✓ METANOIA | DAMIAN WAYNE [2]

13

HABLEMOS

MAR'I.

Estaba más que claro que la había cagado.

Papá me llamó a la mañana siguiente, a las cuatro de la mañana, seguro acababa de volver de su turno y había visto lo impensable; su hija en todos los noticieros del mundo como un alien amigable.

¿Ahora soy E.T. o qué?

Solté un suspiro y me senté en el borde de mi cama, escuchando todo su descargo en mí.

—Iré por ti mañana.

—¿Qué? No. Papá, solo fue un pequeño resbalón del que puedo...

—¿Pequeño resbalón? Todo el mundo está viendo como detienes un auto con tus manos, Mar'i.

—Ni siquiera pueden ver mi rostro —me defiendo.

—Pero ahora saben que existes —suelta enojado—. Estarán esperando por ti o vendrán a buscarte. Ya no sé qué va a suceder, solo quiero que vuelvas a casa y te quedes...

—No. —suelto decidida.

—¿No?

—Papá, no quiero vivir en las sombras y mucho menos ponerte en peligro.

—Starshine...

—Te amo, y amo que quieras protegerme —digo, levantándome de la cama—. Pero no puedes protegerme siempre. Hay cosas mucho más fuertes que tú o que yo y que algún día, tal vez, debamos enfrentar —suelto un suspiro—. Y cuando ese momento llegue; yo quiero protegerte. —él se queda unos segundos en silencio y agrego:—Solo que no lo lograré si sigues escondiéndome del mundo.

Lo escucho soltar un suspiro.

—Solo quiero que vuelvas a casa.

—Y lo haré, papá —afirmo, acercándome a la ventana de mi habitación para ver la ciudad a lo lejos—. Me quedaré aquí un tiempo más.

—Mar'i, Gotham es una ciudad peligrosa. Todo lo que está ahí es porque la oscuridad, la soledad o la locura ya los consumió y nada puede salvarlos —dice preocupado—. No quiero que sigas ahí.

—Siento que me necesitan aquí —murmuro.

Agarro el peluche de estrella que estaba sobre la repisa junto a la ventana, y me detengo a observar la fotografía en el portaretrato junto al peluche: éramos papá, mamá y yo en mi cumpleaños, nos veríamos tan felices.

—Y yo necesito que mi hija esté a salvo.

Me quedo pensando unos segundos. Sé que papá ya no es el mismo desde que perdió a mamá, él terminó siendo consumido por el dolor y el miedo a perderme también, su refugio era el trabajo y el encerrar criminales a toda costa.

Comprendía su miedo, porque yo también tenía miedo de perderlo.

—Volveré a casa en unos días, ¿sí? —digo, rompiendo el silencio. Escucho su suspiro de alivio.

—Sí, está bien —hasta pude imaginarlo asentir con una sonrisa, algo que me hizo sonreír levemente.

—Te amo, papá.

—Y yo te amaré siempre, Starshine.

Sonreí y finalicé la llamada justo a tiempo cuando alguien llamó a la puerta. Caminé hacia ella y la abrí, solo para encontrarme con Bruce y su cara de pocos amigos, que me dejaba claro que no pudo pegar un ojo en toda la noche.

—Bruce —lo saludé.

—Necesitamos hablar. En mi oficina. —es todo lo que dice antes de irse por el pasillo.

Me dejaba muy en claro que Damian había sacado su personalidad, aunque su hijo no usaba una máscara de playboy multimillonario para ocultar su verdadero yo.

—Sí, claro... como tú digas —digo y asiento a la nada.

Vuelvo a meterme a mi habitación para ponerme algún abrigo, aunque realmente no lo necesito no creo que sea muy civilizado de mi parte pasear por una mansión, que debía tener años, con una blusa de pijama corta, no solo era rosa y le quitaba lo tenebroso a la mansión de solo verme, también era muy poco convencional para este momento, así que también fui por unas zapatillas antes de salir de la habitación, caminar por los fríos y oscuros pasillos hasta llegar a la planta baja, e ir a la última puerta del pasillo.

Bruce no tardó en atenderme y yo pasé al cuarto, siendo recibida por una oficina muy sofisticada y limpia, así como algo antigua, debí suponer que esa oficina le perteneció a su padre, porque en uno de los muebles con libros, había una fotografía vieja de un hombre joven y en la placa dorada tallado el nombre Thomas Wayne.

El hombre de ojeras notables y cabellos oscuros desordenados, estaba sentado detrás de un escritorio lustrado y con unos papeles en las manos.

Me señaló uno de los asientos que estaba frente a su escritorio, tomé asiento y me acomodé, mirando con curiosidad el lugar. Era como abrir una caja llena de recuerdos.

—Me llamó tu padre —suelta, sin apartar la mirada de los papeles.

—A mí también —murmuro, poniendo mis manos sobre mi regazo y suplicando que esto no termine en un reproche o que empiece una guerra entre nosotros.

—Me dijo que quería llevarte de regreso.

—A mí también.

Él levantó unos segundos su mirada de los papeles hacia mí y yo lo miré de regreso. Soltó un suspiro y dejó los papeles a un lado para acomodarse mejor, poniendo sus codos sobre la mesa y uniendo sus manos por delante de su rostro.

—Dick y yo no congeniamos mucho —por no decir nada, pienso. Ellos dos eran tan opuestos que ya me imaginaba la razón por la que se alejaron el uno del otro—. Me agrada tu padre, ha sido como un hermano o un hijo para mí.

—Yo pienso que también le agradas —digo, mirándolo a la espera de sus siguientes palabras.

—Yo no creo eso —suelta un suspiro—. Tu padre me ha odiado durante los últimos años, y la verdad es que perdí su confianza desde hace tanto... —su mirada se pierde por unos segundos en alguna parte de la habitación antes de volver a mí.

—¿Puedo preguntar por qué se alejaron?

—Dick decidió seguir el camino de Clark, yo decidí seguir el mío.

Lo observé unos segundos, notando en su mirada aquél dolor que me recordaba tanto al que reflejaban los ojos de mi padre, o los míos, al recordar a mi madre.

—Y si te odia como tú dices, ¿por qué me dejo contigo?

—Porque sabe que aquí es donde todo comenzó para él —explica, alejándose de la mesa y dejando caer sus brazos sobre los apoyabrazos—. Cree que aquí aprenderás lo necesario para protegerte a ti misma.

—Yo creo que aún confía un poco en ti —digo, y él me da una pequeña sonrisa de lado.

—Cuando el dolor te consume solo quieres culpar a alguien y descargar todo tu sufrimiento en esa persona —dice, manteniendo su mirada sobre mí—. Y yo soy el objetivo de tu padre. Me temo que ya no hay vuelta atrás. Tu padre me odia, Mar'i. Eso es un hecho, no una duda.