Capítulo 29

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Levante la mirada poco a poco dándole a entender que estaba escuchando, no era capaz de hablar.

-No tengo intenciones de detenerme ahora.

Sin percatarme, Santiago me toma de la cintura y junta sus suaves labios con los míos, haciendo que todos mis sentidos se dobleguen a él,  olvidando incluso la vergüenza que acabamos de pasar hace unos momentos.

Sus suaves labios juegan tiernamente con los míos, como por instinto llevo mis manos a su cuello. Él lleva su mano a mi muslo desnudo, el camisón era bastante corto; sin embargo, sólo reposa su mano ahí, acariciando suavemente mi piel sólo con roces, a pesar de la situación, este no es un beso caliente, es un beso cariñoso; uno de esos que me encantan. Él tiene la oportunidad de acariciar mi cuerpo, pero no lo hace. Prefiere llevar su mano a mi mejilla acariciándola suavemente. Es tan respetuoso y eso me agrada; me agrada más de lo que debería.

Santiago me encanta más de lo que debería.

Él se separa levemente de mí, aun manteniendo sus ojos cerrados. Analizo cada uno de sus gestos y muerde suavemente su labio inferior.

El me toma de los muslo para levantarme y yo enrollo mis piernas alrededor de su cadera y Siento que me saca de la cocina

Llegamos hasta el salón y me recuesta sobre el enorme sofá blanco. Ni siquiera pienso lo que estoy haciendo, sus manos acarician suavemente mis cenos. su lengua juega con la mía. Acarició su abdomen, fuerte y perfecto. él hace los mismo con mis muslos. Los besos de Santiago me vuelven loca.

Sus labios descienden a mi barbilla y luego a mi cuello, mi corazón late con fuerza, trago saliva al sentir el roce de sus labios contra mi piel, me estremece, siento un escalofrio recorrer mi columna vertebral, nunca había sentido un roce tan intenso.

Regresa a mis labios, con esos besos que me dejan sin aliento, sus manos se escapan debajo de el camisón. Se coloca entre mis piernas y aún con muestras prendas puestas. Dirige su miembro a aquel lugar. Haciéndome soltar un leve gemido de dolor.

-Santiago. Está... Está doliendo.- digo en un hilo de voz.

-Quieres que me detenga- susurró, sin apartar su ojos de mi.

Niego con la cabeza. Santiago se adentro un poco más en mi y tuve a aguantar el grito de dolor. Aún así el parecio darse cuenta.

-Ya pasará Nena.

Vuelve a posesionarse de mis labios y sosteniendo mi labio inferior comenzo a moverse dentro de mi. El dolor, pasando a segundo plano, y sus movimientos provocándome un sin fin de sensaciones.

Él comenzó con un vaivén lento, poco a poco acelerando miestras yo evitaba soltar un gemido y hacer ruido.

Lo miro a los ojos y él a mí, y nuestros alientos mezclándose, sus embestidas aumentan de ritmo, me dejo llevar por el placer y sin poder evitarlo varios gemidos salen de mi interior, entierra su cabeza en mi cuello, aspiro su aroma que me embriaga, sus gemidos roncos en mi cuello me encienden, busco sus labios y cuando los encuentro, lo beso tan intensamente. Su respiración está acelerada, al igual que la mía. Nos aferramos a nuestros cuerpos de una manera inexplicable llegando al climax.

Miro a Santiago intentando recuperar el aliento, sus bellos ojos destellan una luz más intensa de lo normal, esos ojos que me hipnotizan me miran de una forma tierna y apacible mientras nuestras narices se rozan, una gota de sudor corre por su frente y sonríe de una manera dulce.







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