Las reliquias.

XXXI. Piecitos descalzos.

Víctor depositó a la niña demonio en su cama. Seguía inconsciente. Salió de su habitación para pedirle ayuda a quien fuera. Encontró a ambas chicas cuidando a Alistair que seguía hundido en su coma.

- ¡Vengan rápido, ayúdenme!
Ambas, extrañadas, salieron tras él, que las guio dentro de su habitación, enseñándoles a la pequeña criatura que ahí yacía.

- Ayúdenme ¡Ayúdenla! No sé qué le pasó, se desmayó de repente.

De la confusión, Lara solo pudo preguntar:

- ¿Víctor? ¿Quién es ella? ¿Por qué su piel…? ¿¡Esos son cuernos!? ¡Y sus dientes!
- Y no has visto sus ojos -respondió él, apenas cayendo en cuenta de lo verdaderamente extraño del asunto.

Christabel se resignó y sonrió. Se le hizo simpática la cara de la niña. Después de procesar su aspecto ambas se pusieron a atenderla tan bien como podían. Lara intentó bajar la temperatura de su cuerpo colocándole compresas de agua en la frente, estómago y brazos. Christabel se dio cuenta de lo delgada que estaba. Fue a conseguir comida y agua. Víctor se sintió fuera de lugar, salió de la habitación en silencio. Con un nudo en la garganta abrió la puerta donde descansaba Al. Se sentó a un lado del lecho y lo miró con arrepentimiento. Había fallado, no pudo conseguir el estetoscopio. Permaneció en silencio pensando en cómo podría ayudarlo. No había tiempo. Sin poder idear algo comenzó a sentir cansancio. Salió del cuarto, necesitaba hablar con las chicas.

Pasaron algunos minutos hasta que terminaron de atender a la niña. No despertó, pero la fiebre bajó y su respiración parecía mejorar. Víctor les pidió que le acompañaran para hablar.
Mientras tanto, la pequeña diabla tenía pesadillas con el mundo del que provenía. La acosaban sombras difusas, monstruos y espectros. De repente, despertó, olvidando todos sus temores. La luz cálida del sol la desconcertó ¿Cuándo fue la última vez que había salido al mundo? Los últimos meses había estado presa por celdas y paredes blancas. Se sentó en la cama. Sus pies no alcanzaban el suelo. Vio la comida que había en el buró. La comió con prisa y bebió con ansia. Hacía muchísimo tiempo que no comía algo tan rico, en el laboratorio solo la alimentaban con una pasta insípida y descolorida. Una vez terminado su alimento, puso sus piecitos desnudos en el suelo. Comenzó a caminar sin hacer ruido. Abrió la puerta y salió, encontrándose en el pasillo. Caminó hasta que sintió algo. No sabía cómo, pero lo sabía:
Había alguien indefenso al otro lado de la puerta.

Con cierta dificultad abrió esa otra puerta y se encontró con Al, quién yacía inconsciente. La niña se acercó con cautela. Miró con ojos curiosos. Sonrió, mostrando sus dos hileras de colmillos. Alzó sus bracitos y se subió a la cama con Alistair…
Entretanto, Víctor terminaba su historia. Christabel y Lara pensaban en qué podrían hacer para salvar a Al. Escucharon un ruido en la habitación donde él reposaba y se apresuraron a ella. Abrieron la puerta y lo vieron con horror: La niña demonio tenía todo el brazo metido en la boca de Al. Luces multicolor inundaban la habitación. Lara se abalanzó sobre ella y la alejó con rapidez. La pequeña sostenía algo en su mano.

- ¿¡Q-qué es eso!? -preguntó Christabel, pálida- ¡Le arrancó la lengua!
- No, no ¡Mira, se mueve! -intervino Víctor, perplejo.

Se retorcía en la manita roja que lo apretujaba. Era una especie de sanguijuela extraña de color rojo, (por lo mismo Christabel creyó que era alguna parte de Alistair). Cuando intentaban comprender qué sucedía, la niña demonio se llevó ese bicho a la boca.

- ¡No te lo comas! -dijeron las dos chicas en coro.

Lara, Christabel y Víctor forcejeaban con la niña, intentando hacer que lo escupiera, pero era fuerte y su boca no se abría.

- ¿Qué… qué pasó? ¿Ganamos?

Todo movimiento se detuvo.

- ¿¡Alistair!?
- ¡Despertaste!
- ¿Estás bien?

Aprovechando la distracción, la niña demonio comenzó a masticar con apuro.

- ¡Nooo! -gritó Lara.

Para cuando se dio cuenta era muy tarde. El bicho había sido devorado.