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UNA NOCHE EN GOTHAM

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DAMIAN.

Me limpié las manos con la tela de mi capa, viendo como los oficiales arrestaban a los hombres del Pingüino desde la cornisa del edificio de enfrente. Había tardado una hora y media en poder terminar con esto.

El Pingüino había tramado robar el banco para engordar sus millones, solo había dado con sus hombres responsables del robo pero esa estúpida ave seguía escondida en alguna madriguera de la ciudad.

Mi estómago dolía, había comido el almuerzo hace varias horas atrás y solo fue un sándwich vegetariano que conseguí en la universidad. Tenía que volver a la mansión y comer algo, sabía que tarde o temprano esto causaría un mal efecto y terminaría colapsando. No era estúpido, lo sabía claramente.

Decidí que ya era demasiado tarde y que las calles estarían bien solo con Batman vigilando. Volví a la mansión adentrandome por una cueva escondida que habia al oeste de la ciudad, pasando por un pastizal y una pequeña calle de tierra. Estacioné dentro de la cueva y caminé hacia las escaleras de metal que estaban al otro lado.

—¿Todo bien, maestro Damian? —preguntó Pennyworth, dejando de monitorear las cámaras de la ciudad y volteando a verme.

—Sí.

—Volvió temprano esta noche —dice con un tono de sorpresa—. ¿Desea que le prepare algo para cenar?

—Lo haré yo —camino hacia las escaleras y las comienzo a subir bajo su mirada—. Dile a mi padre que el Pingüino sigue suelto.

—Maestro Damian —me llama, deteniéndome—. Aún lleva puesto el traje.

Bajo mi mirada y la insignia de Robin brilla bajo la sangre que mancha el traje.

—Luego lo bajo —gruño, volviendo a subir las escaleras y saliendo de la cueva por el pasadizo.

Arranco el antifaz de mi rostro soltando una maldición, camino hacia la cocina quitándome uno de los guantes para guardarlo en mi cinturón, abro la heladera y rebusco entre los alimentos. Hago una mueca cuando observo la carne cruda.

—¿Estás bien? —una voz femenina hace que voltee a verla, Mar'i está en la entrada de la cocina con una mano apoyada en el marco—. No luces bien.

—¿Qué haces aquí?

Ella frunce su ceño y después sonríe levemente.

—Tu padre dijo que no estaba preparada para las calles de Gotham, así que me quedé estudiando —explica, siguiendo mis movimientos con sus ojos.

—Bien por ti. —vuelvo a rebuscar en la heladera.

—Alfred hizo albóndigas...

—Soy vegetariano. —la interrumpo y ella se queda unos segundos con la boca abierta antes de asentir con su cabeza.

Saco lo primero que veo en la heladera y lo dejo sobre la mesa de piedra que está en el centro de la cocina. Los dos observamos la lata que está sobre la mesa.

—¿Comerás arvejas? —ahoga una risa.

Le doy una mirada de advertencia y ella me regala una sonrisa inocente.

—Es lo único que... —me detengo al verla agarrar la lata y caminar hacia la heladera—. ¿Qué haces?

Observo como levanta su cabello largo y lo ata en una coleta alta, ella comienza a sacar algo de la heladera.

✓ METANOIA | DAMIAN WAYNE [2]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora