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NIKA.

Pasaron casi diez años desde la última vez que hablamos. Cuando Thalia fue en mi busqueda para pedirme que fuera tras él lo primero que pasó por mi cabeza fue nuestra relación, aquella que él había roto después de abandonarme.

Está bien, había sido cruel y algo cruda a la hora de cumplir mi misión para Lord Death Man, pero no fui cruel con él, fui muy considerada y amorosa. Diría que me comporté de la mejor forma posible con él. Eso no pareció ser suficiente.

Damian me había plantado, me había mirado a los ojos y me había dicho que no podía seguir con lo nuestro, ni siquiera me dejó reaccionar de la impresión, solo se fue y ya.

Nunca en mi vida había sido tan defraudada hasta ese momento.

Era un maldito infeliz.

"—No estoy preparado para esto. Un romance en estos momentos es una distracción, Nika. Créeme, es lo mejor para los dos."

¡¿Lo mejor para los dos?!

Ese idiota ni siquiera lo habló conmigo, solo me dejó y ya, porque no quería una "distracción".

Pero ahora tú...

Una carcajada salió de mi boca y presioné la herida en mi abdomen con una mano.

Nadie lo conocía mejor que yo, sabía que todo lo que vivió en la Liga de Asesinos era un enorme demonio que viviría por siempre en sus recuerdos y lo arrastrarían de regreso a quién es: el nieto del demonio.

Cuando lo asesiné había obtenido todos sus recuerdos como si fueran míos. Él había asesinado y herido a tantas personas mientras sentía dolor, nació rodeado de muerte y tendría una vida llena de ella. Nadie podía entenderlo mejor que yo, la única persona que vio sus recuerdos como parte de los suyos.

Por eso sabía como tratarte, Damian.

Sé cuál son las palabras que detonan tus demonios.

Sé cuál es tu mayor deseo en la vida.

Tú eres un libro que leí tantas veces hasta memorizármelo.

Sonreí, sintiendo la herida cerrarse lentamente y me dejé caer sobre la azotea observando el cielo azul oscuro completamente estrellado, luego volteo la cabeza y observo la espada junto a mí.

No pudiste resistirte.

La espada reluce bajo la luz de la luna y la hoja ensangrentada le devuelve la oscuridad, pero mi mirada recae sobre el mango negro con una tela verde envuelta a su alrededor y un pendiente colgando de él.

Él lo había puesto después de que se lo di. Fue mi muestra de amor.

Ahora me resultaba ridículo, yo no era así pero había escuchado a unas chicas decir que regalarle una pertenecía apreciada a tu pareja era una perfecta muestra de amo. Y ahí estuve yo, quitándome un pendiente para dárselo. Él lo había agarrado sorprendido y luego lo enganchó en su espada, agradeciéndome por el regalo.

Pero al enterarme que abandonó su espada supe que también había abandonado mi amor.

Quería asesinarlo con mis propias manos.

No solo por venganza, quería respuestas del porqué me abandonó de esa forma, y si lo asesinaba obtendría todos sus recuerdos de estos años en mi mente. Obtendría una respuesta honesta y no unas palabras frías como las de hace unas horas.

—Te odio —murmuré, agarrando la espada y recordando su mirada cuando su espada traspasó mi abdomen—. Eres un idiota —sus ojos verdes se habían quedado observando mi herida con algo parecido a la desesperación—. ¿Por qué lucías así? —pasé una mano por mi rostro y termino por poner mi brazo sobre él, tapando mi visión.

¿Estuviste preocupado por mí?

Bufo y presiono mi herida.

Reacciona, Flatline.

Aparto mi brazo y observo el cielo oscuro.

Él reaccionó casi como esperé ante la provocación.

Tuerzo mis labios en una sonrisa tensa.

Pero él se detuvo antes de asesinarme.

Suelto otra risa.

Damian sigue siendo el mismo, solo se oculta detrás de una dulce fachada del hijo bueno.

¿Cuánto duraría en caer de nuevo?

Sería algo interesante de ver.




[...]





Con la herida casi cerrada, camino sobre los tejados y observo por la cornisa hacia el edificio frente a mí, no regresó en toda la madrugada y ya comenzaba a cansarme de estar parada en este techo observando la calle desolada y algunas personas entrar o salir del hotel.

—¿Dónde carajos estás? —paso una mano por mi rostro con frustración.

El celular vibra en el bolsillo de mi chaqueta de cuero y lo saco para observar el nombre de Thalia en él.

Eres una entrometida.

Tomo la llamada y pongo el celular cerca de mi oreja para escucharla quejarse:

—¡Te robaste la espada! —gruñe y la escucho estrellar un vidrio contra el suelo—. Como hayas huido con ella te encontraré y te arrancaré las manos por tocar lo que no te pertenece, maldita niña.

Paso la mirada a la espada en mi otra mano y sonrío.

—Lo siento, creí que me había dicho que me darías lo que sea a cambio.

—Una vez que me lo traigas, lo dije claramente —habló lentamente, reluciendo su voz amenazadora—. Esa espada es de mi familia, de mi hijo. Voy a matarte si la pierdes, la rompes o si quiera le haces un rasguño.

—Oye, es un arma no una muñeca rusa —me burlo, recostando mi espalda contra la pared detrás de mí y la escucho quejarse como un león enjaulado—. Se supone que sirven para usarlas.

—No cuando no la sabes usar, hija de... —suspira tratando de tranquilizarse, y yo disfruto de todo este teatro—. Esa espada tiene más historia que tú y tu asqueroso padre, así que me encargaré de hacerte pagar si la rompes.

Bufo y vuelvo a levantarme.

—Encontré a tu hijo —ella hace silencio—. Está en Metrópolis, como me dijiste. ¿Quieres una buena noticia? —más silencio—. Sostuvo la espada y me atravesó con ella —pude imaginarme la sonrisa en su rostro—. Me hirió de muerte. Sí, festeja lo que quieras. Pero no tanto. Él se detuvo.

—¿Qué le dijiste?

—Nada en especial, solo lo imbécil que fue y que debía volver.

—Dime qué le dijiste.

Observo un auto negro estacionarse frete al edificio y lo veo bajar de él como si nada, no parecía haber tenido una pelea horas antes.

Imbécil.

Descuida, Thalia. Nadie lo conoce tanto como yo —hablo, apretando el mango de la espada—. Damian regresará —lo veo entrar al hotel—. No dudes de eso.

Corto la llamada.

✓ METANOIA | DAMIAN WAYNE [2]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora