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MAR'I.

—Es hora de dormir —hablo, entrando a su habitación y encontrándolo en el suelo con crayones en sus manos mientras traza el dibujo en la hoja. Había sacado los dones para el arte de su padre.

—Quiero una galleta —dice, mirándome desde allí.

Me cruzo de brazos.

—Es demasiado tarde para las galletas.

—Quiero una galleta —repite, mirando el dibujo por un momento antes de mirar hacia su cama—. Luego me iré a dormir.

Sonríe inocentemente para convencerme y odio que le funcione.

—¿Por qué quieres tanto una galleta?

Se encoge de hombros.— Siento que así no tendré sueños amargos.

—¿Sueños amargos? —río, ayudándolo a levantarse—. ¿Quieres decir pesadillas?

—Sí —asiente—. No me gustan los sueños amargos.

—Ay, bien —suspiro y asiento—. Ve a la cocina, busca una galleta, lávate los dientes y ven a dormir.

—¿Me contarás un cuento?

—Te contaré un cuento —sonrío, acariciando su cabello.

¡Yupi! —sale de la habitación saltando.

—¡No corras, Tomy!

Lo escucho aminorar sus pasos y suelto una risa. Observo su habitación, paredes tapizadas en azul y pequeñas figuras de superhéroes, en el techo blanco hay estrellas flúor que brillan en la oscuridad, posters de la Liga de la Justicia y los Jóvenes Titanes pegados al rededor, una caja repleta de juguetes se encuentra a los pies de su cama y una pequeña mesita con una lámpara al costado.

Me agacho a recoger los juguetes, sonriendo al sostener un Linterna Verde en mi mano, los voy guardando en la caja. Recojo los crayones y los dibujos, en mis manos tengo varias hojas de dibujos, observo asombrada su dibujo más reciente: somos papá, Damian, yo y él tomados de la mano frente a nuestro departamento, pero a una distancia hay una casa y frente a ella está Bruce.

Suspiro y paso de dibujo, el siguiente es solo con crayón rojo, son trazos extraños que no entiendo su forma. Hay una especie de equis o un mas, no lo sé, puntos, rayas... ¿Qué es esto? Él dibuja bien y siempre hace dibujos de nosotros no de garabatos.

Paso de hoja y me detengo aún más confundida, son letras enormes escritas con amarillo y resaltado con naranja, como el fuego. ¿Es una D? ¿o una C? Tal vez una O.

—Mamá —su voz me asusta y lo miro con una mano en el corazón, él me observa desde la entrada mostrándome sus dientes—. Ya me lavé los dientes.

Inhalo y exhalo para tranquilizarme. Ni siquiera lo escuché llegar.

—¿Qué significa esto? —le muestro el dibujo.

Se encoge de hombros.— No sé, solo los veo mientras duermo. ¿Me cuentas un cuento?

Dejo los dibujos sobre la mesa junto a la lámpara y él corre a subirse a la cama para que lo arrope.

—Mmm, veamos... ¿Sobre la estrella que danza en el espacio o sobre una pequeña ave que vuela por el cielo?

—Quiero una estrella —dice, y yo me recuesto en la cama junto a él.

—Aquí tienes cientos de ellas —señalo el techo sobre nosotros.

—Una de verdad, mami. Una de fuego...

Río.— Eres demasiado pequeño para querer jugar con fuego.

—Ugh...

—Sin pucheros —le advierto y ríe cuando toco su nariz—. Hablaremos cuando seas grande y tengas la fuerza suficiente para tener una.

—Pero soy fuerte —se sienta en la cama y me muestra sus bracitos—. El abuelo dice que soy fuerte.

—Ay, papá —susurro, antes de agarrarlo entre mis brazos y volverlo a recostar en la cama.

—¡Hoy vino el abuelo!

—¿Sí? Pensé que estaría patrullando...

—El abuelo Bruce —dice, mirándome con la cara apoyada sobre mi hombro—. Mamá.

—¿Sí?

—¿Papá y el abuelo no se aman?

—Ellos se aman, cariño. Solo que son muy tercos, esperan mucho y tarde se darán cuenta que la vida es demasiado corta para malgastarla así —susurro, acariciando su cabeza—. Quiero que me prometas que no te enojarás así conmigo en el futuro. No quiero que sufras por nada.

—¡Lo prometo! —sonríe, tocando su pecho con el dedo índice, tal y como se lo enseñó Tim la última vez que vino a visitarnos.

—Bien, entonces tenemos que comenzar con nuestro cuento, ¿quieres ayudarme? —Él asiente emocionado y se extiende a apagar la luz de la habitación para que solo la lámpara y las pequeñas estrellas del techo nos alumbraran—. Había una vez, una pequeña estrella en el universo, tan pequeña que la confundían con una roca luminosa. Un día se acercó a otra más grande y le preguntó qué podría hacer para crecer tanto como ella. La estrella más grande lo miró y dijo: "No importa qué tan grande seas, sino qué tanto brilles" —intenté imitar una voz grave haciéndolo reír—. Así que la más pequeña dijo: "Quiero brillar, quiero brillar más que cualquier otra estrella". Decidió emprender una búsqueda, cada día se preguntaba qué podría hacer para brillar tan fuerte y convertirse en la estrella más brillante del universo. Entonces, se encontró con una pequeña roca del espacio, una muy pequeñita y débil que lloraba sin parar. Le preguntó qué le sucedía y ella le dijo que su cuerpo se estaba deshaciendo, pronto solo sería polvo. La estrella pensó en qué podría hacer para ayudarla, así que tomó la decisión de pasarle un poco de su energía y convirtió a la pequeña roca en una hermosa estrella del tono más hermoso de todos. La estrella pequeña comenzó a resplandecer y resplandecer hasta que su luz se volvió tan fuerte como la del sol más grande. Fue cuando la estrella lo entendió: Si usas tu poder para ayudar a los demás, serás recompensado con ese deseo que tanto anhela tu corazón.

La respiración lenta en mi cuello me hace saber que acaba de quedarse dormido. Acaricio su cabello y observo las estrellas del techo.

*


Yo enmarcaría este momento en un cuadro si pudiera 💕💗

✓ METANOIA | DAMIAN WAYNE [2]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora