agrega:

» Soy uno de tus compañeros —señala sobre su hombro la universidad—. Estuve algo distraído en clases y me preguntaba si —pasa una mano por su nuca y crea una mueca con sus labios—: ¿Podrías prestarme los apuntes?

—Lo siento, Joe, necesito repasar lo de hoy para el trabajo del lunes —hago una mueca, sintiéndome mal de no poder ayudarlo.

—Oh —mira sobre mi hombro y vuelve a mirarme.

—Debo irm... —giro e intento bajar los escalones que dan a la vereda.

Entonces su mano sobre mi antebrazo me detiene y volteo a verlo sorprendida.

—Tal vez podrías darme tu número —sonríe levemente, ambos bajamos la mirada a su agarre y borra su sonrisa rápidamente, alejando la mano—. Ya sabes, podrías pasarme fotos del trabajo y así ambos tendríamos como estudiar.

✓ METANOIA | DAMIAN WAYNE [2]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora