Capítulo 53

10 1 0
                                    


Baje hasta el estacionamiento; donde subí a mi auto y salí conduciendo como loco. El espejo retrovisor me reflejaba, con un par de moretones que comenzaban a formarse y mi ceja partida con un poco de sangre.

El desprecio que sentía por esa mujer; comenzaba a poder conmigo. Mis ojos picaban por derramar unas lágrimas pero me negué a hacerlo. Ni Siquiera en la muerte de mi abuelo lo hice; para venir a hacerlo por una que no vale nada.

Llegue en cuestión de minutos a la calle donde vive Rocío. Estacione quemando llantas por la velocidad en la que venía. Bajo dando un portazo y camino a toda prisa hasta su casa.

A unas pocas distancia siento una mano sujetarme por el brazo. Miro sorprendido a la persona frente a mi.

-No cometas una locura santiago- Dice Henry mirándome, con el rostro inesprecivo- piensa bien las cosas. Esto solo lo empeora.

-No hay nada que pensar.- intento soltarme.

Resopla con clara indignación.

-Hagamos algo, vamos a tomar algo y cuántos estes más tranquilo hablas con ella. En ese estado no dirás nada razonable

-Sabes que no tom...

Y no había terminado de decir la palabra cuándo Henry ya me tenía casi arrastrándome hasta el auto

-¡Déjame hablar con ella ! Necesito decirle un par de cosas a la cara a esa ...

-No dejare que hagas una estúpides ¿me entiendes?.- Dice molesto-  que pierdas el único chance de ser feliz por culpa de tu jodida desconfianza- sus ojos estaban rojos por la rabia.- rayos - me soltó. - eres un idiota. Un jodido idiota. Dónde rayos metiste a el Santiago inteligente

Paso mi mano por mi pelo desordenandolo con ese gesto. Creo que tenía razón.

-¿Sabes que? Vamos por ese estúpido trago

******
No sabía cuánto tiempo llevábamos en el bar pero tenía unos cuantos tragos demás. ¿Que como lo se? Bueno ese dolor punzante en mi cabeza me estaba volviendo loco. Y las ganas de agarrar a golpes a alguien no se iba.

Mi hermano estaba más sobrio que yo. Ya qué dijo que unos de los debía conducir. Y por supuesto iba a ser el.

Pasados de las ocho de la noche Henry me llevo a casa casi arrastrando ya que no quería irme.

-No hagas ningúna pendejada por favor.-  dice después de dejarme en la cáma- porque te aseguro que no seré yo quien te deje sin tus amigós reproductores.

Hice una mueca de dolor. No quiero ni pensarlo. Mi madre y abuela en plan de venganza, eso si me daba escalofríos.

Unos minutos después me estaba quedando dormido cuándo se me viene a la mente; esos ojos color marrón oscuro que me ponia a mil.

-Rocio...- gemi al recordar la última vez que estuvimos en mi departamento. Su cuerpo desnudo bajo el mío. Haciendonos uno. Entregándonos en la pasión el otro. Pero ese sentimiento cambia al recordar la estúpida foto; Yosep, y ella muy Serca a tal punto de besarse.

¡Rayos! ¡¿Como pude dejar que esto pasará?!

Me levanto de la cáma con rapidez en el acto una punzada de dolor en mi cabeza al hacerlo. Tome las llaves de mi auto que reposaban en la mesita de noche

Cómo pude llegue hasta mi auto dando una que otro traspié. Al subir conduje hasta mi destino.

Estacionó el auto a un costado de la carretera y camino hasta la casa de Rocío.

Tocó la puerta con mis puños, escucho sus pasos tras la puerta. Al ver el estado que me encuentro su cara de preocupacion se hace notar.

-¿Dios Santíago que te sucedió?

-¿Tu?- la señale con el dedo- tu y yo..  tenemos que hablar.

Frunce el ceño.

-¿Estás borracho??- pregunta cruzandose de brazos.

-No.

-¿Enserio?

-Eso no importa. Solo Venía a decirte qué ya se todo. Tu teatro de ofendida ya se te fue al piso.. Como no me di cuenta  antes que no vales la pena. Todo este tiempo detrás de ti y tu... disfrutando de la compañía de otro- rei irónico - ahora entiendo todo. El porqué no dejabas acercarme a ti...

El dolor en sus ojos me hicieron sentir un imbécil. Pero aún así, quería herirla como ella lo hizo conmigo.

-De que rayos estas hablando - saque las fotos como pude ya que sentia mi cuerpo como una gelatina y se las aventé, alcanza a tomar una en el aire y por casualidad era la más comprometedora.

La observo por un largo tiempo y negando con ella en sus manos, al levantar la mirada; sus ojos estaban apagados e infundados de lágrimas.

- Esto no es lo que piensas - fue lo único que dijo.

-Claro...y yo soy estúpido.

Su mirada hacia mí, fue peor que si me hubieran apuñalado.

-Se nota que nunca llegaste a conocerme.

-Al parecer no. No se qué clase de mujer eres. Como no me di cuenta que solo eres una mas que busca mi dinero.

-Que no se te olvide que eras tu el que me buscabas. Y yo nunca supe de tu "dinero " hasta ese día cuando me llevaste a conocer a tu familia.

-Bueno si. Tienes razón.. después de todo conseguí lo que quería. Al tenerte en mi cama- su cara se descompuso- te hice mía de todas la formas posible y me encanto. Y creo que a ti también. Y no te atrevas a decir que no. La verdad muñequita superaste los límites fuiste una amante excepcional.

-¿Amante? -pregunta, lágrimas recorriendo sus mejillas. Las limpia con rabia pasando el dorso de su mano. Su mirada era de dolor y desepcion.

-O vamos no me mires así. Cuando soy yo quien debería hacerlo,  Y déjame decirte que fue un placer enorme haber estado entré tus piernas nena.

-Vete- me cortó.

-Antes me responderas...

- ¡Que te vayas!

-No. - me negué.

- vete, ... lárgate de mi vista - se abrazó y comenzó a llorar aún más.- vete Santíago por favor

En ese jodido instante el verla así; pudo conmigo, tenía la intención de mandar todo a la mierda y abrazarla, pedirle perdón. Pero ella me detuvo alejándose y poniendo una mano como barrera.

- ¡Lárgateee! -retrocedó me alejo de ella ante el dolor de sus palabras.

Su mirada estaba perdida en la foto que descansaba en el suelo.

Baje la mirada, Todo daba vuelvas a mi alrededor  y con la intención de habrír la puerta para salir dando por terminado lo nuestro en definitiva  me  tambaleo hante un repentino mareo. Sintiendo mi cuerpo pesado y nublandose mi vicion al instante.  Senti algo asegurando mi cabeza justo en el momento que escuchaba el grito de Rocío y su hermosa voz llamándome.

Unidos por el destinoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora