✓ METANOIA | DAMIAN WAYNE [2]

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TERRY.

Problemas familiares. Esta casa es como un circo, jamás te aburres.

—Bruce, ya me voy —aviso, poniéndome la chaqueta y acercándole las pastillas para el dolor.

—Hiciste un buen trabajo estos días —abre el tarro y toma dos junto con el agua que tiene al lado.

—Necesitaba un poco de inspiración.

—No deberías derrochar tu vida en fiestas.

—Que tú no hayas tenido una adolescencia no significa que yo no pueda tenerla —le informo, caminando hacia la puerta de su oficina y colgando la mochila a mi hombro—. Nos vemos mañana.

—Que chico terco —gruñe, pero cierro la puerta.

Camino por el pasillo jugando con las llaves de mi nuevo auto. Luego de tres años trabajando para Bruce pude recaudar el dinero suficiente para comprarme uno, claro, no es el mejor auto del mundo pero es uno comprado con mi esfuerzo y eso lo hace mejor.
La mansión está tan silenciosa que me pregunto si los Wayne no habrán salido, después recuerdo la pelea de esta tarde y todo toma más sentido. Escuché a Mar'i llegar hace una hora y desde entonces había intentado hablar con su hijo pero él simplemente no abre la puerta. Diría que es el peor sino conociera a mi hermano Matt.

Salgo de la mansión y subo a mi auto. No puedo evitar sonreír al sentir el rígido del motor, acomodo el espejo retrovisor y avanzo por el camino hasta salir a la carretera. Enciendo la radio pero no hay nada bueno en él y conecto el USB para escuchar algo de música.

El camino era largo, debía cruzar el puente hasta llegar a la ciudad y luego conducir hasta el sur. Iría a casa a comer con mamá y Matt para luego ir con Dana y los demás a la fiesta. Damian se encargaría esta noche de proteger la ciudad mientras yo intento proteger mi relación con Dana, estuve la mayor parte de la semana sin asistir a nuestras citas.

Le prometí que iría hoy, así que...

—¿Qué canción es esa?

Volteo la mirada al espejo y veo al niño observar la pantalla del auto con suma atención. El niño.

Piso el freno y detengo el auto, volteando a verlo.

—¿Qué haces aquí? —lo miro desesperado—. ¿Qué mier... Cómo llegaste hasta aquí?

Se encoje de hombros.— Me escabullí.

—Tú... ¿Dónde aprendiste eso? —Él cruza los brazos sobre el respaldo del asiento del acompañante y mira enojado hacia delante.

—Mi abuela. —rechista. ¿Su abuela?— ¿Podemos pasar por la biblioteca?

—¿La biblioteca? —lo miro confundido—. No, te llevaré a tu casa o tus padres me matarán.

—No quiero estar en casa. —voltea a verme enojado y, ¿Es idea mía o tiene los iris más brillantes de lo habitual? Se ve casi como los ojos de ella.

—No recuerdo haberte preguntado —regreso mi atención al camino y enciendo el auto.

—Llévame a otro lugar. —ordena.

—Eres igual que ese tipo —aprieto los dientes—. Voy a llevarte con tu madre y hablarás con ella lo que sea que te tenga tan... ¿Qué crees que haces? —de un movimiento arrancó las llaves del auto y las arrojó por la ventana hacia la carretera—. Eres un maldito mocoso. Te llevaré a casa y no quiero volver a verte —le afirmo, antes de bajarme del auto para buscar las llaves.

Veo un destello deslumbrante en la oscuridad y las agarro, solo que estas no son las llaves del auto. ¿Son de la mansión?

Reacciono tarde y cuando volteo a mi auto el malcriado cerró con seguro.