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DAMIAN.

El sol es rojo, el líquido espesa de él y mancha mi rostro. Oigo ese chasquido otra vez, parecido al castañeo de dientes y luego una risa profunda resonar desde el fondo de la oscuridad.

Es sangre. Mis manos se manchan de ellas.

Esa risa vuelve, volteo a buscar al dueño de ella pero solo veo oscuridad. No hay nada. Estoy solo, y tal vez así fue siempre.

El rechinido de una madera hace que gire a buscarlo. Hay una puerta, es de color verde y veo grietas en ella. Camino a verla más de cerca, veo un tallado hecho a mano sobre la madera.

"Shaytan."

Recuerdo este tallado, era un recuerdo que había bloqueado de mi mente, pensé que lo había olvidado pero aquí estaba esta puerta para recordármelo. Fue lo que escribieron en mi mesa el primer día de clases, mi madre aceptó enviarme al colegio luego de que se lo suplicara varias veces a mis seis años. Mis compañeros intentaron saludarme con un puño, ni siquiera sabía lo que eso significaba, solo sabía lo que madre me había dicho: mátalos antes de que ellos lo hagan.

Yo... lo maté.

Mi mano tocó la madera y esta se deslizó lejos de mí. La puerta se abrió. Pequeños rayos de luz se asomaron, así que decidí empujarla para terminar de abrirla, no tardo en detenerme y observar con sorpresa la escena frente a mí.

Los sollozos resuenan por la habitación, la luz que vi antes atraviesa los barrotes de la pequeña y rectangular abertura en la pared de piedra mohosa. El sonido del goteo de esa canilla junto a la pared sigue en mis recuerdos como espinas clavándose en mi cerebro.

Doy un paso al frente y los sollozos aumentan. Hay un niño al fondo, hundido en una esquina, abrazando sus piernas y escondiendo su rostro entre sus rodillas, el cabello negro está enredado y lleno de arenisca, sus pies descalzos están manchados de sangre. Pequeños trozos de arena se pegan a sus dedos, veo sus manos aferrándose a sus piernas y clavándose las uñas rotas en la piel.

Doy otro paso hacia él, pero su llanto se detiene y mis pasos a la vez. Parece darse cuenta de mi presencia, elevando lentamente la mirada hacia mí hasta que sus ojos verdes brillantes me miran temerosos, con lágrimas derramándose desde los costados y manchando su rostro amoratado. Noto su labio partido y no puedo evitar dejar de respirar.

—¿Eres un demonio? —su voz sale asustadiza.

Lo recuerdo, recuerdo esto. Tenía solo seis años, Ra's descubrió lo que hice en la escuela, los problemas que le causé y decidió darme una lección de modales, como él solía llamarlo. Ignoró las suplicas de mi madre y decidió darme un golpe en el rostro antes de mostrarme como asesinaba a mi sensei frente a mí, el único hombre que se preocupó por mí en ese infierno sin fin.

—No lo sé, ¿qué crees que soy? —digo, mirando sus manos ensangrentadas.

Ante sus ojos me veo como una entidad de sombras con forma humana y ojos verdes como dos agujeros negros. Lo sé, porque yo lo viví. Viví este momento.

—No sé, pero creo que yo soy uno —susurra.

—¿Por qué crees eso?

—Porque hago enojar al abuelo, no debo hacerlo y lo hago. Hago que las personas mueran, una persona no debe hacer eso, ¿cierto?

—¿Asesinaste a alguien?

—No quise hacerlo —llora—. ¿Vienes a llevarme al infierno?

✓ METANOIA | DAMIAN WAYNE [2]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora