36

1.7K 163 14
                                    

MAR'I. [+18]

Debía calmarlo, estaba herido, ¿pero cómo iba a calmarlo si ni siquiera yo podía calmarme?

Su mano sana masajeaba mi pecho mientras su boca enroscaba el pezón del otro y lo succionaba haciéndome provocándome jadeos.

—Estás herido —murmuré—. Deberíamos... parar.

Intentaba tener autocontrol, en serio que sí, pero su lengua moviéndose sobre la piel de mi pecho y sus dientes rozando mi pezón me desconcentraban demasiado.

—Una mano no me impedirá disfrutar de ti. —se aleja de mi pecho, y cuando pienso que ya los dejará en paz, terminan por atrapar el otro en su boca.

Cuando sus caderas se movieron debajo de mí presionando su erección contra mi entrepierna, solté un sonoro jadeo y sentí la excitación mojar la fina tela de la ropa interior e instintivamente respondí a su movimiento de manera automática, casi como si mi cuerpo le rogara al suyo.

Damian gruñó, soltando mis pechos y guían su mano hacia mi entrepierna, pasando sus dedos sobre la tela húmeda y sacándome un suave gemido al sentirlo hacer un movimiento circular sobre el clítoris. Arqueé el cuerpo, sosteniéndome de sus rodillas y su mirada oscura voló a la mía.

Sabía lo que estaba pensando, apenas me había besado y tocado los pechos pero yo ya estaba tan excitada que los fluidos mojaron sus dedos a través de la tela.

Maldita pervertida.

Sus labios cubrieron los míos y buscaron el control del beso, algo que se lo cedí. Entonces corrió la tela de mi ropa interior y se abrió paso entre mis pliegues haciéndome jadear contra su boca, pero se encargó de ahogar cada jadeo y gemido que salía de mí mientras deslizaba sus dedos de arriba a bajo y en circular sobre el pequeño botón que bloqueaba mi respiración. Fue hasta que su lengua entró y comenzó a jugar con la mía, en ese momento mi autocontrol casi se desvanece por completo.

Mi cabello se enciende y la energía naranja comienza a brillar debajo de mi piel. Dos de sus dedos se deslizan dentro de mí y los succionan con facilidad. Separo nuestras bocas y observo la puerta entreabierta de la habitación.

—La puerta —logro murmurar mientras él me empieza a penetrar con sus dedos y reparte besos por mi cuello.

—Tu padre no está. —dice, centrado en lo que hacía.

Mordí mi labio inferior y lo observé, conteniendo otro jadeo, el maldito comenzaba a notar la parte donde estaba mi punto exacto.

—¿Y tú como sabes eso?

—Porque lo vi en la comisaría. —explica, pero aún así aparta su mano y me toma por los muslos dándome a entender que lo rodee con las piernas, así lo hago.— Y hablé con él.

Casi se me sale el corazón cuando se levanta de la cama conmigo rodeando su cintura y su cuello como una garrapata. Lo que me había impresionado y asustado eran sus palabras, no su acción.

—¿Qué tú hiciste qué? —lo miro asustada, mientras él camina tranquilamente hacia la puerta conmigo y la cierra, apoyando mi espalda contra ella y colocando el pestillo.

—No le dije eso. —su mano sana acaricia mi muslo en tanto me mira a los ojos.— Tsk. Mierda, de solo pensar en eso me... —intenta alejarse pero mis piernas rodeándolo se lo impiden y vuelve a mirarme, colocando sus manos en la puerta, a los lados de mi cuerpo—. Mar'i.

Sonrío, esta vez soy yo quien se hunde en su cuello y comienza a depositar besos en él, metiendo mis manos por debajo de su remera negra y escuchándolo suspirar cuando mis dedos hacen contacto con su piel fría. Lo siento empezar a entrar en calor.

✓ METANOIA | DAMIAN WAYNE [2]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora