Capítulo 17

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La gran emoción que pronto envolvió el ambiente fue abrumadora. Tragué saliva, asombrada.

Era la primera vez que lo veía sostener un cuchillo en las manos de esa manera.

Me lleve una gran sorpresa al ver a Santiago, en ese estado absorto y de completa concentración, la verdad fue un inexplicable desconcierto. Sus manos se movían con una destreza increíble. Trataba a los alimentos con tanta delicadeza y suavidad que parecían compartir entre ellos varios secretos, como si él le susurrara con sus movimientos gentiles palabras incomprensibles.

Yo solo podía observarlo como una completa boba.

Se me fue el aliento un instante cuando se giró a verme. Me sonrió y no hice más que recobrar la postura de inmediato, pues no podía darle el lujo de verme embobada por su cocina. Quizá era por mi falta de experiencia en la cocina y en la comida gourmet  o si simplemente se debía a ese chef en particular que hacía ver las cosas de un modo mágico y fácil.

-Cuando Santiago cocina es un verdadero espectáculo de completa apreciación, y aún más cuando se disfruta el primer bocado.

Esas palabras las dijo uno de los gastrónomos; si mal no recordaba, se trataba de Wesly Silva. Observaba a Santiago con fascinación, con esa expresión de completa tranquilidad en el rostro.

Yo aún seguía sin asimilar lo que acababa de descubrir sobre Santiago. No imaginé que fuera chef.  Y no cualquierar chef,  si no, El chef

Los hombres presentes se mostraron de acuerdo con el comentario de su compañero.

Al parecer Wesly Silva era un crítico que adoraba la comida y que, de seguro había destrozado a varios restaurantes con sus palabras por la falta de calidad y originalidad en los platillos que fueron servidos ante él.

Que Santiago fuera alguien importante en el mundo de la gastronomía lo hacía aún más complicado.

La llegada de Santiago con una bandeja en las manos me dejó con los pensamientos en blanco unos segundos.

Clavé mi mirada en él y observé su marcha segura en nuestra dirección. Solo caminaba y aun así me parecía que era lo más impresionante que había visto en mi vida.

Tenía las mangas de su camisa dobladas hasta el codo,  lo que resaltaba sus brazos fuertes y las venas que sobresalían de su piel.

Me permiti dar una mirada completa aunque rápida por el resto de su cuerpo. Su camisa blanca y pantalón negro, un poco tallados a su figura, se amoldaban a su cuerpo trabajado.

Y esos ojos pintados de un azul impresionante parecían esconder más trucos y malas intenciones que cualquiera que mostrara ser un malvado. Oh bueno... Eso pensaban yo.

Santiago sonrió.

-Perdón por la espera- dijo él mientras dejaba con elegancia la bandeja frente a los tres hombres. Para mi sorpresa, tenía un tazón extra... y me lo extendió con una media sonrisa.

-Toma.

Tragué saliva. No podría negarme ante semejante oferta.

Ilusionada, miré el tazón y me apresuré a recibirlo.

-Bueno, si tanto insistes- respondi.

-Espero que te guste. Disfrutalo.-dijo sin más.

Me mordí los labios, ansiosa. Con el tenedor, recogí un poco del contenido como pude. En realidad como Gabriela me permitiera. Ya que trataba de agarrar el tazón.

Estaba caliente así que comencé a soplarlo. A esa distancia percibí el aroma delicioso y cautivante.

Le dirigí una mirada rápida a Santiago, quien permanecía de pie a la expectativa de mi reacción. Estaba demasiado cerca, pero lo ignoré.

Sim embargo, me sorprendió cuándo tomo a Gabriela en sus brazos. Le agradeci con la mirada un poco apenada.

Me armé de valor lo suficiente para atreverme a llevar el tenedor a la boca. El sabor se presentó tan pronto la humeante ensalada de arroz tocó mi lengua.

Era como recibir un golpe imaginario que agudizaba mis sentidos y lograr disfrutar de un inmenso placer que iniciaba con la vista, el olfato y finalmente en la boca.

Ahora pude comprender a lo que se refería el señor Wesly ante los platillos de Santiago.

¿Cómo podía ser posible?

-Parece que lo disfrutas-  habló él, esa voz fue lo que me trajo de vuelta a la realidad - ¿Quieres más?

Su pregunta parecía genuina.

-No. Con esto basta.

-¿Estas segura?- insistió.

-Completamente

Luego de eso, él se dirigió al resto con amabilidad.

-Bueno, señores, creo que tendré que retirarme esta vez. Mañana será un día ajetreado en el restaurante.

-Comprendo... -habló el señor Wesly, asintiendo con la cabeza.- Una verdadera lástima.

Parecía que Santiago solo había asistido para preparar ese único platillo.

La atención de Santiago regresó a mi.

-¿Nos vamos?

Asenti.

Fue lo último que dijo antes de girarse y marcharse.  Siguió su camino hacia la puerta muestras yo trataba de seguirle el paso.

Me despedí de los presentes antes de partir.

Llegamos hasta el auto. Me abrió la puerta del copiloto colocándome a Gabriela en mis piernas. Rodea el auto con calma y se sube en el aciendo del pilotó.

Yo seguía sin procesar lo que acaba de pasar hace unos momentos.

¿Santiago era chef?

Mi curiosidad aumentó. Pero temía la respuesta así que prefiri esperar el momento apropiado para hablar mejor del tema.

El enciende el auto y lo pone en marcha. Miestras yo iba juntando algunas piezas del rompecabezas. Ahora entendía porqué tenia tantos libros de cocina y repostería.

Unidos por el destinoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora