IV. Olvido mutuo.

0 0 0
                                    

Unas cuadras antes de llegar a casa, Al siguió meditando el motivo por el cual su reloj no funcionaba o cuánto tardaría en hacerlo. Dándole vueltas, empezó a sentir miedo. Sí, tenía un arma súper poderosa, pero cuando no la tuviera a disposición estaba indefenso. Por ejemplo, en ese mismo momento...
Darse cuenta de eso lo puso demasiado nervioso. Empezó a caminar más rápido. De inmediato, decidió correr. Ir tan veloz en la noche evocaba sensaciones irreales que le dificultaron concentrarse. Chocó con dos personas. Cayó. Ambos, de aspecto desagradable, se quedaron de pie, viéndolo con mala cara.

- ¡Fíjate por donde vas!
- ¡P-perdón! -tartamudeó Al.

Uno de los vagos miró de lado a lado. La calle estaba vacía. Le hizo una seña a su compañero y sacó una navaja. Alistair cayó en la situación de la que huía. Comenzó a sentir pánico. Les entregó su celular, pero ellos pidieron más. No podía pensar con claridad ¿Pelear, correr, gritar, rogar? Nada parecía viable. No notó que alguien observaba el asalto. Esa persona se acercaba con sigilo.
Cuando Al estaba a punto de arriesgarse y huir, se escuchó un golpe seco. Uno de los vagos cayó. De inmediato le siguió el otro. Ambos, de naturaleza cobarde, huyeron sin siquiera ver quien los confrontó.

- ¿Estás bien? -preguntó ella.

Estaba tan asustado que solo pudo asentir con la cabeza.

- Oye ¡Yo te conozco! -dijo ella, sorprendida- Eres... ¡Alastor! ¿Verdad?
- ¿Eh? -Volteó a verla, pero las sombras ensuciaban su rostro. Intentó ponerse de pie. Ella le ayudó. Sus manos eran ásperas, pero delicadas. Cuando se incorporó pudo verla. La reconoció, pero no recordó su nombre y se sintió apenado.

Su tez morena combinaba con la sudadera azul que llevaba. Sus ojos eran grandes, su confiada sonrisa tierna contrastaba con su reciente acción. Su cabello era una larga cola de caballo que le llegaba hasta la mitad de la espalda. Alistair, sin palabras, agradeció con ahínco. Ella se sonrojó, no esperaba una respuesta tan positiva.

- ¿Pero por qué me ayudaste? -preguntó él- eran dos ¿No te dio miedo?

Ella lo pensó un momento, luego respondió:

- Claro que sí, pero estoy harta de temer. Si puedo ayudar a alguien, lo haré.

Ambos se sonrieron. Después de más palabras al aire, Al se rindió. No podía recordar su nombre.

- Oye... -dijo nervioso, mirando de lado a lado- ¿Cómo te llamas?
- ¿Eh? ¿No me recuerdas? -dijo, sintiéndose ofendida- Soy yo, vamos en el mismo salón ¡Ayer me prestaste una pluma!

Alistair hizo un último esfuerzo. Ella se percató de que no lo recordaría.

- Me llamo Lara... -dijo a regañadientes.
- Ah ¡Claro! -celebró Al- ¡Ya recuerdo! -En realidad se dio cuenta de que ni siquiera sabía cómo se llamaba antes de ese momento.
- Aunque tú siempre estás callado, conozco más a Víctor.
- Es cierto, eres su amiga... Perdón, sigo nervioso.
- Está bien, no te preocupes, Alastor -dijo ella, sonriendo, ya olvidado su disgusto.
- Claro, pero una última cosa. Mi nombre no es "Alastor", es "Alistair", con "i". Se pronuncia "Alister", como si hubiera una "e". Pero mis amigos me pueden decir "Al" -concluyó con una sonrisa.

Lara se sorprendió y se sonrojó. Resultó que ella también había olvidado su nombre. Después de una efusiva disculpa, ambos acordaron estar a mano por el olvido mutuo. Se despidieron, dividiendo sus caminos. Alistair llegó a su hogar sin mayor inconveniente, pero sin celular. Se preocupó porque ya no tendría alarma. Se resignó y decidió dormir sin más. Mientras se hundía en su propia consciencia recordó su error. Casi perdía el reloj por un descuido tan simple. No podía permitir que algo así se repitiera. No volvería a usarlo más que cuando fuera indispensable.
Cuando estaba quedándose dormido recordó a Christabel. En un momento de lucidez, (o de insensatez), se prometió a sí mismo hablarle el día siguiente. No sabía cómo ni en qué momento, pero lo haría.
En algún punto cerró los ojos. Esa noche soñó con comida deliciosa, ropa elegante y una casa muy grande en la que vivía plácido.

Las reliquias.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora