-¿Qué?- Fue inevitable para mi contener las carcajadas. -¿En serio?- cuestionó, aunque no parecía broma de algún modo. En más se veía más serio y seguro de si mismo que de lo normal. Como si supiera de ante mano que iba a aceptar cualquier propuesta que me hiciera.
Me quedo sería ante su rostro inexpresivo.
-oh..entoces...¿hablas enserio?
-Voy a pensar en una forma de decirlo-
hizo silencio para buscar las palabras correctas- puedes quedarte aquí con Gabriela por unos días o el tiempo que quieras. Me puedo quedare en la habitación de invitados y ustedes en la mia. Puedo llevarte al trabajo por las mañanas. No creo que esté tan lejos de aquí.-No puedo. Mabel vive serca de mi barrio y estar aquí sería súper lejos.
-Puedo traer a alguien para que cuide de ella mientras trabajas.- dice colando los panqueques en dos platos para después dejar uno delante de mí con su respectivo cafe..
-No le dejare mi hija a una extraña.- protesto
-No es una extraña- se sienta frente a mi clavando sus ojos en los míos -Es família.
-Estás poniendo todo demasiado fácil. ¿Que ganas tu con todo esto?
-¿Porque crees que ganaría algo?- dice con calma dándole un bocado a su panqueque.
-Nadie ofrece nada sin esperar algo en cambio- le doy un bocado al mío.- y menos un hombre - digo después de tragar.
-Solo compañía mutua- otro bocado.
-No necesito la compañía de un hombre. Estamos bien.
-La mía seria interesante.- curba sus lábios en una sonrisa y llevandose el café a la boca para darle un sorbo.
-Tu no tienes solo ese pensamiento en mente.
-Eso lo tendrías que averiguar
- yo no estoy en el menú. Y menos quiero estar en esa lista por Dios.
-¿Que lista?
-De mujeres que que te llevas a la cama y el otro día olvidarte de ellas.
-No tengo una lista de mujeres... Y si te hace feliz eres la segunda mujer que traigo a mi departamento.
- Wao que emoción ser la segunda entonces- Irónie.
El sonríe y se levanta de la mesa llevándose con el su plato para dejarlo en el laba bagillas yo aún no había acabado mi desayuno. Y preguntandome quién de sus tantas conquistas podría haber sido la primera.
-Mi madre -dice Santiago leyendo mis pensamientos.
-No pregunte.
-Solo decía.
Ingenuamente creí que la conversación había llegado a su punto final. Bebí por sorbos el café caliente, era justo como me gustaba, con leche y poquita azúcar.
-¿Por qué llorabas anoche?
Fingí no haberlo escuchado. Esa noche
que solté represalias por mi problema y terminé llorando por medio de la rabia sin importar quién estuviera serca mirandome.A pesar de ser la noche anterior ese incidente lo creía muerto, enterado en el baúl de los recuerdos estúpidos
Santíago me había caído bien porque era un poco reservado en algunos cosas y muy atento. Hasta ahora no había cuestionado mi forma de ser ni mucho menos mis acciones.
-¿No responderás?- quiso saber.
Mantenia la vista fija sobre mi taza. No veía su rostro para saber si el leve sonido que escapó de sus labios fue una risa burlona o contenida.
-¿Debo decirte mis suposiciones?
-Haz tu mejor esfuerzo- contesté esta vez.
-Bueno...por qué estábas llorando así, aquí va una idea.- Hizo una breve pausa antes de proseguir -Primera teoría: te enamoraste de un hombre casado y te rompieron el corazón, por eso no quieres hablar de ello.
-¿Me estás insultando o qué?
Él soltó una carcajada.
-Ni yo me lo creía, pero la posibilidad no podía descartarse.
-No salgo con hombres casados ni con hijos. -le aclaré con seguridad, volviéndome hacia él- Trae muchísimas complicaciones.
Un destello de inquietud o tal vez de tristeza se logró percibir en sus ojos azules.
-Debio ser duro...-dijo tomando la manito de Gabriela. Esbozaba una pequeña sonrisa en sus labios que se sentía reconfortante de algún modo.
Aparté la mirada y vacié el contenido de la taza de un solo trago.
-Gracias por el el desayuno- le dije, dejé la taza sobre el meson y me levanté de la silla.- ya tengo que irme.
-Yo puedo llevarte si me das un minuto yo...
-Creo que tomaré un taxi. Y no seas tan amable, es molesto.
-Yo creo que te gusta por eso te molesta.
-¡No es cierto!
-Así como tambié disfrutas de mi compañía
-Si eso te hace féliz- dije riendo.
En ese preciso momentos Santiago recibe una llamada telefónica. Disculpandose se aleja rumbo a la sala de estar.
Yo solo me quedo parada viendo cómo se aleja. Suspiró, colocó a Gabriela en el suelo para después sacar mi teléfono para pedir un taxi.
En eso entra Santíago.
-Tengo que ir a un lugar. ¿Te gustaria venir Conmigo?
Dudo un momento.
-Por favor. Te prometo que después las llevaré a casa.
-Esta bien. Pero antes quisiera tomar una ducha.
-No hay problema. Estas en tu casa.
- Gracias - empiezo a andar para la habitación. Dejo a Gabriela sobre la cama para desnudarme. Y hacer lo mismo con ella después.
Un par de minutos después de habernos dado una ducha . La visto con ropita limpia. Siempre que salía le llevaba una muda por cualquier emergencia. La siento en la cama para que jugara con su chupete para vestirme. Gracias a Dios qué se entretenía con todo y luego yo me siento en la cáma también para maquillarme.
En ese instante entra Santiago al baño. Unos minutos después, sale con una toalla envuelta alrededor de él. Él simplemente alborotó casualmente su cabello mojado y despeinado, y quede hipnotizada por la escena.
Cuando Santiago noto que lo miraba con admiración, la comisura de sus labios se curvó un poco. Se acercó a mi, me agarró de la muñeca, me atrajo hacia sí y me rodeó la cintura con el brazo.
-¿Me veo bien?
El calor abrasador en los abdominales de Santiago hizo que mis mejillas se sonrojaran levemente.
-Presumido.
El sonrie nuevamente.
Santiago bajó la cabeza y plantó un beso en mis labios sin esperar a que dijera algo mas. Dejándome llevar envolví mis brazos alrededor de su cuello para profundizar el beso. Antes de que él pudiera hacer algún otro movimiento Grabriela grita reclamando nuestra atención.
Reímos al unísono. El pega con ternura su frente a la mía.
-Alguien no quiere que toque a su mami.
-Tendra sus razones.
Curbo sus labios en una sonrisa. Me da
otro beso y se aleja de mi.-Me voy a vestir, ¿estás lista?
-Casi lista.
-Bien.- se acerca al clóset para tomar algo de ropa y entrar al baño para vestirse. No podía evitar seguirlo con la mirada.
Diós, tengo tanto miedo de empezar a sentir algo por él. No podría permitirme esos sentimientos. Seria ridículo enamorarme. Y sería más ridículo volver a confiar en alguien.
¿Porque tenia que ser tan guapo y poner todo tan difícil?
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Unidos por el destino
RomanceTras haber dejado su país natal, Rocío llega a la cuidad de Brasil uyendo no sólo de su dañina relación si no en busca de algo mejor. Un empleo, un Nuevo comienzo y paz mental. Tres meses después de haber trabajado en varios locales con un pequeño...