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DAMIAN.

Bajo las escaleras y me encamino hacia el comedor, donde mi padre ya espera sentado detrás de la mesa de madera, frente a un plato con spaghetti y con la mirada perdida en alguna parte de la habitación.

—¿Dónde está Pennyworth? —me detengo al ver que solo hay mesa para dos, dejo mi distancia sin tomar asiento y lo observo esperando una respuesta.

Aleja la mirada de lo que sea que estaba viendo y parece salir de sus pensamientos.

—Dijo que nos dejará cenar como padre e hijo por esta noche —entrecierro los ojos con desconfianza—. Estará en la cueva.

Ahogo mi negatividad y me siento en la silla frente a él, dándole una mirada de reojo.

—No entiendo por qué haces esto.

—¿Hacer qué?

—Repentinamente quieres tener una cena familiar con tu hijo. —explico, agarrando el tenedor.— ¿En qué diablos estás pensando?

—No me gusta que insultes.

—No te gusta nada.

El silencio inunda el comedor mientras comienzo a comer, dispuesto a acabar cuanto antes para irme de aquí y salir a patrullar.

Lo veo apoyar los codos sobre la mesa y entrelazar sus manos mirándome fijamente.

Sé lo que está haciendo, y no voy a dejar que se salga con la suya.

—¿Y cómo fue tu día?

—Bien.

Sigo ignorándolo y disfruto de la comida.

—¿Y la universidad?

—Hoy empecé las vacaciones.

—¿Y cómo...

Dejo caer el tenedor contra el plato y lo miro sin expresión alguna.

—Dime qué quieres.

—No quiero nada —aleja sus codos de la mesa y se recuesta contra el respaldo.

—Me invitaste a cenar y ni siquiera tocaste la comida. —le doy un vistazo a su plato. Sí, padre, yo también te vigilo.— Y si no fuera porque va en contra de tus reglas, diría que envenenaste mi comida, pero como eres tú solo queda una opción: quieres algo. Dímelo.

Veo inclinar una de sus comisuras hacia arriba y su dedo índice se mueve ansioso sobre la madera del apoyabrazos.

—Solo quería saber cómo estás, si necesitas algo, o si quieres algo. ¿Es tan raro en mí eso?

—¿Quieres que responda? —alzo una ceja.

Aparta la mirada por unos segundos y vuelve a mirarme.

—Perdóname por no ser un buen padre, no sé serlo, esto es todo lo que sale espontáneamente de mí —suspira, inclinándose de regreso sobre la mesa—. Me enteré que viste a tu prima, quería saber si estás bien.

—Estoy bien.

—Por más que me digas eso sé que no es cierto.

—¿Cómo lo sabrías? Pensé que quedó claro que no leíamos la mente.

Él sonríe de lado.

—Porque soy como tú, Damian. Soy tu padre, y por más que trates de que no sea así, como tú dijiste —apoya los codos sobre la mesa— "la sangre nos une". No quiero que pienses que solo eres un Al Ghul, eres un Wayne, y eso está en la sangre. Eres mi hijo.

Mis ojos se estrechan analizándolo con cuidado, debió haberse enterado por lo desastrosa que es Mara ocultando su enojo, seguramente causó un caos en la ciudad.

✓ METANOIA | DAMIAN WAYNE [2]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora