Narra Rocío
Me sentía horrible. Ya hace rato que había parado de llorar pero aún me sentía con ganas de hacerlo por ese extraño sentimiento que me estrujaba el alma.
Aun sentada en el Banco, Aproveché el momento para descansar, para aliviar mi corazón y despejar mi mente del barullo de emociones que me nublaban sin compasión.
Miré a las personas que circulaban en las calles atosigadas de la ciudad. Si llovía-y lo haría, el trafico sería peor y entonces nadie caminaría tan despreocupado ni tranquilo. Ni yo me quedaria tan tranquila bajo la lluvia. Y menos con mi hija sin saber dónde meternos en ese momento.
¿Qué debería hacer?
-¿Cómo pudiste olvidar algo tan importante Raúl?
-Tranquilo, aún se puede remediar.
Alcé la vista ante la clara discusión que inició delante de mí. Se trataba de una pareja de hombres, uno estaba malhumorado y el otro parecía divertirse a costa del enojo del otro. Tan pronto advirtieron nuestra presencia, se disculparon y se marcharon, reanudando su plática interrumpida. Observé sus espaldas hasta que se desvanecieron en el interior de un edificio al otro lado de la calle.
Seguía con la mirada perdida en un punto muerto cuando, miestras mi hija dormia en mis brazos ajena a todo a su alrededor. El cielo oscurecía cada cez mas.
Aún sentada en mi lugar, más de una persona me miró extrañado, se preguntaban qué hacía una chica sentada sola con una Bebé en brazos y con semejante tiempo. Se preguntarán cualquier cosa en sus cabezas ocupadas
Oscureció todavía más. Y aunque traía teléfono no podía comunicarme porque no tenía internet. Pero eso no evitaba que llegarán llamadas tras otra de Santiago. Así que lo apagué.
Mi corazon dolía. Dolía tanto. Quería gritar, gritar hasta que razón no quedara para volver a hacerlo. Existía ruido suficiente que provenía de todos lados, pero las lágrimas se acoplaban en mis ojos sin salir esta vez.
El recuerdo de ver a Santiago besándose con aquella mujer causó que mi corazón se estrujara con fuerza. Cierto apretón en la garganta me robó el aliento, provocando que una lágrima dolorosa rodara por mis mejillas. Me apresuré a limpiarla, mas no evitar que se detuvieran. Sería vergonzoso seguir llorando y llamar la atención.
Pasé los próximos minutos limpiando mis mejillas, hasta que algo obstaculizó.
mi panorama de la calle. Un paraguas se inclinaba frente a mí, no me protegía de las pequeñísimas gotas de agua que comensaban a caer, sino de las personas, dándome la libertad que necesitaba para continuar llorando sin ser vista y así olvidarme de mi propia vergüenza.Giré la cabeza hacia atrás y me topé con la espalda de un hombre, apoyado sobre el respaldo de la banca, con una actitud indiferente.
-puedes continuar si quieres... No estoy viendo... —aclaró, absorto viendo un punto adelante.
-¿Estás bien? ¿Quieres una taza de café? -preguntó, su expresión fue un tanto difícil descifrar. Oscilaba entre la distracción y lo considerado- seguro que algo caliente te vendrá bien.
Asombrada quedé. Si lo recordaba bien, se trataba del mismo hombre que había discutido hacia un rato.
-Tengo un pequeño restaurante al otro lado de la calle... -empezó a decir—, ¿tienes hambre? ¿Ya comiste? Está bien si no quieres.
Negue con la cebeza y me puse de pie, dispuesta a marcharme a casa lo que menos quería en estos momentos era platicar. Sobre todo con un hombre.
-¡Hey espera!- me llamo pero yo continúe Para pocos minutos después subir a un taxi que nos llevará rumbo a casa. Donde al llegar y acostar a mi pequeña en la cáma fui directo al baño para vomitar, dejando salir todo lo que tenía retenido en el estómago.
Me metí en la ducha por cuarta vez, quería que el agua aclarara mi mente que en este momento era un desastre de emosiones. Mientras mis ojos se encontraban rojos por las lágrimas derramadas; me propuse ser fuerte ante el mundo, pues sabía que encontraría malas personas en cada lugar que pisara, eso ya lo tenia mas que claro con el papa de Gabriela. Por ello era mi carácter a la defensiva cuando intentan lastimarme, mientras lo único que hago es cubrir lo vulnerable que en realidad soy en esos momentos.
Tenía que hacer algo, no podía estar de esta manera. No es posible que justo ahora que había decidido dejar todo atrás y darme la oportunidad de superar todo lo pasado, comence a enamorarme de alguien que al final termino jugando con mis sentimientos una vez más.
Lo que más me dolió; fue que cuando le dije que no aria un escándalo delante su familia no intentó aclarar nada solo se quedo callado.
*****
La semana había pasado volando. Entre el trabajo y Gabriela me sentía el cuerpo a mas no poder.
Estos días la cafetería había estado llena y varias de mis compañeras y yo tuvimos que hacer algunos turnos dobles.
Las cosas entré Lucía y yo han estado un poco calmadas. De vez en cuando se me asercaba a preguntar que pasaba. Ya que en dos ocasiones me había encontrado llorando en el bañó y no era de las que dejabam ver abiertamente sus sentimientos, pero esos dos días al parecer me había descuidado.
-Rocío...- dice entrando al baño- se que tú y yo no hemos estado bien en estos días pero sea lo que sea que te tenga así podemos arreglarlo.
-Déjame sola por favor.- le dije
-¿Que tienes?
-No quiero hablar ahora lucía.
-Sólo trato de ayudar...
-Sólo déjame Lucía
-Bien.. como quieras entonces...- dice serrando la puerta con fuerza al salir.
*****
Desde aquel día, Santiago había tratado a toda costa asercarse a mi. Pero yo había echo lo imposible para no verlo. Iba al trabajo, a la iglesia, y a mí casa. Pero todas esas veces trataba de evitarlo. No quería verlo.
Todo este tiempo había estado engañándome. Llenandome de falsas ilusiones. Y yo como una boba me había comido todas sus mentiras. Parece que nunca aprendía la lección.
Mandaba más de veinte llamadas y mensajes por día. Y yo solo los borraba. No quería sus explicaciones. Tuvo muchas oportunidades para decirme y no lo hizo. Y yo.. me enteré de la peor manera.
Era sábado por la tarde y no había querido salir. No me sentía bien. Y no solo mentalmente. Si no físicamente. Había pasado la semana toda con mal estar y fiebre. Y de paso, la estúpida gripe que no se iba las cules me dejaba unos dolores de cabeza horribles.
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Unidos por el destino
RomanceTras haber dejado su país natal, Rocío llega a la cuidad de Brasil uyendo no sólo de su dañina relación si no en busca de algo mejor. Un empleo, un Nuevo comienzo y paz mental. Tres meses después de haber trabajado en varios locales con un pequeño...