-¿Tú novia?-
-Si nena. Mi novia.
El sonríe, se acerca y nos volvemos a besar, yo subo mis manos y la paso por su cuello, él me tomó de la cintura y me pega más a él.
Era un beso tierno y pausado. Acaricia mi espalda mientras su otra mano está aferrada a mi muslo, acaria este último haciendome soltar un gemido. Después toma mi rostro entre sus manos para profundizar el beso. Muerde mi labio inferior con delicadeza, deja un casto beso en la frente y me mira a los ojos
-No sabes cuando desearía continuar con este momento pero necesito hablarte de...
Y lo bese. Si, lo sé, esto parecía una guerra de besos. En quien interrumpía a quien mejor. No pude evitarlo. Sentir su cercanía, sus manos sobre mi, me hacían perder la razón...
De pronto unos toques en la puerta se hicieron presentes.
Trate de respirar con normalidad, y él simplemente comenzaba a quitarme mi camisa por la cabeza. Yo lo ayudo alzando mis brazos...
-¡Santíago! - exclamó en voz baja. ¿Estaba mal si quiero reírme?-. Alguien está...
Él, por supuesto, me calló besándome. ¿Ya ven? Como dije es una guerra de besós. La cual adoraba.
De repente recordé algo.
-Debe ser tu madre.
Me movi un poco con el fin de liberarme y, sin querer, rozó la entrepierna de Santiago, haciéndolo soltar un leve gruñido.
-¡Santiago!
Me tense al reconocer la voz de Dina. Busque rápidamente mi camisa para colocarmela y camine a abrirle.
-¡Rocío!- me saluda alegremente Dina en cuanto me ve.- Que bueno verte querida- Sonrió, y entrecerró los ojos al verme fijamente- ¿Por qué tienes los labios tan hinchados y rojos?- Posó sus ojos en Santiago y frunció el ceño.- ¿Y tu camisa?
Santiago sonríe con picardía. Y yo me sonrojo por la vergüenza. Sobre todo al ver que Henry, su esposa he hijos se asomaba por la puerta. El primero mirando a su hermano y conteniéndo las ganas de reír
¡Lo supieron!
-¡Oh! ¿¡Los interrumpímos!?.
-No. Madre- Dina entra por la puerta, seguido de Henry y familia.
-Yo... eh... ¿Como se portó ?- fue lo único que consegui decir caminando hasta ella para tomar en brazos a mí hija.
-Muy bien querida. Jugó mucho con Amanda y Hans
Asentí.
-Bueno yo... Estaré en la cocina.
-Voy contigo.- dice Samanta la esposa de Henry.
Salí de la sala casi corriendo hasta la cocina sin darle tiempo a Santiago de alcanzarme
-Déjala, que tú y yo tenemos que hablar- fue lo último que logré escuchar a la madre de Santiago.
********
Narra Santiago.
Veo a Rocío salir a toda prisa del salón y miro a mi madre.
-Déjala, que tú y yo tenemos que hablar- nos mirábamos por unos minutos. Se veía sério lo que tenía que decir.- Ya se lo dijiste, ¿verdad?- rompió el silencio, su voz comprensiva.
-No.- digo sentándome el comodo sofá.
-¿Como que no? Me prometiste que le dirias la verdad. Y que no pasarías mucho tiempo en hacerlo. Por eso dije que se quedaran aquella noche.
-Madre quería hacerlo pero luego nos besamos y una cosa llegó la otra y...
-Y te dejaste llevar y perdiste el juicio.
-Si lo dices así suena un poco infantil.
- ¿Te gusta?- pregunta mirándome espectante.
-Madre que pregunta es esa. Por supuesto que me gusta. Le pedí que sea mi novia oficial hace unos momentos.
La sonrisa de mi madre se ensanchó.
-¿Y que dijo?
-Dijo que si - sonreí.
-Bien... entonces...dile la verdad. Aunque cuando sepa la verdad claro está que se lo tomará muy mal. Yo en su lugar también lo aria y no te hablaría durante mucho tiempo...
-Madre eso ultimo no ayuda.
-Bueno hijo solo decía. No sería fácil descubrir que el hombre que te gusta te ha estado ocultando que tiene una hija.
Pasó mis manos por mi pelo con frustración.
-Lo sé. Tengo miedo a como se lo pueda tomar. Amo a mi hija , pero también amo a Rocío, y ella me dejó bien claro que no quería hombres con hijos. Porque no quería complicaciones.
-San, Rocío es una buena mujer. Y teme que un hombre por tener hijos no le de prioridad a ellas dos.
-¿Como sabes eso?
-Mi amor. Soy mujer y hay cosas que preferimos no decir. Alguna aveces podría ser mal interpretadas nuestras palabras. Y... Se que le costará perdonarte al principio pero lo ara. Solo te pido que por favor no esperes tanto. Recuerda que las mentiras tienen patas cortas.
Resopló. Mi madre tenía razón.
-En pocos días las llévare a dar un paseo a la playa y aprovechare para decirle.
-Está bien- dice y se aclara la garganta. Yo levanto la mirada.
-Por cierto... Sé que no es un problema, pero hace unos días he tenido en mente hacerte una pregunta- dijo mi madre de pronto cambiando su tono de voz.
-¿Que querías preguntar, Madre? pregunte rápidamente, intentando disimular mi sorpresa ante su repentina seriedad.
-¿Terminaste la relación abierta que tenías con esa mujer antes de empezar a salir con Rocío verdad?
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Unidos por el destino
RomanceTras haber dejado su país natal, Rocío llega a la cuidad de Brasil uyendo no sólo de su dañina relación si no en busca de algo mejor. Un empleo, un Nuevo comienzo y paz mental. Tres meses después de haber trabajado en varios locales con un pequeño...