Capítulo 59

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Entre por completo a la habitación, buscándola con la mirada desesperadamente. Y ahí estaba, tan hermosa, a pesar de que se encontraba un poco pálida, dormida y relajada se ve tan angelical. Lleva dos días dormida y es para mantenerla relajada y se recupere un poco, pues sus niveles de tensión arterial estaban por los suelos.

Me acerque hasta ella para acariciar su rostro, besar su frente, y su abdomen que aun esta plano pero donde se encuentraba mi hijo.

<<<¡Rayos... Mi hijo! eso suena demasiado fuerte pero, lo estoy anhelando con locura>>

Por primera vez experimentó el miedo, el temor de verdad al perderla, esa mujercita lo es todo para mi y ahora que lleva dentro de ella a mi hijo, será mi mundo entero.

Solo esperare a ver qué dice la doctora para llevarla a casa donde la pueda atender mejor. Y así poder dedicarme por completo a cuidarlos, no pienso separarme de ella nuevamente hasta que esté seguro que está mejor.

Muchas cosas cambiaran se que mi morena en ocasiones me odiara por lo sobreprotector que me volveré, pero será eso, o correr el riesgo.

Salgo de la habitación de mi mujer, quien con solo despertar ya comenzó a martirizarme con esa lengua suelta que tiene. Esta loca si cree que la dejaré sola, que este lejos de mi para alguna emergencia.

-Mamá- mi madre vino a verla, tal y como había estado haciendo estos dos días al igual que todos.

-Hola cariño-beso mi mejilla-llegue hacé rato pero no quise ser inoportuna.

-Nunca eres inoportuna madre. Por cierto Rocío va necesitar bañarse y cambiarse. Podrias ayudarla por favor, ella no me dejara hacerlo.

-Claro que si mi niño, ni que lo digas.

-Gracias madre. Tengo que ir al restaurante a resolver unas cosas. Volveré lo antes posible.

-Está bien, ve con cuidado. Yo me encargó.

Le doy un abrazo y dejo un corto beso un su frente para luego salir de allí apresuradamente.. Muestras más rápido terminaba mejor. Así regresaba a ver a mi mujer.

*******
Narra Rocío

Mis ojos se sienten pesados pero necesito abrirlos, tengo varios minutos intentando separarlos y esto comienza a desesperarme; pues ninguna parte de mi cuerpo reacciona a mis movimientos.

Escucho unos gritos, y varias voces diferentes; pero mi cerebro no logra procesar nada para identificar lo que hablan o de quien se trata. Resignada, dejó de intentar movimientos para concentrarme en las voces pero me es imposible y creo el sueño se apodera de mí nuevamente.

Siento como acarician mi rostro; un beso en mi frente y después una más en mi... ¿Abdomen? y ese olor tan rico que ya me despertó el apetito.  Muero de hambre.

Permanesco asi por mas tiempo, pero ya todo es tranquilo, no hay ruido alguno y eso me esta aburriendo. Suspiro resignada intentando abrir mis ojos nuevamente y rogando esta vez tener suerte; que para mi sorpresa si la tengo y poco a poco la claridad comienza a abrirse espacio.

Mi cuerpo se siente pesado; como si estuviese cargando una gran roca, sin esforzar tanto la vista, comienzo a enfocar la mirada. Paredes blancas me hacen fruncir el seño por la incertidumbre de saber en donde me encuentro. Intento colocarme en una mejor posición para analizar bien el lugar.

Detengo mis movimientos, por el dolor fuerte en mi vientre. Bajo la mirada hacia mi lado derecho donde un pequeño movimiento, llama mi atención.

Oh mi Dios... Es Santiago; está sentado en el sillón de la pequeña sala, de lo que ya descubri es un hospital. Sus codos están sobre sus rodilla y sus manos cubriendo su rostro, se ve condenadamente bueno.

Unidos por el destinoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora