LXXII. El hombre de los mil reflejos.

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El hombre al que cazarían ya ha tenido los reflectores sobre sí en esta historia. Él fue el que hizo el clon de Christabel después de muerta, él fue quien la enterró… Él es el único que sabe.
Su nombre era Rowan, y tanto su máscara como su personalidad estaban dividas en dos. De momento bastará decir que, desde pequeño, fue obligado a actuar en un teatro ambulante, cuyo padre era el dueño y donde todos sus compañeros de escena eran sus hermanos, familia que él mismo asesinó hace ya mucho tiempo.
Su reliquia era un pequeño espejo con una agarradera y un ovalo cristalino que reflejaba todo. Este objeto tenía la capacidad de duplicar con exactitud cualquier cosa, desde objetos pequeños e insignificantes hasta seres vivos de gran complejidad, (como ya se ha demostrado). El límite de cosas que podía duplicar era inexistente, así que le gustaba hacer copias de sí mismo y hablar con ellos, pues detestaba la soledad. Esa noche excedió un poco la cantidad prudente de copias. Había cerca de cincuenta Rowans por todo el lugar, muchos hablaban incoherencias, algunos tenían miedo y otros estaban eufóricos por la cantidad de amigos que tenían. Se encontraban en una casa muy grande de un solo piso. Los cincuenta estaban repartidos en distintas habitaciones. La tarea de Rowan dentro del grupo de Zalman era duplicar dinero, tanto como fuera posible. Después de varios millones se hartó. Había dinero tirado por el suelo, varios billetes estaban pisoteados y arrugados. Dinero falso que pasaría por genuino, maltratado por gente falsa, que parecía auténtica.

Un paréntesis importante es que el espejo podía reproducir cualquier cosa, pero no le era posible duplicar algo biológico junto con algo sintético, así que las copias de humanos siempre aparecían desnudas. La ropa tenía que crearse por separado. En esa fiesta de caras idénticas, voces iguales y personalidades semejantes todos estaban vestidos, pues Rowan se tomó la molestia de hacer ropa para los invitados ¡Incluso llevaban puesta la misma máscara! Esa que ya se describió, cuyas dos partes representaban la dualidad humana, con una mitad de rostro masculino congelado en una horrible mueca de tristeza y la otra mitad representaba los rasgos femeninos inmortalizados en una sonrisa perpetua.
Con esta situación ninguna de las copias se diferenciaba del original. Cualquiera podía serlo, y, de cierta manera, todos lo eran. Compartían los recuerdos del original. Si el recuerdo era reciente, la copia lo recordaba igual, si la memoria era antigua y borrosa, la copia tendría la misma percepción. Por ende, todo los Rowans se consideraban a sí mismos el auténtico de ellos. El original sabía que era mejor así, si llegaran a saber cuál de ellos era el original enloquecerían de pánico al saber que no tendrían mucho tiempo de vida, pues los duplicados biológicos solo vivían durante tres meses, después de eso morían irremediablemente... La única cosa que era imposible de duplicar eran las reliquias. Ninguna podía pasar por este proceso, así que en la fiesta solo había un espejo que iba de mano en mano, por si alguien quería más frituras o bebida.

Él no lo sospechaba, pero la Reina Púrpura y Alistair lo estaban acechando desde el exterior cubiertos por la obscuridad. Dentro de la casa todo era un escándalo, se escuchaban gritos alegres y exclamaciones sin sentido, todo revuelto y aún más confuso, pues todas las palabras eran pronunciadas por la misma voz.

“¡La primera década de vida es la prueba gratis!”, “…entonces desperté, y ella estaba ahí, tirada ¡Y muerta!” “¿¡En verdad la matamos?!”, "Me gustaría tener dinero… ¡Oh, mira! ¡El suelo está lleno de billetes!”, “¡Ya estás borracho!”, “¡Shine on you...!”, “¡…crazy diamond!” “¿Recuerdas cuándo éramos jóvenes?”, “¡La sangre no se detenía, entonces comencé a beberla”, “¡Estás loco!”, “¡No! ¡Tú lo estás!”! “¡Pero! ¡Espera! ¡Tú eres yo!”, “¡Tienes razón, maldito loco hijo de puta! ¡Jajajajajaja!”.

Alistair habló después de escuchar ese frenesí:

- ¿Qué diablos está pasando ahí dentro?
- No estoy muy segura, pero creo que con él es normal. Escucha, solo uno de ellos, (quizá), es una persona real. Los demás son clones. También puede ser que todos sean clones, con Rowan no se sabe.
- ¿Entonces cómo se supone que haremos esto?
- Bueno, o te encargas tú o lo hago yo. Si lo hago yo es seguro que haya muertos y preferiría no arriesgarme a matar al Rowan original.
- Mmmh ¡Ah! ¿Y si usamos esto? -dijo Al, mientras sacaba presuroso la pirámide de cristal.
- ¡Ja! ¡Es perfecto! ¿Ya sabes cómo usarla?
- Solo lo he hecho pocas veces, no sé si pueda con tantas personas.
- Inténtalo. Si no puedes ya veremos qué hacer.

Alistair se concentró. Necesitaba dormirlos a todos de golpe. Colocó la pirámide delante de su frente. La Reina Púrpura lo observaba risueña. Entonces Al expulsó una onda psíquica dentro de la casa, consiguiendo que solo uno cayera en un profundo sueño.

- ¡Jaja! ¡Se murió! -se escuchó dentro de la casa, precedido por risas más escandalosas.

Alistair y la Reina Púrpura se miraron desconcertados.

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