Capítulo 28

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Aún no quería salír del baño, eso no. Mis nervios estaban a flor de piel. ¿¡Pero cómo no estarlo!? Si estaba nuevamente a solas con Santiago.y lejos de casa.

Trate de poner excusas para no quedarnos pero al final tuve que aceptar.  Ya que a la verdad eran tres horas de caminó a casa. Álex y su familia se quedaron así qué pence, ¿porque no?

Unos minutos antes de estar instalados en la habitación,  alguien había tocado a la puerta. Santíago estába tomándo un baño así que me desido en abrir. Al hacerlo me encuentro a una sonríente Dina frente a mi.

Seguidamente me entrega un camisón. Se me corta la respiración al instante al ver la diminuta tela en mis manos.

-Nunca lo usé y pence que quedaría perfecto en ti.

-Gracias. - sonrei nerviosa.

-Que descansen.- dice y me güiña un ojo para seguidamente alejarse.- aunque conociendo a mi hijo dudo que eso pase - ríe y yo me quedo boquiabierta ante su naturalidad.

Respiró profundo antes de salir de el baño. La verdad es que me sentía extraña con ese camisón que me quedaba sinco dedos más arriba de las rodillas.

Desde el nacimiento de mi pequeña ya mi cuerpo no ha sido el mismo y me daba mucha verguenza que santiago me viera semi desnuda. Me sentía... Rara. A apesar de ser normal igual no me sentía normal.

Miro a mi hija sentada en el lava manos.

-¿Que dices salimos ya?

Ella sonríe dejando mostrar sus pequeños y afialdos dientesitos. Bese su mejilla y acto seguido salgo del baño y veo a Santiago cómodamente sobre la cama mirando para el techo.

Estaba en unos bóxer blancos que se ajustaban perfectamente a su anatomía...y con el pecho desnudó dejando mucho a la imaginación. O vamos ¿ya les dije
qué no soy de hierro?

Pues así es. No lo soy.

El, al notar nuestra presencia nos mira y sonríe.

-¿Nerviosa?

-¿Yo?- pregunto y el asiente- ¿Porqué?

- Por nada.- dice con una sonrisa ladina.

Entre cierro los ojos mirándolo un poco desconfida.

Gabriela se durmió con tan solo tocar la cáma. Estaba cansada. Como no estarlo si desde que la tía de Santiago (Natalia) se la llevo no hizo nada mas que jugar. La dejó en medio de la enorme cama y la arropó con su manta. La cual nunca salía sin ella.

-Tu...¿ Dormiras aquí?- pregunto al ver que no dejaba de mirar cada movimiento que hacía.

-Por supuesto. ¿Donde más lo aria?

Me encogo de hombros. Me acomodo en mi lado de la cama tratando de dormir. Algo imposible de lograr por supuesto. Me removía a cada momento. Tratándo de encontrar una posición cómoda. Aunque literalmente la cama era cómoda y enorme.

Al final me rindo y me levanto de la cáma. Necesitaba tomar agua.

Llegó hasta la cocina después de un par de pérdidas en el camino y me sirvo un poco de água.

-¿No puedes dormir?

Me sobresalto al escuchar aquella voz.

-Rayos. Me asustaste. Pence que estabas dormido.

-Lo siento. No quise asustarte.

-Yo... necesitaba tomar un poco de agua.

-Bien. - El toma un baso de la alacena y se sirve un poco de agua también. Bebé un poco y escanea mi cuerpo lentamente de arriba para abajo y detiene su mirada en mis senos y luego en mis piernas, veo que se forma en sus labios una leve sonrisa ladina.

Me sentí incómoda ante su inquisitiva mirada pero ignorandolo, me vuelvo hasta el fregadero y lavo el baso para después dejarlo en su lugar. De reojo veo como el seguía aun recorriendo mi cuerpo descaramente. Para seguidamente detenerse en un punto fijo. El cual entendí que ese punto eran mis cenos que se veían voluntuosamente a través de aquella transparente tela.

-¿Puedes disimular un poco?- le digo molesta mientras cruzo mis brazos a nivel del busto.

-No lo puedo evitar Nena.

-Rayos pareces un lobo hambriento a punto de saltar sobre su presa

-Nena este lobito quiere comerte y lo sabes perfectamente.

Sin responder paso por su lado para subir a la habitación pero el toma mi mano deteniendome a medio caminó.

-Lo siento Rocio, la verdad es que me quiero contener, pero no puedo - habla tan cerca que nuestras respiraciones se mezclan- Tenerte tan cerca me enciende.

Dicho eso, une sus labios con los míos en un beso necesitado, subo mis manos pasándolas desde su pecho duro a su cuello, él con una mano me toma de la cintura y con la otra me toma por la nuca e intensifica el beso.

-Me gustas mucho Rocío - dice cuando nos separamos, pero aún estamos abrazados.

- Esto no está bien- me alejo de él- Esto no puede ser Santiago, entre nosotros no puede suceder nada.

-Porque Rocío, tú me gustas y yo sé que te gustó, ¿qué lo impide?

-Lo impide, que se que con el tiempo cambiarás tu forma de trartarme y no quiero tener que lidiar con eso.

Con una rapidez sorprende, sus lábios chocan con los mios y suavemente devora cada uno de ellos. Esos besos delicados me hacen estremecer, llevo mis manos a su torso desnudo, sólo las deslizo suavemente, sin prisa, disfrutando de aquél increíble contacto.

Sin tiempo a protestar, me levanta del suelo colocándome sobre el mesón seguidamente colándose entre mis piernas.

Santiago susurra, con sus labios muy cerca de los míos.

-Jamas cambiaria mi trato nena. Y si me dices que pare yo..

Lleve mi dedo índice a su boca interrumpiéndole.

-Shhh- siseo-no quiero que te detengas.

Sus ojos estaban fijos en mis labios, su aliento cada vez estaba mas cerca, un movimiento mas y nuestros labios estarían juntos nuevamente, una de sus manos comenzó a acariciar mi mejilla, mi corazón latía mas fuerte de lo común, el poco a poco se inclinaba hacia mis labios, ya estaban rozándose y note que ese pequeño acto estaba haciendo un enorme efecto en mi.

-Que tiernos, San a punto de besar a su novia- una voz detrás de nosotros hizo que nos separáramos. Momentáneamente me bajo del mesón sintiendo como mis mejillas se enrojecian al instante. En cambio Santiago tiraba dagas con la mirada a Henry que se encontraba en el marco de la puerta.

-¿Qué haces aquí Henry?

-Tranquilo, solo vine por un poco de agua  y no me quería perder la escena, ahora continúen.

Santiago negó con la cabeza.

-Eres un completo idiota-

-Si lo que sea, si me disculpan, estoy Muerto de sep. Samanta es insaciable y me está esperando para el próximo asaltó.

Lo mire con una mueca de asco y ambos rieron, aunque podía sentir que mis mejillas seguían de un color rosado, Henry se fue y el silencio invadió la cocina. Literalmente quería cavar un pozo y tirarme dentro, simplemente fue la locura del momento.

-Rocio...

Unidos por el destinoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora