Capítulo 38

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Narra Rocio

No paraba de reír al ver a Santiago en aquel estado.

-¿Porque está así? Yo no hice nada.

Dije con voz inocente. Y la verdad era que aún no había comenzado el masaje.

-Cuándo estoy contigo... aveces solo ocurre y ya.

Santiago aún se mantenía boca abajo.

- Bueno...vuelvo en un segundo. No te muevas.

Demandé antes de ponerme de pié y salir corriendo en búsqueda de algún aceite en el baño, me pareció haber visto una ahí.

Tome el pequeño frasco y me dirigí rápidamente hasta donde estaba Santiago.

-Ya estoy aquí...

Coloqué un poco de aceite en su espalda para con suavidad empezar a masajearla.

-Esto se siente excelente.

Sonreí.

-Es bueno que te agrade 

-Que buena eres con esto nena...

Afirmó con voz ronca

-Ahora sí, adelante.

Enseguida lo vi girarse para quedar boca arriba con sus ojos entre serrados.

-Lo que ordene su majestad.

Rode Los ojos. Lo cual el ríe.

Masajee sus brazos, su pecho, abdominales y piernas, pero mi miarada se poso sobre aquella anatomía provocativamente abultado debajo de su boxer.

-¿Te gusta lo que vez?

Dice en tono pícaro. Sonreí de medio lado.

-Oh entonces debo tomarme eso como un si?

-Tal vez.-  Dije volviendo a masajear su pecho para luego levarme de la cáma.

Hice un amago de alejarme de el cuando me lo impidió tomando mi mano.

-Ven aquí.

Ordenó y lo mire no muy convencida.

Acomodándome la camisa que se me hacía subido y no traía ropa interior, me aserque a él como lo pidió. 

-Quitemos esto.

Me despojo de aquella tela que cubría mi cuerpo. Adoraba colocarme sus camisetas. Eran tan cómodas. 

Santiago me mira atento . Apenada baje la mirada.

-Así está mejor.

Levantó mi vista para que lo mirara.

-¿Quieres bañarte conmigo?

-Ah... Si, si claro.

Respondí con timidez.

Santiago me ponía nerviosa.

-De acuerdo.

Dejo un rápido beso en mis labios y me tomo de la mano.

Entramos a la ducha y cuando vi que el agua empezó a caer sobre su cuerpo empecé a babear, sus ojos estaban cerrados.

Mis manos instintivamente se deslizaron por todo su pecho.

- Es la primera vez que nos bañamos juntos...

Abrió sus ojos y me miró con una sonrisa ladina.

-Tienes un cuerpazo.

Atine a decirle.

-Es todo tuyo nena- Dice Juntando su cuerpo con el mío y empezó a masajear mis senos. Senti su endurecido amigo a pesar de llevar aún sus boxers puestos.

Besa mi cuello dejandome un pequeño mordisco en el. Después Siento su mano en mi parte íntima. Gemi.

-Me gusta escucharte- dice Serca de mi oído. Hundió uno de sus dedos en mi interior.

Me acercó hasta el para abrazarme y besarme.

-Aveces creo que lo nuestro es mas pasión que otra cosa Santiago...

Confesé.

-Sin pasión no hay amor, dicen que cuando llegas a cierta edad aquello es efímero pero estoy seguro que hasta cuando tu seas una viejita vas a seguir gustandome.

Sonreí. Santiago volvió besar mi cuello sacándome otro gemido, El água caía por nuestros cuerpos.

-Voy querer seguir haciéndote el amor aunque quizás este tan anciano que no pueda hacerlo.

No pude evitar reír ante su comentario.

- Y tú a mi.

Asevere con seguridad.

-Te amo Rocío....

*******

Después de la ducha nos preparamos para dormir. Santiago se coloco su piyama y yo Me puse una de sus camisas otra vez (a pesar de tener una docena de pijama que el se había encargado de comprar) me acosté a su lado. Aquéllas palabras que Santiago había mencionado resonando en mi cabeza una y otra vez.

Sabía que lo amaba. Pero no sabía cómo decirle aquellas palabras. Realmente las sentía. Pero también sentía miedo pronunciarlas. la última vez que lo hice, me había enterado a los pocos dias sobre la traición de esa persona. Y ahora me costaba mucho decirlo. No quería arriesgarme. Definitivamente no.

******

Narra Santiago

No pude evitar decirle aquellas palabras a Rocío. Al parecer me había dejado dominar por los sentimientos a tal punto que solo fui capaz de decirlo.

Ella se había quedado pasmada al escucharme.Y desde que salimos de la ducha la había visto distraída. Ya en la cama la había pegado mas a mi haciendo que se recostara de mí pecho. Quería tenerla más Serca.

-Descansa mi amor.

Besé su cabeza y me puse a imaginar cómo entregarle la pequeña caja que tenía guardada en uno de los cajones del armario.


Unidos por el destinoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora