Capítulo 37

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Días después...

Santiago

Estos días con Rocío y Gabriela habían sido increíbles. Habíamos salido a cenar en varias ocasiones y ella se había quedado a dormir en mi departamento algunas veces. De echo pasaba más tiempo en mi departamento que en su casa.

Pero durante todo este tiempo nunca me dejó tocarla más aya de un beso. Y eso me estaba volviendo loco.

Sin embargo, Tratata de ayudarla en todo lo que podía con la pequeña Gabriela. Sabia lo duro que podía llegar a ser para ella llegar de trabajar y luego ocuparse de ella. O tener que hacer doble turnos para que a su hija no le faltara nada. 

En varías ocasiónes habíamos salido de compras, al principio se había negado pero después accedió tras haberle insististido tanto. Pues según ella decía que no quería dependencia de ningún hombre. Que por eso ella trabajaba para que a su hija no le faltara nada.

Haciendo caso omiso a sus palabras, siempre traía docenas de pañales para Gabriela y artículos de bebés. 

Como cuándo llegue una vez en casa con un cochecito color rosado y montones de juguetes y ropitas de todos lo colores para Gabriela.

Fash black 

-Santiago,¿Pero que es todo esto?

-Es un pequeño regaló para Gabriela.

-¿Pequeño? Esto de pequeño no tiene nada.- réplica - además te dije que puedo comprarle las cosas a mi hija por mi cuénta. Por eso trabajo.

Resople.

- Rocío¿Porque nuncas me dejas complacerlas.

-Porque no es necesario. Ya has echo demasiado por nosotras. Y también te he dicho que puedo cuidar de ella sin...

-Siempre dices que puedes sola.- la corte- Tu cuida de ella pero dime... ¿quién cuidara de ti? 

Me mira sin decir nada. Parecia como si estuviera pensando las palabras adecúadas para decirme. Así que aprovecho la oportunidad para acercarme  hasta ella para abrazarla, después le plantó un rápido beso en sus labios.

-Nena, yo se que no te gusta que haga las cosas sin consultarte primero. Pero si te hubiera preguntado no me hubieras dejado. Quiero ayudarte en todo lo que pueda Rocío. ¿Acaso eso está mal?

Veo que sierra los ojos unos segundos y luego suspira y me mira con esos ojos que adoró.

-No, no está mal.- Acaria mi mejilla con una mano - Pero no seas tan exagerado ok. - dice mirando los juguetes y las docenas de bolsas de ropitas de bebes y pañales que estaban sobre el sofá.

-No te lo prometo- sonrei. Ella niega con la cabeza y me besa.

Fin del flash black 

Hasta ahora no había encontrado un momento adecuado para decirle a Rocío sobre Tania.  Temía su reacción y cada vez que alargaba decírselo podría empeorar las cosas entré nosotros.

Y a la verdad sentía mucho miedo de perderla a causa se mis mentiras.

******

Entre en el departamento y me dirigí a la cocina a beber algo. Había sido extremadamente agotador el día de hoy. Sobre todo porque ese día había ido al restaurante un crítico francés y el restaurante estuva más ajetreado que nunca.

Me servi um poco de Coca-cola y me senté en uno de los bancos que ahí se encontraban. Porque Coca-cola y no alcohol?

Bueno les explico, he visto lo que el alcohol le hace ah algunas personas. Sobre todo a mi padre que siempte que se emborrachaba maltrataba y humillaba a mi madre delante de mis hermanos y de mi. Por eso desde que era niño me dedique a jamás tocar una de esa bebidas.

Ya que no estaba dispuesto a ser preso del alcohol como lo fue mi padre.

Escuche un ruido y me alarme. Iba a levantarme cuando Rocío apareció frente a mi, no pude evitar mirarla con cara de bobo. No sabía que vendría hoy. 

-Hola.

Me saludo con voz suave. Se le veía tierna con una de mis camisas. Lo cual quería decir que hace un rato que estaba aquí. Le había dado una llave de el departamento para que pudiera 

entrar sin tener que tocar o esperarme.

-Hola amor.

Sonríe y de sienta junto a mi.

-¿Que tal el trabajo?

Nuestras miradas se concretaron.

-Estresante.

Resoplé cansado dándole un trago a mi refresco. 

-Ven.

Tomo una de mis manos.

La mire desconfiado cuando hizo que me pusiera de pie deje el baso sobre el mesón.

Me llevo hasta mi habitación y veo a la pequeña Gabriela durmiendo plácidamente en la cama. No pude evitar sonreír. Se veía tan tierna.

 -Quitate la ropa.

Ordenó Rocío con tranquilidad y yo la miro con una sonrisa ladina, mil pensamientos se aclomeraron en mi cabeza.

-Eres un mal pensado. Sólo.. solo te daré un masaje. Es todo.

-De acuerdo.

Rei. Y comencé a quitarme la ropa bajo su atenta mirada quedando únicamente en boxers. Me pidió que colocará boca abajo algo que  no pude hacer del todo. 

Esto era muy incómodo pero realmente anciana ese masaje así que me coloqué de lado.

-Santiago pero colócate de espaldas recto. No hacía un lado.

Exclamó con tono frustrado.

-No puedo...

Me gire lentamente hacia ella.

-Pero porque...

Corto sus palabras formándo una "O"con sus lábios al entender el problema.

La escuché reir a mis espaldas haciéndo que me sintiera aún más avergonzado.

¡Mi cuerpo me había traicionado!







 








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